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Ruiz-Mateos afirma que "otros colegas míos han hecho lo que yo y no sufren persecución alguna"

"Lo he pasado muy mal, sobre todo por la sorpresa y porque no acababa de comprender por qué me encontraba yo allí dentro, en condiciones tan duras, cuando tantos otros colegas míos que han hecho lo mismo que yo no sufren persecución alguna", declaró ayer en Francfort: José María Ruiz-Mateos, horas después de haber abandonado la cárcel bajo libertad provisional, en una larga entrevista concedida a EL PAÍS, en la que narra sus experiencias y sentimientos a lo largo de sus 90 días de cautiverio.

El magistrado Luis Lerga, juez de delitos monetarios encargado del caso Rumasa, afirmaba en Madrid, casi a la misma hora en la que el ex presidente del holding empresarial rememoraba los días pasados en la cárcel, que está firmemente convencido de que va a prosperar la demanda de extradición del empresario jerezano presentada a la justicia alemana. El juez se mostró también muy indignado por las últimas declaraciones públicas de los defensores de Ruiz-Mateos, que, según afirma, pueden constituir delito de calumnias.José María Ruiz-Mateos, que insiste en su sorpresa por la detención y el cautiverio a que ha estado sometido, cuenta que al principio lo pasó muy mal en la cárcel, fundamentalmente por la sensación de soledad y aislamiento que producen las celdas. Después hizo amistad con muchos presos e intercambió con ellos comprensión y aliento. Según se fue familiarizando con la prisión, el ex presidente de Rumasa pasó a trabajar primero en uno de sus talleres, preparando clavos para una industria ("te pagan a destajo, pero una miseria"), para lograr después que le nombraran pinche de su galería. Este cargo le permitió pasar muchas horas fuera de la celda, barriendo o sirviendo la comida, lo que fue para él una pequeña liberación.

El empresario jerezano ha repartido varias docenas de estampas de la Virgen entre sus compañeros de cautiverio, aunque le molestaba que pudiesen colocarlas en las paredes de sus celdas junto a fotografías menos pudorosas y frases pornográficas. Ha leído algunos libros de Vizcaíno Casas y de Álvaro de Laiglesia ("aunque no tenía muchas ganas de reír"), y la Biblia. En una lujosa suite de un importante hotel de Francfort aguarda ahora el fallo a la solicitud de extradición presentada contra él a las autoridades alemanas por la justicia española.

Páginas 48 y 49

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