La Bolsa quiso remedar el eclipse astronómico
Como si tuviera envidia del eclipse que en la tarde del miércoles se cernió sobre el cielo de Madrid, para regocijo de niños y astrónomos, la bolsa tuvo ayer su eclipse particular, ante el que se vio obligada a ceder 63 centésimas en su índice general. Se perdía así lo conseguido en la jornada precedente y algo más, alejándose de la cota del 120.A pesar del descenso, no se puede hablar de descalabro, ya que los cuidadores de los distintos títulos estuvieron muy pendientes de los cambios para evitar caídas graves. Y no son pocos quienes atribuyen la pérdida a la influencia negativa originada por las medidas anunciadas sobre el futuro tratamiento fiscal a los activos financieros, aunque al tratarse de una ley orgánica no es de esperar que entre en vigor hasta después del verano.
Por más absurdo que parezca, ya que la buscada transparencia debe favorecer en buena lógica a las inversiones en renta variable, el mercado se asustó y contrajo la exigua cantidad de dinero que flota estos días en el ambiente. "Como aquí casi todo el mundo apuesta a todo, lo que favorece en una cosa perjudica en otra", podría ser el comentario castizo de un habitual.
No sólo hay que achacar el resultado a este hecho, aunque la sensibilidad ante cualquier acontecimiento que influya en el control del dinero siempre ha tenido una respuesta negativa en la bolsa. El mercado se encuentra errático y es difícil prever hacia dónde terminará apuntando. Y es que las instituciones continúan sin entrar a fondo en el juego, en espera de que las cosas se aclaren. Aunque no es sencillo ver con más claridad hasta que los grandes inversores no apuesten a fondo. Un círculo vicioso, en definitiva. Para romper esa dinámica no bastan las órdenes de compra que llegan del exterior, todavía en número no demasiado elevado. No hay que olvidar que las inversiones extranjeras realizadas en el mes de abril totalizaron unas compras de 1.794,9 millones de pesetas efectivas frente a unas ventas de 545,1 millones. El saldo, netamente positivo, se situó en 1.249,8 millones de pesetas.
A la hora de explicar la situación, hay que añadir a los efectos anteriores las ventas que estos estos días, y más acusadamente ayer, estuvo realizando un importante tenedor de títulos en busca de posiciones de liquidez. Aunque la táctica empleada -buscar colocaciones que no influyan negativamente en los cambios- ha restado impacto a la operación.
Mientras tanto, la subasta de pagarés de empresa se desarrolló con relativa calma, consiguiendo la colocación de lotes importantes, que totalizaron 1.755 millones de pesetas, de los que 475 millones fueron con pacto de recompra. Esta normalidad contrasta con las radicales predicciones que existen sobre estos activos y que cuestionan su supervivencia. Este riesgo se debe a que el Gobierno sólo prevé que bonos y pagarés del Estado sean el futuro refugio para el dinero negro, lo que puede suponer la desaparición de otros activos, al menos con sus características actuales.
Por otra parte, la bolsa, de cara a las próximas jornadas, se presenta bastante consolidada, a pesar de los suaves altos y bajos que viene registrando, y con gran resistencia a la baja. Los operadores continúan tranquilos, ya que el mercado se encuentra con más actitud compradora que vendedora.
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