Horror y expresionismo
Cuatro grandes nombres son la sal de este pequeño filme. El primero es el norteamericano Edgar Allan Poe, cuyo relato es solo un pretexto simbólico. El segundo es el austriaco Edgar Georg Ulmer, cineasta extraño, pero con potencia expresiva cuando acertaba. El tercero es el húngaro Bela Lugosi, chupasangres por excelencia e histrión de barraca donde los haya. El cuarto es el inglés Boris Karloff, actor de enorme talla y dueño de registros tan extremos como el horror y la ternura.El precipitado de estos cuatro estremecedores nombres sobrevive y es El gato negro.
La película se realizó en 1934 y es parte inicial de la ola terrorífica del Hollywood en los años 30. Se entremezclan en ella ecos dispersos -la maléfica función del legendario gato- de la historia de Poe con otras extraídas de la iconografía del filme de Schoedsack El malvado Zairof, rodado unos años antes. La componenda entre el terror intimista de Poe y el aparatoso diabolismo de la saga de Zairof es ciertamente muy difícil de conjugar. Pero Ulmer, con un estilo sobrio y rico, hijo de la escuela de Max Reinhardt, une en una cuerda hilos de materia tan opuesta.
La escuela expresionista alemana creó el lenguaje primordial del cine de terror, en filmes como Doctor Caligari, El vampiro de Düsseldorf, Doctor Mabuse, El Gólem, Nosferatu, de Wienne, Lang, Wegener y Murnau respectivamente. Ulmer se formó con Murnau y fue ayudante en la etapa hollywoodense del autor de Amanecer. La huella del maestro está en El gato negro, como puede buscarse en La Momia de Karl Freund, en la matemática precisión de encuadres y movimientos de cámara, en el sentido arquitectónico de las composiciones, en la delicada mezcla de horror y lirismo del enfoque dramático.
El filme es una reliquia, pero está vivo, y no solo por la poderosa huella de una gran escuela, sino por la presencia del gran Boris Karloff, que otorgó genio y temblor a cuantos fotogramas se llenaron con su incomparable, inabarcable gesto.
El gato negro se emite hoy a las 22.30 por la segunda cadena.
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