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El presidente Belisario Betancur hace un llamamiento a la colaboración entre países deudores y acreedores

"No hemos venido a eludir nuestras obligaciones, sino a buscar cómo cumplirlas mejor; no hemos venido a hacernos fuertes para el enfrentamiento, sino para la colaboración". Con estas palabras inauguró ayer el presidente de Colombia, Belisario Betancur, la reunión ministerial de Cartagena, conocida ya como el Contadora económico, donde los cancilleres y titulares de finanzas de 11 países latinoamericanos estudian los problemas de su deuda exterior. Esta conferencia es en realidad una réplica de los países pobres a la que celebraron recientemente en Londres las naciones ricas.

En la junta ministerial de Cartagena, que se prolongará durante el día de hoy, están presentes los ministros de Finanzas y Asuntos Exteriores de México, Brasil, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Venezuela y República Dominicana.El presidente colombiano dijo en la apertura de la cumbre que en los últimos diez años el endeudamiento latinoamericano se multiplicó por cuatro, pero agregó que las obligaciones de los créditos habían aumentado a un ritmo todavía mayor por el endurecimiento de las condiciones financieras.

"Algunos de nuestros países no manejaron con sabiduría su tasa de cambio", admitió. "También es evidente que las finanzas públicas no se condujeron con el orden y la seriedad necesarios", pero añadió que éste sería un problema casi rutinario sin la crisis petrolera, sin la contracción del comercio internacional, sin el deterioro de los términos de intercambio en la región y sin un crecimiento desproporcionado de las tasas de interés.

Betancur dijo que sólo un sólido sistema financiero internacional puede permitir el crecimiento de los países en desarrollo, que únicamente así podrán pagar. Las fórmulas del Fondo Monetario Internacional no bastan por sí solas. En varias ocasiones repitió que el servicio de la deuda latinoamericana se ha vuelto tan gravoso que amenaza la estabilidad del sistema financiero y la supervivencia de los procesos democráticos de numerosos países.

En un crescendo continuo recordó que la segunda guerra mundial tuvo causas económicas, como el desastroso manejo de la economía internacional a partir de la gran depresión. "Pienso que no sería exagerado afirmar que la solución de la crisis del endeudamiento latinoamericano es un ingrediente esencial de la paz mundial".

En la recta final de su discurso sometió a la conferencia una serie de compromisos básicos: que cada país haga lo posible para pagar su deuda; que todos presionen a las naciones industriales para que asuman la obligación de proporcionar recursos compensatorios al sistema financiero cuando adopten políticas económicas capaces de alterar los programas de ajuste de los países en vías de desarrollo; que se busquen colectivamente modalidades de crédito que se ajusten a las circunstancias de cada país en la actual situación económica mundial.

'Club' de deudores

La idea de crear un club de deudores nunca estuvo en el ánimo de los once Gobiernos presentes en Cartagena. Pero sin ir tan lejos, la delegación boliviana ha lanzado sobre la mesa de las reuniones preparatorias una idea que sonó bien a casi todos: crear una comisión de seguimiento que presente la plataforma de los países deudores a los organismos financieros y a las naciones industrializadas.Los representantes mexicanos, que han sido los más reacios ante cualquier negociación global de la deuda, entre otras razones porque ellos aplicaron ya con relativo éxito las recetas más amargas del Fondo Monetario Internacional (FMI), admiten que la conferencia de Cartagena no puede quedarse en una simple declaración para los archivos diplomáticos.

Jorge Navarrette, vicecanciller para Asuntos Económicos, declaró que "todos estamos de acuerdo en que hay que darle alguna continuidad a esta iniciativa", para añadir que el tema se había abordado a título exploratorio durante las sesiones previas, ya que una decisión de esa naturaleza correspondía a los ministros.

Es evidente que, por primera vez, los países más endeudados del mundo se han dado cuenta de que su fuerza de negociación está precisamente en el volumen fastuoso de su deuda. Las once naciones presentes en Cartagena tienen contratados créditos por valor de 300.000 millones de dólares, un 40% de los empréstitos internacionales pendientes de pago en el mundo.

"Estamos dispuestos a pagar". En esto coinciden todos. "Pero es necesario", añaden, "que se flexibilicen las condiciones, de forma que no hipotequemos nuestro desarrollo hasta el año 2000". Durante los dos últimos años, el conjunto de América Latina ha tenido un crecimiento negativo de un punto, lo que supone la pérdida de un 4% en la renta personal.

Hay países de América Latina que ni siquiera pueden pagar los intereses de su deuda con el importe total de sus exportaciones. Éste sería el caso de Guyana y Costa Rica. Muy cerca de esta situación imposible están Nicaragua y Chile, y suman catorce los que tienen que dedicar a este capítulo más de la mitad de sus ventas al exterior, pese a que nadie amortiza ya el monto principal de su deuda. ¿Cómo encontrar fórmulas de pago sin obligar a estos países al hambre crónica? Los deudores estudian básicamente tres vías: alargar los plazos de amortización, conseguir períodos de gracia más amplios y ajustar más los intereses al costo real del dinero.

Los últimos créditos de América Latina han llegado a contratarse con primas de 2,5 puntos sobre el libor londinense. Los deudores opinan que ésta es una práctica cercana a la usura.

Si los banqueros quieren cobrar, y en ello se juegan la supervivencia de su negocio, tendrán que reducir sus márgenes de ganancia. La declaración del secretario de Estado norteamericano George Shultz, de que los problemas financieros de América Latina "son fruto de un período de vida muy fácil, cuyas duras consecuencias deben afrontar ahora", ha caído mal en Cartagena.

Herencias injustas

El canciller argentino, Dante Caputo, ha manifestado que los ciudadanos de su país no prosperaron con la deuda millonaria contraída por los Gobiernos militares y, en consecuencia, sería injusto que se les exigiera ahora un precio despiadado. Precisamente Argentina efectuó ayer el pago a la banca acreedora de 100 millones de dólares, unos 15.000 millones de pesetas, en concepto de intereses de su deuda externa. Más que por la cifra, la noticia ha sido bien acogida en la banca internacional que ve en ello el interés argentino por hacer frente a los 43.600 millones de dólares de su deuda.El ministro colombiano de Hacienda, Edgar Gutiérrez, ha declarado, por su parte, que no es aceptable que se mantenga hasta el final de este siglo una transferencia negativa de capitales a América Latina, que ya en los dos últimos años perdió más de 40.000 millones de dólares. En un terreno abiertamente político, apuntó que en la negociación financiera se juega el destino de las democracias americanas. La delegación dominicana ha hecho notar que algunas de las exigencias planteadas a su país por el FMI le han costado ya más de cincuenta muertos.

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