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Lo que nunca muere

Perdónenme; pertenezco a la época del serial y del gol de Zarra, y eso se nota hasta en el titular. Pero viene a cuento por, la actuación esta noche de Raimon en el programa de Mercedes Milá, un Raimon descubierto por la crítica a raíz de sus recientes recitales en Barcelona, una resurrección definitiva, después de quel intento de sepultarlo en vida perpetrado cuando la ruptura . se convirtió en reforma y la reforma, lógicamente, en ruptura. Como si estorbaran los viejos dioses, tumbas y sabios de la conciencia antifranquista, hubo inadecuadas precipitaciones a la hora de esconder a los mártires en el desván, para que no ofendieran con su simple presencia a las visitas de la derecha civilizada y pactante. Y con los mártires de la contracruzada se quiso esconder una promoción crítica que lo ponía todo perdido de gritos y susurros. A Raimon se le agradecieron los servicios prestados y le persiguieron los entomólogos con el alfiler en ristre para cazarlo, disecarlo y meterlo en la vitrina junto a otros ilustres moscardones antifranquistas. Difícilmente, a lo largo de su carrera,. Raimon había tratado de demostrar su radical polivalencia y que su propuesta artística estaba por encima de la peripecia de una larga convivencia crítica con el franquismo. Lenta, tozudamente, Raimon ha conseguido ser oído de otra manera, sin perder el grito de Al vent; también está en el susurro del Pensement, de Mompou. Y los que se maravillan ahora ante el talento sentimental de, sus canciones de amor olvidan que estas canciones ya estaban en el repertorio de Raimon de los años sesenta. Raimon ha purgado a su público con recitales sin concesiones a la memoria resistente y ha abandonado casi totalmente la guitarra púa asumir el gesto de un intérprete de la canción consciente del papel de la expresión corporal. La rebelión de Raimon contra encasilladores y enterradores ha sido uno de los esfuerzos culturales más estimulantes de la transición. Se dice que el amor es más poderoso que la muerte y no se sabe que el talento acaba imponiéndose sobre la majadería, por muy ilustre y poderosa que ésta sea.

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