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El partido liberal de la RFA se le va de las manos a Genscher, reelegido ayer presidente con un pobre resultado

El actual presidente del FDP, partido liberal de la República Federal de Alemania (RFA), Hans-Dietrich Genscher, fue reelegido ayer para continuar en el cargo durante los próximos dos años, con 241 votos de un total de 392 emitidos. El resultado es pobre si se tiene en cuenta que Genscher era el únicos candidato, y evidencia que el partido se le va de las manos. Se escrutaron 127 votos negativos, 22 abstenciones y dos votos nulos. Genscher obtuvo únicamente 13 votos más que hace dos años en el congreso celebrado en Berlín Oeste, poco después del cambio de coalición en Bonn.Genscher había reconocido, antes de la votación, que el FDP atraviesa "el momento más dificil de su historia", y aseguró a los 400 delegados del congreso del FDP en Muenster que su anuncio de presentarse por última vez a la presidencia "no es una maniobra táctica". La cara de Genscher era todo un exponente de la incapacidad física de combinar las tareas de ministro de Exteriores de la RFA con las de presidente de un partido en descomposición como el FDP. Con el rostro grisáceo, la voz ronca y aspecto de no haber dormido mucho, recién llegado de la reunión de la OTAN en Washington, Genscher pronunció sus discursos ante los delegados al 35º congreso federal ordinario del FDP, que se celebra en Muenster bajo el lema Nosotros abrimos una brecha para Europa.

Desde su viaje a Madrid, hace dos semanas, Genscher estuvo en Moscú, en la cumbre francoalemana de París, en la reunión de primavera de la OTAN en Washington, en una reunión de ministros de Exteriores de la Comunidad Europea en Francia, y en el intermedio recibió a algunos colegas extranjeros en Bonn.

Con este calendario de trabajo como ministro de Exteriores no es extraño que el FDP se le vaya de las manos a Genscher y no le quede tiempo para impulsar ideológicamente al liberalismo, que en la RFA atraviesa una crisis grave. El FDP hoy día sólo se justifica como partido capaz de capitalizar con puestos en el Gobierno su condición de bisagra, que sólo existe gracias al sistema electoral de la RFA, que concede un segundo voto en las elecciones federales.

Genscher comenzó con una autocrítica, aunque sin pasarse, y reconoció que la desaparición de la representación en seis Parlamentos regionales "es expresión de nuestra situación". El resto del discurso fue un intento de buscar un espacio político para el FDP, a base de abrirse hueco a codazos, con ataques a la socialdemocracia (SPD) y a los sindicatos, en huelga por la semana de 35 horas.

Genscher parece consciente de que la única posibilidad del FDP es recoger votos residuales para salvar como sea la barrera electoral del 5%. Tuvo palabras duras contra los sindicatos e intentó presentar al FDP como el partido defensor del individuo frente a las organizaciones. Unos minutos más tarde, Genscher defendió tajantemente una política humanitaria de extranjeros y se negó a que se impida la reagrupación familiar a los niños emigrantes.

Esto supone un rechazo a los planes de leyes de extranjeros del ministro del Interior, que pretende prohibir la llegada de hijos de emigrantes mayores de seis años a la RFA. Aseguró Genscher que el asunto de la amnistía penal a los infractores fiscales por donaciones ilegales a los partidos "ha quedado decidido de una vez por todas. No habrá una repetición de este intento bajo ninguna otra cobertura". Con esta declaración y el anuncio de que ésta será la última vez que se presenta a la presidencia del FDP, Genscher se ha asegurado la adhesión de un partido que empieza a ser consciente de que no tiene espacio político.

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