Santiago Carrillo
Llego el primero al pequeño reservado de otras veces. Hay tres cubiertos preparados. Poco más tarde, Santiago entra solo, de gabardina. Se aclara el equívoco y retiran el tercer cubierto. ¿Quién era el otro invitado, el tercer hombre? Santiago Carrillo fuma con la mano derecha, fuma bien, y acciona con la izquierda. Las gafas le agrandan los ojos y se los ocultan con el reflejo de la lámpara.-Peces Barba no nos deja fumar, Paco, y yo creo que eso no es bueno para los fumadores, pues les produce una cierta crispación que puede traducirse en violencia parlamentaria, innecesariamente. Hay que ser fumador para saber hasta qué punto el tabaco proporciona incluso un cierto sentido del humor.
Estamos en los aperitivos, wodka/whisky, y Santiago me explica cómo hay que tomar la wodka (forrada de hielo), para que esté buena. "Así la he tomado yo el otro día en un restaurante ruso de París. Fui a presentar un libro mío". Le cuento que en Madrid también hay algunos restaurantes donde la preparan así.
-Los rusos, Santiago.
-Yo les he criticado mucho, me he peleado mucho con ellos, como sabes. Y lo que lamento es que no encontremos una fórmula, en Occidente, para demostrarles cómo se pueden hacer las cosas. Aquí tampoco acabamos de ir bien. La wodka es una bebida muy sana, o, digamos, la menos mala de todas.
-El PSOE.
-Volverá a ganar las elecciones, pero con fuerte descenso. La OTAN y el paro son sus puntos débiles. Lo de Cataluña ha sido un aviso. Quisieron llevarme a Cataluña, pero por la puerta de atrás, y me negué a ir.
-La última maldad que has cometido en el Parlamento.
-He pedido que desaparezca la figura de jefe de la Oposición. Hasta la gente de Fraga se reía con mis argumentos. A Fraga, todos quieren quitarle la silla, pero sin él no van a ninguna parte. Es lo de la copla: "Ni contigo ni sin ti...".
-"Tienen mis males remedio". ¿Por qué crees que se mantiene oficialmente esa figura de jefe de la Oposición?
-Es, en principio, una figura inventada, porque yo soy de la Oposición y Fraga no es mi jefe. Pero creo que con esto se tiende a consagrar el bipartidismo.
1 -¿Y qué has pensado tú para romper el bipartidismo?
-Yo no he pensado nada, pero esa operación de centro, que ahora está funcionando, puede tener la virtud de abrir una brecha entre los dos bloques.
-¿Y si el centro se suma al PSOE?
-Bueno, el centro, realmente, ya lo ocupa también el PSOE que es una cosa como un muro de cemento.
-¿Quién sería la cabeza visible de ese centro: Roca o Suárez?
Tomo sopa marinera y un poco de carne. Carrillo toma ostras y carne, asimismo.
-A Roca yo no lo veo como líder de un partido español. ¿Qué papel haría Roca en Andalucía, por ejemplo? Es el líder de un partido catalanista, y como tal lo ve la gente. Suárez me parece el líder natural de cualquier centrismo progresista.
-A ti te va Suárez, Santiago.
-Me parece que es el político que hizo el verdadero cambio que se ha hecho en este país. No, te oculto que me merece una consideración como político.
-¿Sueñas con volver a proyectar sobre él una cierta sombra paternalista?
-Ya te digo que me merece un respeto.
-Hablemos del Partido, como decís vosotros.
-El partido no ha conseguido recuperar su imagen, y esto es lamentable. El partido no ha logrado superar su crisis. Pero hay un espacio entre el PSOE y el resto de la izquierda, que sólo podemos llenar nosotros.
-No es eso lo que dicen los votos.
-Pero es lo que dice la abstención.
(Uno cree que la abstención es el voto de la acracia, pero tampoco va a soltárselo así a Santiago Carrillo, gárgola histórica, amigo vivo, de la Historia de España, entre ostra y ostra.)
-Gerardo.
-No tengo nada que decir contra él.
-Sartorius.
-La sombra intelectual de Gerardo.
-Tú.
-Yo no quiero ni puedo volver a ser Secretario General. Me marché dignamente, y eso supone no volver.
