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¿El principio del fin de ETA? / 1

Los socialistas conversaron en secreto con Francia, antes de llegar al Gobierno, sobre el problema terrorista

Hoy, 31 de julio, se cumple el 25 aniversario de la creación de Euskadi ta Askatasuna -Euskadi y Libertad- (ETA). La coincidencia con la festividad de San Ignacio de Loyola es para algunos todo un símbolo, para otros el mero hecho de que el grupo de jóvenes fundadores aprovechó para reunirse en día festivo y pasar desapercibidos de posibles rastreos policiales. 25 años después el grupo de fundadores, unos procedentes del grupo Ekin -Insistir y otros de EGI -juventudes del PNV- se ha diluido en el olvido. La organización, sin embargo, ha conseguido amontonar sobre la historia más reciente, y en concreto sobre la breve andadura de la democracia española, cientos de cadáveres y graves tensiones políticas. De cualquier modo, 25 años después, la situación de la organización terrorista atraviesa lo que muchos analistas consideran como el peor momento de su trayectoria.

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La estrategia del PSOE en materia antiterrorista se puso en marcha mucho antes de que los socialistas llegaran al Gobierno tras vencer en las elecciones del 28 de octubre de 1982. Desde la oposición, los socialistas apoyaron la línea del anterior ministro del Interior, Juan José Rosón, y ofrecieron sus lazos con sus colegas franceses después de la histórica victoria de estos en las elecciones del 10 de mayo de 1981. A partir de ese momento el PSOE puso en marcha su operación, que está obteniendo ahora decisivos resultados. Durante el verano de 1982, meses antes del acceso del PSOE al poder, una delegación de altos dirigentes socialistas se entrevistó secretamente en París con el entonces ministro francés del Interior, Gaston Defferre, y semanas después, en otra reunión confidencial, con el primer ministro, Pierre Mauroy, para conseguir su colaboración en la lucha antiterrorista.La victoria de los socialistas franceses en las elecciones presidenciales del 10 de mayo de 1981, que proclamaron a François Mitterrand jefe del Estado y presidente de la República, afectaría notablemente a las relaciones hispano-francesas. En esas fechas, el entonces asesor jurídico de Mitterrand y hoy ministro de Justicia, Robert Badinter, manifestaba: "No hay nada que esperar de Mitterrand en materia de trivialización de las extradiciones. Pero se acabará, creo yo, eso del vaivén de los vascos entre las dos fronteras".

La instalación de los socialistas en el Palacio del Elíseo iba a replantear la estrategia adoptada por el PSOE hasta ese momento. De la colaboración desinteresada por razones de Estado con Juan José Rosón se pasó a la actividad más directa. El PSOE contaba, por diversas encuestas, con que su victoria en las elecciones previstas para el 28 de octubre de 1982 era absolutamente segura, y uno de sus grandes problemas, una vez en el Gobierno, sería el terrorismo. El partido socialista diseñó una estrategia y colocó al hombre clave a la cabeza de esa importante operación: Txiki Benegas.

La estrategia se basaba, en síntesis, en cinco puntos:

- Absoluta negativa a negociar políticamente con ETA.

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- Potenciar las relaciones con Francia.

Aumentar la eficacia policial.

- Dejar una vía abierta para los etarras (reinserción).

- Intensificar la acción política del partido en el País Vasco.

Txiki Benegas explica que "el PSOE mantuvo una relación estrecha y leal con Rosón, y el partido se planteó con bastante anticipación a las elecciones legislativas la estrategia antiterrorista, en cuyo ámbito era un elemento muy importante la solidaridad europea".

En el verano de 1982, altos dirigentes del partido se entrevistaron en París con el ministro del Interior, Gaston Defferre, y semanas después con el primer ministro, Pierre Mauroy. Esas entrevistas serían decisivas y su celebración se mantuvo en la máxima reserva. En París se dibujó la primera línea de los intereses españoles en la lucha antiterrorista. Estas reuniones supusieron el inicio de posteriores y fecundas relaciones. Txiki Benegas afirma que en un principio "hubo que realizar un gran esfuerzo por explicar a los franceses la situación del País Vasco español, ya que existía un gran desconocimiento en Francia sobre ese tema: ni siquiera sabían que existía un Parlamento vasco".

