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Reportaje:

La crisis de la Unesco

La amenaza de EE UU de retirarse compromete el futuro de la organización

Creada en 1946, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) atraviesa la mayor crisis de su historia, que puede incluso poner en peligro su existencia, sobre todo si Estados Unidos, que financia la cuarta parte del presupuesto de la organización, cumple su amenaza de retirarse de la Unesco a finales de este año.Las tensiones entre los 161 países miembros, con regímenes políticos y sociales distintos y hasta enfrentados, se han agudizado en los últimos años, especialmente desde que en la reunión de 1980 en Belgrado se aprobó el polémico informe McBride. Este documento, que tomó su nombre del premio Nobel de la paz Sean McBride, presidente de la comisión encargada de redactarlo, criticaba la estructura del orden informativo mundial y hacía unas recomendaciones que fueron rechazadas en la mayoría de los países occidentales por considerar que suponían el control directo de la Prensa y de los periodistas por los Gobiernos.

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A finales del año pasado, el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, envió una carta al director general de la Unesco en la que amenazaba con la retirada de Estados Unidos de la organización el 31 de diciembre del presente año. Washington se quejaba de "hostilidad ideológica" por parte de la Unesco. Poco después, el Reino Unido se sumaba a estas críticas y amenazaba también Con la retirada, a menos que se dieran "profundas modificaciones en la política y gestión de la organización".

La Administración Reagan dijo abiertamente que "no es favorable a los intereses norteamericanos" permanecer en la organización, y censuró la gestión del director general, el senegalés Amadou. Mahtar M'Bow, que lleva casi 10 años al frente de la Unesco y cuyo segundo mandato no finaliza hasta 1987. Entre otros motivos, Washington invocó la mala gestión de los fondos, la excesiva politización de debates y decisiones, el intento de crear el llamado "nuevo orden mundial de la información" y la postura crítica hacia Israel en el seno de la Unesco. Por su parte, un alto funcionario británico declaró al Sunday Times, refiriéndose a la organización: "Gasta mucho, está politizada a un nivel inaceptable y no vale lo que cuesta".

M'Bow lamentó la decisión norteamericana y dijo que en el seno de la Unesco "todos los países, grandes y pequeños, deben tener oportunidad de expresarse libremente". A diferencia de las Naciones Unidas, en la Unesco las grandes potencias no tienen derecho de veto. La frecuencia con que las tesis norteamericanas eran derrotadas en los debates sería la auténtica causa de la amenaza de Washington, según algunos observadores.

El presupuesto de la organización, que ronda los 400 millones de dólares anuales, proviene de los países miembros y la cuota se determina de acuerdo con el producto nacional bruto. Estados Unidos paga la cuarta parte aproximadamente de los gastos de la Unesco, mientras que España, que es el noveno contribuyente en importancia, sufraga el 1,93%. Por grandes bloques, Occidente cotiza el 69% del presupuesto, los países del Este el 18% y el Tercer Mundo paga el 13% restante.

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Un 'año de reflexión'

Si Estados Unidos y otros países occidentales, como el Reino Unido y Suiza, se retiraran de la organización sería prácticamente imposible cubrir el importe de sus contribuciones económicas por parte de los restantes miembros y el futuro de la Unesco se vería seriamente amenazado.Durante este año de reflexión que media entre la amenaza norteamericana de abandonar la Unesco y su puesta en práctica, los enfrentamientos han sido frecuentes en las reuniones del organismo internacional. En marzo, Estados Unidos y otros 23 países del grupo euroccidental, entre ellos España, presentaron a M'Bow una lista de cambios que consideraban imprescindible se produjeran en la Unesco. La iniciativa trataba de resolver la crisis y mejorar el clima interno, que se había enrarecido aún más en los primeros meses de 1984.

El Consejo Ejecutivo Unesco, formado por representantes de 51 países, trató ampliamente en la sede central de la organización en París, durante dos semanas del pasado mes de mayo, la crisis y sus posibles salidas. Hubo cruce de duras acusaciones y algunos debates especialmente tensos.

La postura oficial del Gobierno español es conciliadora y, aun reconociendo el derecho soberano de cualquier país para abandonar la organización, se muestra partidario de agotar los cauces negociadores y de buscar fórmulas que permitan a Estados Unidos seguir, formando parte de la Unesco.

Pese a la dureza de las sesiones del Consejo Ejecutivo, algunos acuerdos alcanzados en las mismas hacían mantener la esperanza de que una solución es todavía posible. Se crearon, por ejemplo, cinco comisiones de reforma institucional que tratarán los cambios posibles en yarios sectores de la Unesco. El Reino Unido presentó una propuesta, que fue aprobada, para crear un comité de sabios que estudie las reformas y que estará compuesto por dos delegados de cada grupo geográfico y uno del país huésped, Francia.

La iniciativa británica parece descartar el peligro de un abandono en cadena de la Unesco por varios países occidentales. Por otra parte, la decisión definitiva norteamericana no se producirá hasta que se celebren las elecciones presidenciales del próximo noviembre. Hay, pues, un lapso en que la solución es posible y ello hace que exista un moderado optimismo en medios diplomáticos cercanos a la organización.

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