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La URSS, campeona indiscutible ante un equipo español que se descuidó 10 minutos

Luis Gómez

Todos esperábamos a Carolina de Mónaco, pero no vino. No nos deleitó con su presencia, pero sí España y la URS S en algunos minutos de lo que fue el mejor partido del torneo, 10 jornadas pues para ver un encuentro, demasiada espera quizás para lo único que valía la pena, como Carolina. Ayer, y aunque parezca lo contrario, los jugado res españoles no estaban tristes porque se dieron cuenta de que son fuertes. Entre grandes potencias, a veces decide la suerte o una circunstancia fatal. Los 12 hombres de Díaz Miguel intenta ron estrenar sus pajaritas de cuero en la noche parisiense del viernes. No cenaron en Maxim's, pero sí en la Tour dargent, a orillas del Sena. Hay gastrónomos que prefieren Tour d`argent a Maxim's; son del mismo nivel y la factura igualmente elevada. Como España y la URSS. Algunas cosas fueron disculpables porque, en cualquier caso, era noche de gala.Hasta que algunas decisiones arbitrales y una falta de acierto en el tiro impidieron al equipo español poder acercarse a una distancia mínima en el marcador, en la segunda parte, el encuentro resultó igualado.

Todo lo demás fue ficticio, incluido el resultado. Aunque la URSS encontró el camino abierto para la exhibición. No debió permitirse, pero los jugadores españoles llegaron desmoralizados a los últimos 10 minutos. Valters fue el mejor hombre del encuentro, hizo cosas excepcionales y baloncesto para la galería. No tanto por Savonis y Tchatchenko, sino por este jugador comenzó el calvario para España.

Que la URSS adoptara un sistema muy defensivo fue clara denuncia de que no sólo quería ganar el partido, sino que jugaba más bien a desgastar al contrario. Por ello, las inclusiones de hombres como Kurtinaitis y Valters.

La URSS defendió muy fuerte desde el primer momento y los españoles se encontraron ante dos situaciones inesperadas: una, que los soviéticos se cerraban muy bien; la segunda, que habían salido los españoles a la cancha con el tiro cambiado. Fallaron canastas fáciles y hasta Epi cayó en ese mal momento general. Y fue desesperante ver cómo los tiradores elevaban la pelota más de lo acostumbrado tenían tanto miedo a Savonis y Tchatchenko que salieron temerosos y, por qué no, acomplejados.

Ese error fuera de lo normal impidió que el partido transcurriera más igualado. La URSS defendía mejor que España y hasta jugaba más rápido, gracias en esta última circunstancia a. las genialidades de Valters. Una situación así tendía a desnivelar las cosas. Así fue como el marcador se puso en un amenazante 24-16 al minuto 7.

El cambio de Margall, lento y poco atento en defensa, activó las cosas. Itu lo hizo mejor Cuando Corbalán movió más rápido a sus compañeros, el juego quedó igualado. La URSS no do minaba tan ampliamente en los rebotes, el gran temor que siempre se tiene ante un Sabonis (2,15 metros) y un Tchatchenko (2,20) juntos y en comandita. España mejoró su juego, pero entonces se encontró con que fallaron canastas fáciles: tiros de los que se presumen los dos puntos en el momento en que Epi se queda solo; cuando Iturriaga entra bien en la zona o Martín se sitúa completamente desmarcado bajo el aro y con el balón:

Todos tiraban deformando el lanzamiento hacia arriba y esa pequeña variación provocó un índice de errores superior al normal. Un Epi con 2 de 6 y un Corbalán con 0 de 3 en el primer período eran datos anormales. Aún así se alcanzó el empate (28-28) en el minuto 10 y una mínima ventaja 32-30, (m. 11). Pero en esos momentos se quiso buscar el lucimiento y la URSS llegó al descanso con un 46-45.

Continuaron los fallos en la segunda parte. Corbalán, Solozábal y Llorente hicieron, entre los tres, un pésimo porcentaje (1 de 9). Cuando varias decisiones arbitrales descontrolaron el mar cador en untos momentos en los que se interitaba que la diferencia no pasara de 10, o que más bien bajara, el equipo español arrojó la toalla. Los cambios, la marcha de Romay y Epi sirvieron para que la URSS realizara una exhibición a costa de los españoles. No debió permitirse, porque España debe cuidar su prestigio y quedó claro, mientras hubo partido del bueno, que la URSS sufrirá siempre, en condiciones normales, contra el equipo de Díaz Miguel, con Tchatchenko incluido.

Como estaba previsto, el torneo concluyó con la incontestable superioridad hispano-soviética, además de la clasificación de Francia y de la RFA (si es baja la URSS en Los Ángeles).

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