Los 14 dirigentes de una secta, detenidos por inducir a la prostitución y a la drogadicción
Un total de 14 personas, presuntamente responsables de una secta denominada Centro Esotérico de Investigaciones, fueron detenidas en la madrugada de ayer por Mossos d'Esquadra (policía autonómica catalana) y por miembros de la policía judicial de la Jefatura Superior de Barcelona, acusados de los delitos de intrusismo profesional, negligencia, estafa, fraude, persuasión coercitiva, control mental, inducción a la prostitución y al consumo de LSD. Otras 42 personas, entre ellas nueve menores, fueron también retenidas por la policía.
La operación policial se inició a las nueve de la noche del miércoles y finalizó a las cuatro de la madrugada de ayer, con la detención del principal responsable de la secta, Vicente Lapiedra Cerdá, un ex seminarista que se hacía pasar por psicólogo y que en numerosas ocasiones había asegurado que Job le había hecho revelaciones.Vicente Lapiedra creó hace unos cinco años un singular gabinete de asesoramiento psicólogico, especializado en ternas esotéricos y sexuales, al que bautizó con el nombre de Ceis. Los servicios del Centro Esotérico de Investigaciones venían ofreciéndose a través de los periódicos en la sección de pequeños anuncios de relación personal. Aseguraban tratamiento eficaz para la eyaculación precoz o para los trastornos de personalidad. Con este señuelo, y con ayuda de Manuel David Gómez, Nuria Dinarés, José Luis Ibern y José Antonio Ropero, se creó una singular organización en la que se fomentaba por encima de todas las cosas la prostitución, para lo que también se utilizó la sección de pequeños anuncios de los periódicos, en las columnas de relax. También se buscaba a los clientes en bares de alterne como el Pub 240, de la calle de Muntaner de Barcelona.
Un buen número de seguidores de Vicente Lapiedra, que habían sido captados a través del gabinete de asesoramiento psicológico y esotérico, convivían en 13 pisos de Barcelona y su provincia, donde se ejercía la prostitución. Entre estos locales se encontraba un lujosísimo piso situado en la Diagonal, compuesto por 13 suites, valorado al parecer en 11 millones de pesetas.
Dependencia psicológica
Entre el centenar de seguidores de Lapiedra se encontraban profesionales de los más diferentes ramos: ingenieros, médicos, enfermeras o químicos, quienes habían acudido a la organización con la esperanza de recuperar el equilibrio psicológico y emotivo.El primer paso en este tratamiento consistía, según la doctrina de Vicente Lapiedra, en una relación sexual enteramente libre. Una vez establecida esta dependencia psicológica, Lapiedra y sus seguidores urdían una estrecha relación económica, camuflada bajo el aspecto de minutas, por la que los seguidores se veían obligados a entregar gran parte de sus salarios o a ejercer la prostitución para pagar "la terapia del maestro".
Vicente Lapiedra y sus seguidores no sólo ofrecían terapias sexuales a sus clientes, sino que además les sugerían y vendían singulares ritos esotéricos a través de los cuales se aseguraba la felicidad o cualquier deseo. El mundo de Vicente Lapiedra había crecido de manera desmesurada en los últimos años, gracias a los numerosos adeptos que acudían al Ceis, lo que le proporcionaba grandes beneficios.
La Dirección General de Seguridad Ciudadana asegura, en una nota hecha pública ayer, que "los resultados obtenidos permitieron confeccionar un detallado expediente en el cual se establecían indicios razonables de actuaciones delíctivas por parte de determinados miembros de la mencionada secta. A continuación, esta dirección general inició todos los trámites legales pertinentes a fin de llevar a término la correspondiente acción policial".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.