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Reportaje:El mesianismo bancario de Jordi Pujol / y 3

Banca Catalana nació y murió por razones políticas

No todos los antiguos gestores de Banca Catalana han hecho acto de contrición y propósito de enmienda. Radicalizados y convencidos de que los asuntos de Cataluña acaban siempre mal por falta de poder político, mantienen la necesidad de convertir a Barcelona en la segunda plaza financíera de España, independiente de las decisiones de Madrid. Para ellos, después de la catástrofe que supuso perder casi 20 veces su capital por mala gestión, sigue vigente el Infonne sobre la necesidad de crear una banca catalana, elaborado a principios de siglo por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Barcelona, que inspiró a Jordi Pujol. "Cataluña sin una banca propia y autónoma", ha manifestado en más de una ocasión el presidente de la Generalitat, "nunca será un gran país".La idea básica de redimir industrialmente a Cataluña presidió muchas de las benéficas pero arriesgadas inversiones del grupo bancario impulsado por un minyó de muntanya convertido en líder de Convergéncia i Unió. Su idea mesiánica de construir "algo más que un banco" le llevó a una fuerte expansión bancaria, por absorción o participación, y a asumir enormes riesgos en créditos y en propiedades en un centenar de empresas inmobiliarias e industriales que no podían hacer frente a sus gastos financieros. Como en el caso de Rumasa, y de tantos otros a partir de 1978, cuando los tipos de interés al alza se cruzaron con la inflación a la baja las empresas no pudieron hacer frente a sus compromisos financieros. Los siete bancos del grupo -Catalana, Industrial de Cataluña, Industrial del Mediterráneo, Barcelona, Gerona, Crédito e Inversiones y Alicante- anotaban intereses nunca cobrados o concedían nuevos créditos para poder cobrar los intereses de los anteriores, y así sus activos (créditos) no producían la rentabilidad necesaria para pagar el interés de sus pasivos (depósitos).

La cifra creciente de pérdidas les obligó, como a Ruiz-Mateos, a sumergirse, comprando y dando créditos mediante fiduciarios y sociedades instrumentales, y a "cabalgar a lomos de tigre", según la clásica expresión del profesor Samuelson. Hasta mayo de 1982 esta huida hacia adelante no fue detectada, sino, al contrario, alentada en más de una ocasión por el Banco de España, al adjudicarles, por ejemplo, la propiedad y gestión del Banco Industrial del Mediterráneo, el único en la historia de la crisis que ha necesitado ser saneado y vendido por dos veces a través del Fondo de Garantía de Depósitos.

Un banco sin ánimo de lucro

Por otra parte, la urgencia creciente de captar pasivo, cada vez más caro cuanto más necesario, y la desconfianza y encarecimiento del mercado interbancario les llevó a generalizar el pago de extratipos (tipos de interés superiores a los autorizados), práctica prohibida, pero bastante común en toda la banca española. El pago de extratipos lleva automáticamente aparejada la falsedad en los documentos contables, lo que, al igual que en Banca Catalana, era practicado por el 90% de la banca española, incluida la de alcurnia.

"Considerar ahora que el pago de extratipos, que nunca son declarados a efectos fiscales, supone apropiación indebida, o que la falsedad cometida en el deporte nacional de la doble contabilidad, a través de la cuenta B, son delitos exclusivos del grupo de Jordi Pujol no deja de ser, cuando menos, sorprendente", según manifiestan los medios económicos consultados Los pagos de extratipos se compensaban contablemente mediante mil trucos, uno de los cuales era apuntar créditos a nombre de personas ya fallecidas o inexistentes, con lo que todos cometían falsedad. Al cabo de varios meses, tales falsos créditos se daban de baja, considerándolos como fallidos incobrables.

"Si ha habido un banco donde nunca hubo ánimo de lucro, éste ha sido Banca Catalana", ha declarado uno de los antiguos gestores. "Lo que hacíamos no eran actos caritativos", añade la misma fuente, "sino saltos de trapecio sin red para salvar industrias catalanas". El propio ex vicepresidente de Banca Catalana, Francesc Cabana, pensando más en Cataluña que en la rentabilidad bancaria, escribió, tras la crisis de su grupo, que "la idea de Banca Catalana era buena y sigue siendo buena, pues el fracaso de un equipo no hade suponer el fracaso de una idea empresarial".

Sin embargo, las acciones dirigidas al fomento de Cataluña no fueron, al parecer, suficientemente agradecidas ni recompensadas por los clientes de Banca Catalana, quienes, a partir del 11 de junio de 1982 -fecha en que se conocieron públicamente sus dificultades a través de Europa Press-, decidieron vaciar, lenta pero brutalmente, sus cuentas corrientes, y no por ventanilla, sino por cámara de compensación, ingresando sus talones en algún banco centralista.