Hombres clave

Según ha podido saber este periódico de fuentes del PSOE, el secretario general del PSE-PSOE y miembro de la ejecutiva federal, Txiki Benegas, y el presidente del PSOE, Ramón Rubial, fueron los dos hombres clave que dirigieron las gestiones sobre terrorismo con sus colegas y elaboraron la estrategia a llevar a cabo. Ambos, siempre según las fuentes anteriormente citadas, realizaron gestiones con Mauroy y Defferre y fueron cónsules del partido en la lucha por la solidaridad europea contra el terrorismo.Las elecciones del 28 de octubre de 1982, que dieron la victoria por mayoría absoluta al PSOE, iniciaron una nueva etapa en las relaciones hispanofrancesas, aunque la colaboración antiterrorista estaba ya "más o menos encauzada".

Hasta esas fechas no habían mediado muestras de buena voluntad por parte del Gobierno de París y se mantenía la duda de si Mitterrand apoyaría las peticiones españolas. Los socialistas querían de Francia información y vigilancia de los activistas de ETA, retirada de la carta de refugiados y extradiciones de los etarras.

Gregorio Peces-Barba, actual presidente del Congreso de los Diputados, mantuvo también una entrevista confidencial con el ministro de Justicia francés, Robert Badinter, con el objeto de conseguir colaboración en materia de extradiciones de etarras. Badinter no estaba muy bien considerado en medios españoles, puesto que el prestigioso abogado había defendido a refugiados vascos en causas de extradición.

El nuevo ministro español del Interior, José Barrionuevo, estrechamente conectado, en un principio, con su antecesor, Juan José Rosón, realizó un cambio en las estructuras policiales que fue duramente contestado desde la propia corporación. El comisario Manuel Ballesteros fue sustituido al frente de la lucha antiterrorista por un subordinado suyo, Jesús Martínez Torres, quien había estado destinado durante los cuatro años anteriores en el País Vasco. Desapareció el Mando Único para la Lucha Contraterrorista (MULC), y la atribución de esas responsabilidades recaería en el entonces director de la Seguridad del Estado, Rafael Vera, hoy subsecretario de Interior.

El nombramiento de Jesús Martínez Torres sorprendió en medios policiales, y la reestructuración del aparato antiterrorista -prácticamente fue desmantelado el organigrama que había impuesto Rosón- fue entendida como una represalia contra el anterior equipo. Posteriormente se ha comprobado que Jesús Martínez realiza una labor eficaz en la sombra más absoluta.

La reacción no se hizo esperar

La victoria del PSOE en el 28-O y las perspectivas de buenas relaciones con Francia no hicieron esperar la reacción de ETA. La organización terrorista intentó llegar hasta el corazón de lo que entonces era el brazo más sensible del sistema democrático. El 4 de noviembre de 1982, apenas una semana después de las elecciones que dieron la mayoría absoluta a los socialistas, el jefe de la División Acorazada Brunete -la unidad más importante del Ejército español-, el general de división Víctor Lago Román, de 63 años, fue asesinado en Madrid cuando acudía a su despacho en El Pardo. Felipe González todavía no había tomado posesión de la Presidencia del Gobierno, y el presidente en funciones, Leopoldó Calvo Sotelo, calificó el crimen como "execrable y una provocación, no sólo a las Fuerzas Armadas sino a todos los españoles, que acaban de pronunciarse por una convivencia pacífica".Sin embargo, se mantuvo la calma. Varios capitanes generales manifestaron enérgicas reacciones en favor de la Constitución y la democracia. Fue un momento crítico en el traspaso de poderes de la Administración de, UCD al PSOE. En medios policiales y en determinados sectores de Euskadi se valoró el grave atentado como un intento de presionar al nuevo Gobierno, todavía no constituido, para que negociase con ETA.

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