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La reconversión del sector de fertilizante exige el cierre del 25% de la capacidad instalada

La reconversión del sector de fertilizantes, puesta en marcha estos días por la Administración en una primera fase, exigirá el cierre en algunos subsectores de un cuarto de la capacidad instalada de producción y unas inversiones nuevas del orden de los 25.000 millones de pesetas. Las bajas laborales en el sector serán del orden de las 1.300 personas, aproximadamente un 13% de la plantilla total, estimada en 10.500 puestos de trabajo.

Las nuevas inversiones se destinarán a la construcción de tres plantas productoras en el horizonte de la próxima década, dos en el subsector de nitrogenados y otra para la obtención de abonos fosfatados. El Ministerio de Industria y Energía, espera tener listo y negociado su definitivo programa de reconversión para este sector antes de que termine el mes de noviembre, para lo cual tiene previsto presentar la semana próxima un informe preliminar a las empresas pequeñas del sector y abrir posteriormente negociaciones definitivas con todas las empresas, las centrales sindicales y las diferentes comunidades autónomas.El informe preliminar sobre el esquema de la reconversión de este sector, que ha sido elaborado por la firma extranjera Boston Consulting Group, ha sido presentado a las tres grandes empresas del sector (ERT, Cros y Enfersa), que en total controlan el 90% de la producción de abonos y fertilizantes, en el curso de las últimas semanas. Las empresas, junto a la Administración, se han mostrado de acuerdo en que el informe corrobora en sus líneas esenciales sus propios estudios, aunque difieren en algunos puntos considerados no fundamentales. Uno de ellos ha sido la cantidad global a invertir, que ha forzado a la Administración a incrementar de 16.000 a 25.000 millones la cantidad global de inversiones que se requerirán en el horizonte de 1990.

Los puntos centrales del plan de reconversión, aún pendiente de modificar según las aportaciones que realice la mesa negociadora que prevé la ley de reconversión, son el cierre del 24% de la capacidad instalada en los subsectores de abonos nitrogenados, fosfatados y complejos (NPK), así como el mantenimiento de la ya existente en el subsector de los fertilizantes potásicos.

Programa preliminar

El programa preliminar considera necesaria la construcción inmediata de una planta de nitrogenados en la zona de Levante (posiblemente en Sagunto) -que obtendrá amoniaco a partir de gas natural-, la construcción a medio plazo (1990) de otra planta similar en la región del suoreste de la Península y, el incierto cierre de todas las plantas actuales de obtención de abonos fósfatados y su sustitución por una única macroplanta de nuevo diseño y con un proceso productivo del denominado tipo supertriple, es decir el alternativo y más barato al sistema supersimple, ahora utilizado por las plantas españolas.Aunque sobre este último punto han surgido puntos de vista contrapuestos a las recomendaciones de la firma Boston Consulting Group, en fuentes solventes de la Administración se asegura que esta cuestión no está aún cerrada, sobre todo si se tiene en cuenta que los estudios realizados se basan en unas premisas tales como la no subida de los precios internacionales de las materias primas utilizadas en la fabricación de fertilizantes, especialmente amoniaco y el ácido sulfúrico.

El principio estratégico de la necesidad de mantener una industria de fertilizantes es el que fundamenta el proceso de reconversión de este sector, cuya competividad actual, en relación con los grandes fabricantes mundiales, está más que en entredicho. La Administración española está convencida de que, con excepción de los abonos potásicos y, hasta cierto punto, de los abonos nitrogenados, se está en clara desventaja. en relación a otros productores.

Este planteamiento es particularmente sensible en el subsector de abonos nitrogenados, donde la materia prima, el amoniaco, es un 25% más barata si se obtiene a partir de gas natural en lugar de las naftas, actualmente utilizadas en España. Se puede decir, en este sentido, que resulta más barato importar el amoniaco que obtenerlo en España, ya que en los últimos seis años el Estado subvencionó con 50.000 millones de pesetas su fabricación.

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