Paradójicamente, los depositantes del Banco de Valladolid habían demostrado más confianza en su banco que los catalanes en el suyo. La salida de depósitos fue, por su volumen, la mayor producida en la historia de España. Y al final, después de las elecciones legislativas del 28 de octubre de 1982, se hizo con Catalana el 3 de noviembre lo que, por razones políticas, no se quiso hacer en mayo, ni en septiembre: la reducción del capital a una peseta y su ampliación cubierta por el Fondo de Garantía de Depósitos. Se hizo tarde y después de haber cerrado la herida en falso, con eufemismos catalanistas, por dos veces.

Irregularidades, como todos ,

Aunque el tratamiento de la crisis de Catalana ha sido distinto al de otras crisis semejantes, aunque de menor envergadura, su origen es bastante parecido al de las demás. Las irregularidades observadas por la inspección del Banco de España en Banca Catalana no difieren mucho de las cometidas por el Banco de Levante, el Banco Occidental y tantos otros, hasta el medio centenar de los que han caído en brazos de los grandes durante la crisis bancaria.

El propio ministro de Economía, Miguel Boyer, ha declarado: "Desgraciadamente, no es muy diferente el caso de Banca Catalana de la mayoría de los casos que hemos presenciado de crisis bancarias en cuanto a irregularidades". Y el ex vicepresidente del consejo de administración, Francesc Cabana, ha concretado más: "En todos ellos se han encontrado cuentas de caja B, extratipos y otras infracciones administrativas de las que toda la banca española, sin excepción, ha cornetido".

Antiguos consejeros mantienen que las negociaciones con el Banco de España para la entrada de La Caixa en la ampliación de capital de Catalana, del que ya poseía el 7%, se rompieron precisamente como consecuencia del pánico financiero creado a raíz de la noticia de Europa Press. En 15 días, los clientes retiraron de sus cuentas unos 25.000 millones de pesetas, y no era'raro entonces observar aparcadas, a las puertas de las oficinas de Banca Catalana, camionetas cargadas con los billetes del Banco de España que acudían a reponer las faltas de tesorería.

La sangría de depósitos fue frenada en el mes de agosto, durante la gestión del nuevo consejo de notables, presidido por Eusebio Díaz-Morera, elegido en la junta general del 29 de junio. Uno de aquellos notables, el presidente de Fuerzas Eléctricas de Cataluña, SA (FECSA), JuanAlegre Marcet, declaró entonces: "Separar la institución bancaria de la política es la filosofia que inspira a los nuevos consejeros".

El plan de saneamiento impuesto por el Banco de España, con el apoyo de la Generalitat, y heredado por los nuevos gestores -propuestos por Banca Catalana con el visto bueno del banco emisor- incluía, además del propio cambio de gestión, una rara emisión de bonos convertibles por 5.700 millones de pesetas y al 5%. -de dudosa rentabilidad para cualquiera que no tratara de hacer país-, exención de coeficientes, pase al Fondo de Garantía de Depósitos de los bancos de Alicante y de Crédito e Inversiones y ayudas de tesorería.

Aunque "la tesorería es el opio de los bancos", según expresión de un alto funcionario del banco de bancos, los nuevos gestores consiguieron frenar la sangría y recuperar 7.000 millones de depósitos a finales de agosto. Pero en esa fecha Díaz-Morera ya conocía el tamaño del cáncer, un gigantesco quebranto patrimonial próximo a los 130.000 millones de pesetas, y, por tanto, abandonó, por insuficiente, el plan propuesto en juni para reponer sólo 5.700 millones de pesetas.

El flamante presidente de Banc Catalana, que procedía de una d las cajas de ahorro catalanas, pro puso entonces, a principios de septiembre, un plan de saneamiento que incluía las escalofriantes ayudas recogidas en el cuadro adjunto.

Rechazado el plan de los notables catalanes, convertido el consejo en administracción oficial de Banco de España el 17 de septiembre, conocido el brutal quebranto patrimonial y decidido el aplazamiento de la operación acordeón del Fondo de Garantía de Depósitos por dos meses, comenzó el segundo y ya mortal vía crucis d Banca Catalana, que acabó con la pérdida casi total de sus 130.00 millones de pesetas a depósito con el capital de sus 40.000 accionistas y con la moral de los ca 18.000 empleados ligados al grupo. Díaz-Morera no recibió entoces los 130.000 millones de peseta de ayudas, pero el Banco de España puso pocos meses después la friolera de 321.000 millones.

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