-Curiel.
-Admirable muchacho.
-¿Te arropa el partido en tu labor de portavoz parlamentario?
-Es muy duro ser portavoz con tan pocos diputados. El partido no me arropa en absoluto. Todos los mass/media, incluso la televisión, dan alguna referencia de mis actuaciones parlamentarías, menos el órgano oficial del partido.
-¿Y por qué sigues?
-Porque yo siempre sigo.
-¿Quién es ahora tu público, entonces?
-Pues me parece que la derecha. El otro día me lo dijo Fernando Suárez, en las Cortes: "Qué lastima, Carrillo, que sea usted comunista, por no poder admirarle más". Por cierto que Fernando Suárez podría ser otra cabeza de ese centrismo que decíamos, pero está tan tocado de franquismo como Fraga. Ahora, lo cierto es que es muy intellgente.
.-¿Y por qué te mantiene el partido como su portavoz en las Cortes?
-Supongo que reconocen que soy el más parlamentario de todos. Por experiencia, entre otras cosas.
-Santiago, dime la verdad, tú, actualmente, ¿tienes trabajo o te lo inventas?
-Estoy desbordado de trabajo. Ya te he explicado lo difícil que es acudir al Parlamento en mis condiciones. Luego está el trabajo que desarrollo dentro del partido, propiamente dicho. Y, finalmente, mis actividades particulares, como una revista que voy a sacar, Ahora, y una editorial.
-¿Esa revista, de la que ya había oído hablar, va a ser mensual?
-Sí.
-¿Eres consciente de que Ahora es un título de Azaña?
-Sí.
-La salud.
-Bien, mejor que nunca.
-Las chicas.
-Me sigue gustando verlas.
-Umbral.
-He leído Trilogía de Madrid y me pareces el mejor escritor político de España.
-Esta serie de Mis queridos monstruos.
-No son entrevistas, claro. Son radiografías completas de los personajes. Un gran libro, si es que te propones hacer un libro.
-Verdes, el pintor, me ha animado a hacer un Carrillo porque dice que, a él, "Carrillo le sale muy bien". Sospecho que prepara un Carrillo fumador, intelectual, y un Carrillo tipo "ira de Dios", o sea, cuando te pones sinaítico en las Cortes.
-Que me llame.
-España.
Carrillo toma el whisky con hielo, gasta reloj de plata, sólido, y en el bar anterior al restaurante he visto un par de chicos que casi me atrevería a definir como guardaespaldas.
-España me ha recibido, me ha asimilado de una manera que ni yo mismo podía esperar. Esto demuestra que el país ha cambiado.
En determinado momento entra en el reservado, inopinadamente, aquel chico alto, de barba rubia, que fuera durante mucho tiempo jefe de Prensa del PCE. Hablan entre ellos en un argot de monosílabos que es característico de los comunistas (y que tanto les han plagiado los capitalistas, y hasta el Opus). Sigo preguntándome quién era el tercer hombre del tercer cubierto, suprimido. No era Orson Welles, sin duda.
-¿Quién te interesa, más o menos, entre los políticos actuales?
-No sé. Gómez Llorente, quizá.
-Y quién más.
-Quizá Pablo Castellano, pero Pablo es así como un poco golfo, ¿no?
Golfo ideológico, quiere decir, claro.
-Todos somos un poco golfos, Santiago.
-Claro que sí.
Y reímos. Él ríe su whisky y yo mi wodka.
-Tu sueño.
La democracia en España.
-Ya la tenemos.
-Amenazada.
-¿No te sientes un poco jubilado, Santiago?
-En absoluto.
-¿Qué es el carrillismo?
-La gente que, dentro del partido, ha entendido y sigue mi filosofía, digamos. Hay que contar con ellos.
-Tu úlcera.
-Era de duodeno. Una enfermedad ayuda a prolongar la vida, Paco, como a ti tu faringitis.
-¿Qué crees, Santiago?
-Creo en lo mío, porque sólo se salva de la muerte por consunción o inercia el que está metido
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en una gran aventura que le desborda y le rebasa.
-Es una manera de que la Historia nos lleve a nosotros.
-Eso.
Le invito a almorzar. Pago la cuenta. Son siete mil y pico pesetas. Carrillo es hoy mi tema y los temas se pagan.
