El ingreso de España en la CEE exigirá un proceso más largo que el de Portugal, según el ministro francés de Asuntos Europeos

El secretario de Estado para las Relaciones con las Comunidades Europeas, Manuel Marín, celebró ayer, en París, una reunión de trabajo con el ministro francés de Asuntos Europeos, Roland Dumas, sobre la adhesión española a la Comunidad Económica Europea (CEE). El ministro francés había declarado anteayer que el ingreso de Portugal en la CEE puede darse prácticamente por hecho, aunque el de España exigirá un proceso más largo.

En un resumen de lo que ha sido la presidencia francesa de la Comunidad (terminará a finales de este mes de junio), Dumas aseguró: "Por lo que atañe a Portugal, la cuestión está casi resuelta; para España, sin embargo, él proceso será más largo".Roland Dumas aborda esta semana en la revista económica, Le Nouvel Economiste, el tema de la ampliación de la Comunidad, y se extiende sobre los problemas que le plantea a Francia la entrada de España. El título del artículo, La Europa de mañana, ya revela el tono del mismo. El subtítulo no es menos significativo -300 millones de consumidores-, lo que quiere decir que esa Europa del futuro contará también con los ciudadanos españoles y portugueses.El artículo de Dumas da a entender que el ejecutivo francés comienza a vender las ventajas que supondría el ingreso español para las industrias francesas, a partir del momento en que España tuviese que someterse a las leyes de la competencia comunitaria, tras la cancelación del acuerdo preferencial de 1970. En efecto, como consecuencia de los derechos aduaneros de los que goza España, el 50% de sus exportaciones se dirijen hacia los países de los diez, y este área comunitaria sólo le vende una tercera parte de sus importaciones.

Por todo ello, arguye Dumas, las exportaciones industriales hacia España podrían aumentar en un 50%, "La Europa de los doce es también un mercado de 300 millones de consumidores, por el que ya pueden apostar, desde hoy, nuestras empresas", concluye el ministro, hombre de confianza de Mitterrand.