Santillana: "Vamos a vencer porque el equipo está con la suerte que favorece a los ganadores"
Terminaron todos afónicos de gritarse unos a otros: "¡Adelante, adelante! ¡Hay que marcar". Ahora ya se ven en la final. "Vamos a ganar a Dinamarca", aseguraba Carlos Santillana, convirtiéndose en el portavoz del sentir de la selección. "Y vamos a ganar porque este equipo está con suerte, con la suerte que favorece a los ganadores". Las palabras del goleador blanco expresaban el sentir de todos los jugadores, que, después de vencer a los alemanes, reconocieron que el equipo había estado desastroso ante Rumanía y había mejorado ligeramente en los últimos 20 minutos frente a Portugal. "Pero ahora estamos en racha, hemos ido ascendiendo, nos encontramos bien físicamente y ya tenemos un objetivo claro: la final".
De pronto, alguien se acercó a Miguel Muñoz y le dijo que la gente en Madrid se había lanzado a la calle a celebrar la victoria: "Mejor, es bueno que los travestis no estén solos", replicó el seleccionador.Antonio Maceda debería guardarse el L'Équipe de ayer. Esa portada vale la pena enseñarla a los nietos. Bajo un título que dice "Un doble golpe de latinos" (refiriéndose a los triunfos de España y Portugal), aparece una fotografía casi a toda página en la que puede verse al líbero español totalmente en horizontal, a medio metro del césped, consiguiendo el gol del triunfo mientras Stielike, en la esquina izquierda de la foto, contempla con el rostro desencajado -el rostro del que teme lo peor, la derrota- cómo penetra el balón en sus redes. Era su sexto gol con la selección (Irlanda del Norte, Islandia, Malta -2-, Luxemburgo y RFA).
Un tanto que provocó la locura sobre el césped y la alegría en millones de hogares españoles. "Me alegro por todos, por España entera, por Gijón, por Sagunto. ¿Sagunto? Bueno...", decía Maceda a la una de la madrugada de ayer. "En Sagunto hoy es fiesta; habrán abierto hasta el alto horno".
Salva, elogiado
A su lado, Salva no acababa de creerse lo que había hecho: anular a Rudi Voeller. "Ha sido algo muy bonito, pero ya está hecho, hay que seguir luchando. Creo haber estado a la altura de mis compañeros. No podía defraudarles".
Julio Alberto, con gran frialdad, parecía tener una única intención a la hora de comentar el partido. "Salva se merecía una oportunidad así. Ha estado fenomenal. Junto al triunfo, es mi mayor alegría". El lateral-centrocampista azulgrana confesaba que "ésta es una victoria importante para el colectivo, un estímulo para el grupo".
Señor aseguraba que "hoy no se ha visto otro Señor, se ha visto otro equipo". "Reconozco que frente a los alemanes he jugado más a gusto que antes. Tenía más posibilidades de desarrollar mi juego, relevándome muy bien con Víctor. Sabía que podíamos dar el golpe, pero lo que más me ha sorprendido ha sido encontrar a nuestro equipo más fuerte físicamente que a la RFA, todo un mito en este sentido".
Y sentenció: "Si hoy hubiésemos empatado hubiera sido una catástrofe. Hay que ver lo que cambian las cosas porque la dichosa bolita entre o no entre".
Y hablando de preparación fisica, Álvarez del Villar comentó: "El gol es el telón que lo tapa todo. De todos modos, espero corregir errores, al menos para no sufrir tanto". El profesor reconoció que tal vez se precipító al enjuiciar como fracaso su tarea tras el empate ante Rumanía, fundamentalmente al no valorar el agarrotamiento que sufren determinados jugadores en un momento de gran responsabilidad. "Sí, puede que aquel día ese factor fuera decisivo". En torno a la recuperación del equipo con vistas a la semifinal del domingo, en Lyon, ante Dinamarca, el preparador considera que "no habrá ningún problema. Después de asentar las bases viene la puesta a punto, que sólo puede darse con la competición. Ahora no sólo pueden mantenerse, sino que incluso pueden alargar su progresión, del mismo modo que hizo Italia en el Mundial".
Luis Arconada, al que nadie había explicado que el gigante Briegel sube a rematar faltas y córneres -por eso estrelló dos cabezazos en la madera-, elogió la actuación de Salva. "Nadie sabe lo difícil que es salir en frío a marcar a uno de los mejores goleadores de Europa. Eso, qué duda cabe, nos dio tranquilidad". Curiosamente, Arconada fue el único que sabía, cuando todos pensaban que portugueses y rumanos seguían empatados a cero, que Portugal ganaba 1-0.
"No me Dreguntes cómo, pero lo sabía". Y por eso sacaba con rapidez, como un rayo, de puerta, mientras los otros se lo tomaban con más calma durante dos desconcertantes minutos. "Los alemanes veían que cada vez les ganábamos terreno y temían perder. Tal vez esa sensación, el infundir miedo al campeón, fue lo que nos proporcionó la posibilidad del triunfo".
Subía solo en el ascensor, con un recipiente de hielo en una mano y dos botellas de agua mineral sin gas en la otra. Camacho le debía esperar en su habitación. "Es el primer partido que jugamos con la cabeza", comentó Ricardo Gallego en el descansillo de la escalera del hotel Valbievre. "Hemos arriesgado todos", siguió explicando el Soso con su habitual sangre fría y visión cerebral del fútbol. "Esta vez hemos sido nosotros quienes hemos tenido el balón en los pies, y los que han tenido que correr tras él han sido ellos. En fútbol hay dos formas de ganar un partido: una, teniendo la suficiente personalidad como para imponérsela al contrario, que juega como tú marcas; y otra, esperando agazapado tus dos o tres oportunidades cuando el que manda es el rival. Anoche los alemanes tuvieron que estar pendientes de nosotros, sobre todo durante toda la segunda parte. Estábamos mejor colocados y con mayor fuerza fisica, nuestra defensa ha jugado ligeramente más adelantada que en otras ocasiones, hemos hecho eficazmente el pressing, los centrales han subido al ataque -a Salva le hicieron penalti y Macedá logró el gol-, y por una vez, y espero que sirva de precedente, cuando recuperamos un balón tratamos de jugarlo".
Atrás queda una noche de gloria. "Difícil de estirar, pero no imposible", según aseguran sus protagonistas. Atrás queda una noche en la que muchos -en vivo y en directo- saltaron de sus localidades, de sus sillones, para cantar el gol de Maceda.
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