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SALUD

La venganza de Moctezuma

La herencia de los conquistadores, amenaza para los turistas que cruzan fronteras

Las intoxicaciones alimentarias encuentran en verano las condiciones más favorables para su proliferación. Las diarreas estivales no presentan generalmente ningún riesgo serio para la salud, aunque resultan muy molestas, y su variedad más extendida, la diarrea del viajero, puede hacerle suspender sus vacaciones.En algunos países se la denomina comúnmente como la venganza de Moctezuma, y ello es lógico, si tenemos en cuenta que el 40% de los norteamericanos que viajan anualmente a México regresa a casa antes de lo previsto aquejado de esta molesta enfermedad. Los españoles estamos bastante adaptados a las distintas bacterias que pueden producir una de esas gastroenterocolitis. Con el estallido del turismo, las diarreas se han convertido en la afección que probablemente afecta, en un corto espacio de tiempo, a mayor número de humanos. Cada año, 250 millones de personas cruzan las fronteras de distintos países, entrando con ello en una cultura distinta y con un régimen alimenticio nuevo, para el que no han desarrollado ningún tipo de defensa sus organismos.

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ANTIBIÓTICOS, NO

Todas las diarreas infecciosas se transmiten mediante portadores sanos, que generalmente desconocen que lo son. No padecen la enfermedad, pero la van expulsando. Normalmente, los gérmenes se encuentran alojados en la vesícula y el vehículo de contaminación son las heces. Éstas contaminan el agua y de aquí pasan a los alimentos. La cadena no se produce siempre así, y a veces el portador contamina directamente los alimentos que pasan al receptor sano. Por ejemplo, una de las bacterias más frecuentes, la salmonella, se adquiere en un 30% de los casos a través de carnes mal preparadas, en un 6% por los huevos y en un 4% por los productos lácteos.

Deshidratación

Las distintas infecciones presentan cuadros clínicos muy similares, y los síntomas desaparecen a los dos o tres días de presentarse. Los más comunes, por orden de aparición, son: gases, fatiga, dolores abdominales, náuseas, fiebre, falta de apetito, dolor de cabeza y vómitos. Normalmente no suponen ningún riesgo grave para la salud si se controla la deshidratación, que se produce en muy poco tiempo. Eso hay que vigilarlo especialmente en los niños, ancianos y personas con problemas de desnutrición. Si se agudiza la deshidratación puede ser necesaria la hospitalización y aplicación de suero. En todo caso, aunque no se llegue a este estado, sí es conveniente llamar al médico cuando aparezcan los primeros síntomas de deshidratación fuerte, que se observan por la aparición de arrugas en todo el cuerpo y sequedad en la, lengua.

El suero es el medio más rápido de recuperar el agua y las sales perdidas, pero aun sin tener que llegar a su aplicación, es necesario tomar muchos líquidos. Generalmente bebemos mucha menos agua de la que es necesaria, especialmente en esta época del año. Entre zumos, infusiones -la de manzanilla y anises está especialmente indicada para los problemas gástricos- y agua -tal y como sale del grifo, hervida o de botella-, deberíamos tomar dos litros diarios. No se puede incluir en esta cantidad otros líquidos, como vino o cerveza. Si no recuperamos bebiendo el agua que se evapora con la transpiración, los riñones encuentran mayores dificultades para realizar su labor de depuración, y por ello aumentan considerablemente los cólicos nefríticos en verano.

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