-Alzaga.
-Inteligente, valioso, pero sin imagen pública.
-Herrero de Miñón.
-Menos.
-Camilo José Cela.
-Un clásico que está ya en su clasicismo.
-Las conferencias.
-Yo tendría que andar siempre por toda España, dando conferencias. No puedo, Paco, sólo voy a algunas. Viajo, preferentemente, los fines de semana.
-La tele.
-La otra noche vi una película de Wajda. Me gustó mucho. Mi mujer decía que era demasiado psicologista. Le aburrió un poco, pero a mí me gustó. Es la historia de un director de orquesta que no decae, a pesar de los años, e incluso enamora a una chavala. Hay otro director de orquesta, más oscuro y escalafonario, que es el contrapunto, ya te digo.
No sabe Carrillo, al contarme esta película de la tele, hasta qué punto se está autopsicoanalizando. Le ha gustado ver, en realidad, el mito/verdad del hombre que, como diría Aristóteles, vive una tercera juventud, más que una tercera edad. El hombre que es joven mientras lo es su obra y su mente.
-Mira, Paco, yo visité a Picasso ya en sus últimos años. Era una cabeza clara y una voluntad de trabajo y de sorpresa indeclinable. Eso es lo que le mantenía en forma. Murió poco después, pero yo diría que murió joven, porque siempre fue joven.
Se ve que el tema es recurren-te en Carrillo. No diré "obsesivo", porque Carrillo me parece que no es hombre de obsesiones, como lo ha probado su labilidad/ habilidad política y humana. El obsesivo se acecina. Ahora bien, el tema fáustico de la eterna juventud intelectual y política está ahí, aquí, en el Carrillo de ahora mismo. Yo diría, incluso, que el tema de la eterna juventud sentimental.
-Te llevo adonde vayas, Paco.
Conserva a Isidoro y conserva el coche blindado. Me lleva hasta el hotel donde tengo una tertulia habitual, de sobremesa.
-¿Y aquí quién te espera?
-Pues ya lo ves, Santiago: unos periodistas para las dos entrevistas, o tres, habituales, de todos los días.
Después de la comida encendió un puro y el puro le dura mucho. No ha tomado vino en la comida, porque tampoco lo tomé yo. Es de esos comensales que saben guardar la deferencia gastronómica. Se ha vuelto a poner su gabardina. El chico del PCE también entró en el reservado de gabardina. A lo mejor es el uniforme del partido para este año.
-Paco, me pareció que abusaba de ti, este invierno, cuando te pedí que presentases un libro mío.
-Para nada, Santiago. Yo presento a quien haga falta. ¿Por, dónde están los futuros votos del pecé?
-Por la abstención, por los radicalizados que un día votaron PSOE, por ahí. Un espacio, ya te digo, que tenemos que llenar.
Carmen Díez de Rivera. Le digo que no la veo. Me dice que no la ve. Me promete hacer alguna gestión cerca de ella, si puede, para que un día nos reunamos los tres. "He leído todo lo que has escrito sobre ella y me gusta mucho, Paco". Le digo que ni siquiera el padre Llanos consigue una comunicación asidua con Carmen. Estamos, me doy cuenta, suscitando un pasado reciente y evidente, convocando fantasmas de unos años soleados, violentos y prometedores.
El coche me deja donde les digo. "Que a ver si localizo a Carmen, Paco". Y el recuerdo de esta mujer, acerado, como de un acero de oro, queda entre los dos, puro y luciente, lejano y enigmático. Es la mujer -siempre la mujer- lo que mejor nos une o nos separa. -
-El pecé tiene fama de machista, Santiago.
-Lo sé, lo sé.
Carmen/Carmen. Ha surgido, de pronto, entre los dos, "como un cuchillo, como una flor, como absolutamente nada en la vida", por decirlo con palabras del olvidado Saroyan. Ya somos tres machos a recordarla: Ella es el monumento de oro y piedra azul que, involuntariamente, hemos erigido en nuestra larga conversación. Estas conversaciones entre hombres suelen acabar con la demolición de alguien. Carmen, sin saberlo ni quererlo, nos ha salvado de eso. Carmen.
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