28 lunes
La vejez estafada. Hay ahora, en España, unas residencias priva das de ancianos que son unos morideros con palcolor. El negocio de los muertos vivientes parece que va bien, y, aunque a los explotadores inmediatos de ex/ hombres y ex/mujeres se les podrá detener en cualquier momento, antes o después, lo desolador de esta realidad está del otro lado, es decir, del lado de las familias, de los hijos de estos ancianos (cuando no se trata de ancianos solitarios), que depositan al fósil en una residencia privada como en una papelera, porque es más barata que una residencia oficial o porque en ésta no hay sitio. Vivimos un tiempo al que le sobran los viejos y los niños. Sólo se prestigia y privilegia una edad sin edad, indefinida, en el hombre y la mujer, que está entre los 15 y los 50, que es cuando se consume y se produce. Lo que importa no es vivir ni navegar, según el dilema de los argonautas. Lo que importa es consumir. Si usted no consume, es usted un parado del ocio, caso mucho más grave que un parado del paro o del trabajo, o sea que es usted un parásito y más vale que se haga pobre de pedir u objetor de con ciencia. Los objetores de con ciencia, cuando menos, salen en los periódicos. Y los pobres también están empezando a salir mucho en las notas de sociedad Hasta a mí me han sacado por mi cumpleaños, que soy el más pobre. El niño/niña que consigue escapar a todos los campos de concentración infantiles que son algunos kindergarten, y a las paperas psicológicas y edípicas de la educación ex/LOAPA, llega a los 15 y está salvado. En casa le dan las llaves, mil duros y una moto. Pero muchos -ay- caen por el camino y dan en misioneros. El hombre que después de los 50 no tiene, como diría Goethe, "un poco de amor o un poco de gloria" será depositado en el basurero colectivo del desalojo, los recortes de plantilla o a residencias privadas para ancianos públicos, que son unos panteones mercantiles con butano escaso y teúve incesante. El consuelo es que mueren en seguida, de infarto de mio/telediario.
30 miércoles
Luis Marañón: Cultura española y América hispana. Capítulos como "América hispana: una cultura asediada" consagran a un ensayista, como lo es LM, escritor especialista en América castellanohablante.
1 viernes
La otra Marsillach, la pequeñita. La saca desnuda Interviú, que ya sacó a la mayor, Cristina y cómica, bellísima. La pequeñita está entre Ada y/o el ardor. Es un sexy/nenuco. Una locura para menoreros. El menorero es mucho más que el violador del Ensanche o el señor de los caramelos. El menorero es este fin de siglo que -caídos los tabúes, perdidos los valores- no repara en desear/sacralizar, vicariamente, en una de las miles de Marsillach adolescentes que pueblan la primavera, a la hermana o la hija que tiene/no tiene. Más que desear a su hermana menor, el menorero se inventa, en toda menor, una hermana, para desearla incestuosamente. Sólo Byron y Rimbaud lograron y consumaron esa lujuria blanca de las hermanas. Más que la caída de los valores/tabúes que impedían amar a Alicia victoriana (y entonces había que hacerle un gran libro, para salvarse, siendo Lewis Carroll, de ser el señor de los caramelos), lo significativo de este fin de siglo es la caída de los valores sociales, psicológicos, comunicacionales, que durante muchos años han hecho "interesante" la relación con mujer adulta. Cuando lo comunicacional suprime la comunicación de tú a tú, cuando todos tenemos un siglo de vida (el hombre arrastra, entera, la centuria que le ha correspondido), nace/renace un paganismo milenarista que vuelve la cabeza hacia las púberes canéforas que ya no ofrendan ningún acanto, y con las que no hay que tener conversaciones "profundas", poque todas llevan los auriculares musicales, diadema radiofónica y no oyen. Así aparece la Marsillach pequeñita en las fotos: vestida sólo de música.
3 domingo
"Soy bisexual", confiesa, al fin, Martín Vigil. Me parece un gesto guzmaníano -heroico- por su parte. El ex/jesuita es autor de cincuenta libros moralizantes para jóvenes. Lo de la "bisexualidad" es la última mentira piadosa -innecesaria y vergonzante- de la homosexualidad. La vida sale al encuentro fue el breviano de la juventud de derechas de los cincuenta. Martín Vigil ha sido una Corín Tellado moralizante y paliza. Corín, mi amiga, tenía y tiene sobre él la gloria y ventaja literaria de que no moraliza. Pero en tales manos, un jesuita renegado y homosexual, ha depositado la derecha convencional española, durante mucho tiempo, las almas eucarísticas de sus adolescentes. La derecha rechaza las ideas en nombre de las creencias, según el viejo diagnóstico de Ortega (ver Una lectura política de Ortega, Elorza/Anagrama), de modo que luego le es muy fácil, al lañador intelectual de paso, venderle a la derecha las subideas que lleva en el zurrón. Me parece admirable la trayectoria personal de Martín Vigil, que se libera de la represión jesuita y de la represión sexual. Me parece detestable su prosa y me parece, sobre todo, que nuestra burguesía asentada y media, heráldicamente ágrafa, debiera enterarse de a quién entregó las almas blanco/almidón de sus hijos durante muchos años: a Martín Vigil, un lumpen moral/amoral (y qué hermoso es eso), debajo de cuya bastardilla moralejizante latía siempre el ácrata reprimido que él es. Cierta derecha, como no lee, cuando lee se equivoca, lee mal. Es lo que dirán madres: "Ya no puede una confiar en nadie".
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