Arroyo ganó la etapa y Delgado se rompió una clavícula
Ángel Arroyo culminó con éxito la estrategia del Reynolds por intentar ganar una etapa. Todo el equipo tuvo ayer trabajo extra para que Arroyo o Delgado llegaran primero. Como su suerte sigue siendo dispar, el primero llegó a la meta como triunfador y levantando los brazos; el segundo, llorando y sujetándose el brazo derecho. Había caído cuando bajaba muy por delante del grupo que mandaba Fignon. Iba para ser segundo en la etapa. Rápidamente fue conducido, en ambulancia, a un hospital. Pedro Delgado se rompió la clavícula derecha, según uno de los médicos del Tour. Muñoz, por su parte, logró su objetivo de entrar entre los diez primeros de la general.
Ya parecía dificil que Arroyo y Delgado coronaran juntos y con éxito una etapa. Era mucho pedir que el primero hubiera cogido un minuto de ventaja en el último puerto para asegurarse el triunfo y que el segundo saltara del grupo de Fignon para intentar alcanzar la segunda plaza. Según sus palabras, entre ostensibles gestos de dolor, a Delgado se le rompió el tubular de la rueda delantera en pleno descenso y fue a parar contra una valla a gran velocidad.Presentaba en la meta fractura de clavícula derecha y una herida bastante ostentosa. Delgado pudo acabar la etapa en un grupo retrasado, con varios compañeros de equipo, y a cuatro minutos de su amigo Arroyo. Pierde así la posibilidad de terminar este Tour de Francia entre los 10 primeros de la general. Su última ilusión por ganar el premio de la montaña aparentaba ser difícil, por cuanto el escocés Millar había adoptado como única táctica a desarrollar la de colocarse a rueda del español y entrar en todos los puertos detrás de él.
Millar es, sorprendentemente, el cuarto en la general, porque nadie contaba con él y anduvo siempre libre de todo marcaje. Aun así, parece un corredor lo suficientemente entero como para asegurarse este premio, sobre todo después de que sus dos principales rivales, Bernardeau, ayer, y posiblemente Delgado, hoy, abandonaran.
La cara feliz fue para Ángel Arroyo, que pudo evitar que el Reynolds terminara el Tour sin haber ganado una etapa. La táctica fue preconcebida en la noche anterior y se trataba de colocar siempre a un corredor del equipo en toda las escapadas, para "ir haciendo puente", como dicen los técnicos. Prieto, Gorospe, Aja, Laguía y Greciano se fueron alternando en los diferentes grupos de cabeza. Prieto fue el penúltimo Reynolds escapado.
El control se hizo más fácil, porque casi ningún equipo tenía intenciones definidas con respecto a la etapa. Todo está ya resuelto en el Tour. El mismo Fignon, todopoderoso casi siempre, reconoció haber sufrido algunas dificultades, estar cansado y tener enormes deseos de regresar a casa. Parece, pues, que solo a Hinault le queda algún resquemor. El cansancio en las piernas es ya tan intenso que todos los corredores han olvidado parte de sus aficiones.
Arroyo lo confirmó casi todo en la meta. Primero, que el objetivo era ganar la etapa, "no queríamos que se nos escapara este Tour sin una victoria y esta etapa siempre se me ha dado bien". Segundo, la colaboración de todo el equipo, "la consigna era que hiciéramos siempre un puente". Tercero, el momento de la decisión final: "vi que Fignon iba soltando piñones, y que el resto del grupo no iba muy bien. Entonces, le pregunté a Delgado y me dijo que hiciera lo que quisiera, así que ataqué".
Delgado se escapa
Arroyo coronó el último puerto del día, el Joux-Plane, con la misma fuerza que el pasado año, cuando empezó a escalar posiciones hacia su segundo puesto final. Llevaba 1.03 minutos de ventaja sobre el grupo, diferencia que aumentó ligeramente en un descenso arriesgado y que hizo pasar temor a varios corredores. Delgado saltó con su peculiar estilo para el descenso, estilo que ya ha cosechado imitadores, como bien ha reconocido la prensa francesa.
Pero Delgado se topó con una valla en una etapa que siempre parece serle aciaga en el Tour de Francia. Camino de Morzine, el pasado año, se despidió de sus aspiraciones, de victoria. Ayer, prácticamente, se despidió de la carrera. Pedro Muñoz, que se limitó a colocarse en el grupo de cabeza, sin otras pretensiones, también reconoció haber pasado miedo en el descenso: "Había sido una etapa tranquila, pero la batalla final resultó peligrosa. No intenté saltar, sino asegurarme el físico en la bajada".
El caso de Pedro Muñoz es equiparable al de corredores como Ruttiman, Millar o Acevedo. De no contar en casi ningún pronóstico, han conseguido situarse en puestos más que honrosos en la general. Pedro Muñoz ya es noveno, un puesto que firmaría al empezar y que parece dispuesto a consolidar. Muñoz manifestó encontrarse en buen momento y aseguró que hoy intentaría algo para que el Teka pudiera adjudicarse un triunfo por etapa. Es su última posibilidad.
Última etapa montañosa
El Tour llega así a su última etapa montañosa, que se contemplará con total tranquilidad a la vista del dominio de Fignon. Sólo Hinault, quien sabe si sólo en broma, anunció que volvería a atacar. Serán 140,5 kilómetros, con final en lo alto de Crans-Montana, en los Alpes Suizos, un puerto de primera categoría. Es una etapa que ya parece estar de más, salvo para mínima! alteraciones en la general. El podio tiene visitantes asegurados: Fignon, Hinault y Lemond y al ciclismo español sólo le queda la pesadumbre de saber que un Reynolds, algún integrante de la famosa pareja del equipo, podía haber subido a él. Hinault pierde en vida su hegemonía, pero lo hace a fuerza de haberse resistido por encima del límite que el resto de corredores consideraba razonable.
Hinault tuvo que luchar no sólo contra Fignon, sino contra el equipo más fuerte del Tour y a sabiendas de que su conjunto le iba a servir para bien poco. Hizo funciones hasta de gregario de sí mismo, e hinca la rodilla con rabia. Hoy, Pedro Muñoz quiere que sea su día. Los españoles podrán acercarse a verlo por una televisión que siempre llega con retraso, y que contempla la etapa no in situ sino desde un locutorio en Madrid.
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