Un centenario con señorío
Fue una fiesta bonita, entrañable, con un señorío y colorido que sólo los británicos saben dar a las celebraciones centenarias. Dieciséis campeones de Wimbledon desfilaron ayer en la pista central para festejar el centenario femenino del torneo, y lo hicieron tras ser anunciada su entrada con una fanfarria de sabor medieval a la que siguió la música de una marcha militar interpretada por una banda femenina. Los duques de Kent entregaron a cada campeona un vaso como trofeo conmemorativo, y las tenistas desfilaban una a una pisando una gran alfombra roja para recoger el recuerdo. Eran 16 campeonas, pero sólo tres con pantalones: Martina Navratilova, Chris Evert y Althea Gibson. La brasileña María Bueno era la más elegante, con una blusa blanca, una chaqueta a rayas verticales blancas y negras y una ceñida falda negra. Althea Gibson fue la que más se inclinó en su reverencia a los duques. Billie Jean King, Margaret Court y Virgina Wade fueron las más aplaudidas; Evonne Goolagong, la más divertida, llegó, incluso, a iniciar un pase de baile cuando sonó un pasadoble.Pero la estrella fue Kitty Godfree. La tenista británica, campeona en 1924 y 1926 -cuando derrotó a la española Lilí Álvarez- fue la última en recibir el trofeo. Es la más veterana, con 88 años cumplidos. Y lo hizo con garbo, con la seguridad que a sus años puede tener una mujer que se conserva perfectamente. Gianni Clerici, un periodista italiano, la visitó el año pasado para recoger datos para un libro sobre Suzanne Lenglen, la gran dominadora de Wimbledon en los años veinte. Clerici esperaba una tarde tranquila y agradable charlando y tomando el té con una venerable anciana de casi 90 años. Kitty le cogió con la guardia baja cuando, al despedirse, le dijo: "¿Por qué no vuelves mañana e intercambiamos unos golpes en la pista?". Kitty todavía juega a menudo al tenis, el deporte de su vida.
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