Angel Cristo y Bárbara Rey
llegaron el martes a Burgos con su Circo Ruso para actuar en la plaza de toros, y a las pocas horas tuvieron que desmontarlo e irse con sus animales y sus 300 trabajadores, como consecuencia de la negativa del ayuntamiento, propietario de la plaza, a permitir la representación. Los artistas tenían el permiso del empresario de la plaza, pero se vieron sorprendidos con la noticia de que la competencia sobre actuaciones no taurinas corresponde al ayuntamiento. Éste ya había adjudicado mediante subasta unos terrenos al Circo Krom. Enfadado, Cristo manifestó que no entendía cómo en unos tiempos tan difíciles se ponen tantas pegas a la gente para ganarse la vida.
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