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La oposición iraní, dividida e impotente, planea en Francia su regreso al poder

Expulsados de Irán por la revolución islámica o por la sangrienta represión que progresivamente se ha implantado en el país, la mayoría de las fuerzas de oposición han elegido Francia para instalarse. Esta elección se ha debido tanto a las afinidades culturales de los intelectuales iraníes -formados mayoritariamente en universidades francesas- como al hecho de que Francia, por su alianza con Irak, es presentada en Irán como uno de los principales enemigos del régimen del imán Jomeini.

Por otra parte, la llegada a París, el 29 de julio de 1981, del antiguo presidente Bani Sadr, destituido el 21 de junio del mismo año, junto a la bestia negra del régimen de Teherán, Masud Radjavi, el jefe delos muyaidin Jalq, fue la gota de agua que provocó la rápida degradación de las relaciones entre París y Teherán.Las autoridades iraníes han solicitado repetidamente la extradición de los dos dirigentes caídos en desgracia, a los, que acusa de estar en el origen del terrorismo antigubernamental, que produjo por entonces, en cuatro meses, más de un millar de muertos entre dirigentes del régimen. El 5 de agosto de 1981, París llamó a su embajador, Guy Georgy, y ordenó a los residentes franceses la vuelta a su país de origen.

Tanto Bani Sadr como Radjavi se mostraban entonces extremadamente optimistas y multiplicaron sus declaraciones, produciendo "el fin inminente de la dictadura sanguinaria de Teherán". En realidad, encerrados en su bunker de Auvers-sur-Oise, ambos han ido perdiendo poco a poco toda influencia.

Recientemente, durante su paso por París, Ghasembu, jefe del Partido Democrático del Kurdistán iraní, la única organización de la oposición que sostiene todavía la lucha armada contra el régimen de Jomeini, deploró el hecho de que tanto Bani Sadr como Radjavi no hubieran respondido en su día a su invitación de pasar al Kurdistán iraní. "Nosotros hubiéramos podido hacer muchas cosas juntos", declaró Ghasembu, que añadió que él había propuesto en varias ocasiones que el Consejo Nacional de la Resistencia iraní (CNR) se instalase con la guerrilla en Kur distán, dejando así entender que una oposición que se encuentra a miles de kilómetros de Irán no tiene apenas posibilidad de hacerse oír por el pueblo.

El antiguo presidente Bani Sadr, símbolo de la legitimidad internacional para la resistencia, nombró el 1 de octubre de 1981 a Radjavi presidente del CNR, para que se encargara de la dirección de un Gobierno provisional. Esta decisión se convirtió, sin embargo, en letra muerta y el CNR no logró agrupar al conjunto de las fuerzas opositoras. Las formaciones monárquicas fueron excluidas por principio, mientras los partidos de orientación liberal o marxista rechazaron su integración, debido a la presencia de Sadr, acusado de haber "colaborado con el régimen".

Los 'muyahidin', a segundo plano

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A miles de kilómetros de Irán, los muyaidin que llegaron a Francia con la aureola de ser el más importante movimiento de oposición, se han convertido poco a poco en una de tantas organizaciones de exiliados. Sus militantes han abandonado la lucha armada para pasar a otro tipo de oposición, preferentemente propagandística y de orientación cultural, con colocación de murales y otros sistemas de propaganda.El hecho más significativo y por el que los muyaidin han pasado a un segundo plano en la lucha contra el régimen de Teherán, es el divorcio entre Sadr y Radjavi a causa de la guerra con Irak. Sadr, que dirigió en su calidad de comandante en jefe del Ejército iraní los dos primeros años de la guerra, no acepta la aproximación a Irak de Radjavi y la idea de éste de que la sangrienta guerra contribuye a consolidar el régimen de Teherán.

El problema de la cooperación con Irak ha dividido también a los partidos promonárquicos. Tanto el Frente de Liberación de Irán, liderado por el antiguo primer ministro del sha Ali Amini, como el Movimiento de Resistencia de Irán, de Chapur Baktiar, han rechazado cualquier colaboración con Bagdad. Aparentemente unidos en este punto, sus opiniones divergen a la hora de determinar cómo debe producirse la vuelta de la monarquía y sobre todo quién sería entonces primer ministro.

La misma familia imperial se muestra disconforme con estas querellas estériles, aunque la hermana gemela del sha, Azadeh Chafik, ha comenzado el combate en solitario contra los otros sectores monárquicos para conseguir "una monarquía constitucional con un Gobierno de izquierda donde el sha sería la garantía de la estabilidad del régimen".

Los grupos políticos de izquierda marxista se encuentran tarnbién divididos. Los fedayin del pueblo -que comenzaron la revolución a principios de 1979 y que son una de las más poderosas fuerzas políticas del país- están escindidos en dos movimientos: los minoritarios, totalmente opuestos al régimen islámico, y los mayoritarios, partidarios de un apoyo condi cional a Jomeini. Estos últimos, aliados en principio con el partido comunista Tudeh, favorables a una reconducción de la revolución, se han quedado solos debido a la fuerte represión que las autoridades de Teherán han emprendido contra los comunistas.

Ésta es la historia de la oposición iraní en el extranjero: incapaz de unirse y romper sus divergencias y prácticamente reducida a la impotencia por una represión implacable y sangrienta.

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