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La sed

Desde la ventanilla de un DC-9, España da mucha sed. Comprendo que la visión aérea de esas interminables y abrasadas planicies estoicas provoque en un contemplador sensible apetitos más nobles, generalmente relacionados con los populares géneros poéticos del sentimiento trágico de la vida, del me duele España y del ser, el quién, el por qué y el ay de esas autonomías calcinadas que, desde tantos metros de altura, no hay manera humana de distinguir por la sencilla razón de que todos los desiertos son pardos, especialmente al atardecer.Pero a mí esa visión tan metaflisica me produce un agudo sentimiento de sed casi etíope. La prueba de que no debo estar del todo equivocado es la obstinación de las azafatas en la intolerable naranjada de Iberia.

Otra prueba irrefutable de que este país da mucha sed es el intenso bombardeo de imágenes, sonidos y frases para atrapar al sediento en las redes de una determinada marca de burbujas, colas, tónicas, refrescos o cosas peores.

No se sabe muy bien qué es peor, si mirar hacia el reseco paisaje de la naturaleza o si hacia el refrescante paisaje de la cultura publicitaria. Si la sed natural provocada por el desierto o si la sed artificial producida por la selva de anuncios.

En cualquier caso, lo difícil no es tener sed española, sino acertar en el método para saciarla con elegancia, sin hacer el ridículo social. Cada verano nos lo ponen más complicado a los sedientos.

No basta pedir un refresco a secas, es necesario especificar sí se trata de una sed con burbujas o sin burbujas, azucarada o amarga, con. alcohol o sin alcohol, espesa o light, con calorías o sin calorías, colonialista o nacional, con envase de vidrio o enlatada, de sabor a fruta o a química inorgánica, cafeinada o descafeinada; sed marrón, amarillenta, verdosa, rosácea o lila.

Lo que ya resulta prácticamente imposible es matar la sed con un líquido transparente, inodoro e insípido compuesto de hidrógeno y oxígeno. Excepto que sea un agua envasada, etiquetada, que no engorde, se anuncie en la tele y cueste casi un dólar por botella no recuperable.

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