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La visita del príncipe heredero saudí coincide con un bajo nivel en las relaciones comerciales

El heredero del trono saudí, príncipe Abdullah ibn Abdulaziz, llega hoy a Madrid, en visita oficial, en un momento en que empieza a cundir la decepción por parte española por la marcha de las relaciones económicas entre ambos países y cuando la muerte de siete marineros españoles en el golfo Pérsico introduce una seria diferencia entre Riad y Madrid sobre este conflicto. Un alto funcionario del Gobierno español comparaba ayer la actitud de Irak con la del Ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial.

Fuentes diplomáticas españolas -aun reconociendo que es habitual que los negocios con Arabia Saudí vayan a ritmo lento- declaraban ayer a EL PAIS que la cooperación económica hispanosaudí ha avanzado poco después de lo prometedora que parecía tras las visitas hechas este año a ese país por el presidente del Gobierno, Felipe González, y por el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán. "Los saudíes prometen mucho y contratan poco", resumía ayer esta fuente.La cancelación de un crédito saudí por valor de 157 millones de dólares (unos 23.500 millones de pesetas) y la concesión de otro nuevo a un interés inferior va a un ritmo muy lento, pese a las promesas dadas en febrero en Riad al ministro español de Economía, Miguel Boyer.

Ésta es la primera visita oficial que hace a España Abdullah ibn Abdulaziz, que es, además, viceprimer ministro y jefe de la Guardia Nacional. De los asuntos políticos, será el conflicto irano-iraquí el que centre las conversaciones, ya que su agravamiento lo ha convertido en cuestión clave de la política exterior saudí, relegando eventualmente el problema palestino, por lo que se piensa que el prometido intercambio de embajadores entre España e Israel -ante el que Riad tiene tina postura crítica- sólo tangencialmente puede ser tratado en las conversaciones.

España ha venido manteniendo asiduos contactos diplomáticos con Arabia Saudí, intentando lograr una solución a la guerra del Golfo. El Gobierno de Madrid se mantiene neutral, mientras que los saudíes apoyan a. los iraquíes, lo que no había ocasionado ningún roce. Sin embargo, la muerte de siete marineros españoles al estallar la pasada semana un misil lanzado por los iraquíes contra el barco liberiano en el que ha dado lugar a un sensible empeoramiento de las relaciones Madrid-Bagdad.

La estancia en Madrid del príncipe heredero saudí puede ser aprovechada por el Gobierno para plantear el problema y buscar la mediación de Riad en las gestiones que España hace en solicitud de garantías para evitar que se reproduzcan hechos similares. La petición de mediación puede tener efectos limitados, ya que, según recuerdan oportunamente fuentes diplomáticas españolas, barcos de Arabia Saudí han sido ya víctimas de ataques similares, tanto por Iraq como por Irán.

España presentó el domingo una nota verbal al Gobierno de Bagdad, en la que protestaba por el ataque en que resultaron muertos siete marineros españoles. Igualmente, en ella se reservaba el derecho a pedir indemnizaciones para las familias de los muertos. Esta nota fue rechazada por Iraq, presumiblemente porque el barco no era de bandera española, sino liberiana. El Gobierno español preparaba ayer una nueva nota verbal pidiendo un compromiso para lograr que los barcos españoles puedan navegar con seguridad por el golfo Pérsico.

De momento, Madrid ha dictado una especie de moratoria, que puede durar una semana, durante la cual ninguna nave de bandera española se adentrará en la zona de conflicto. El barco Castillo de Tamarit, que estaba a punto de entrar en el golfo Pérsico, ha detenido su navegación. Enojado por la acción, un alto funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores español recordaba ayer que por hechos semejantes al que ha costado la vida a siete marineros españoles fueron juzgados almirantes alemanes en el tribunal de Nüremberg.

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