_
_
_
_
_
Fútbol

Alfredo di Stéfano no se despidió ayer de la plantilla madridista ni quiere hacer declaraciones de momento

Alfredo di Stéfano no quiere hablar. "¿Para qué?", dijo ayer escuetamente al esquivar a cuatro informadores que le encontraron en una cafetería junto a la fábrica, el Bernabéu. Di Stéfano dejó de producir y, por el momento, calla. No quiere saber nada y no se despidió, al menos ayer, de una plantilla que, en un 90%, acogió su marcha con agrado. Tampoco habla, por el momento, el segundo defenestrado, el preparador físico, Jesús Paredes, 10 años en el club. Amancio Amaro sí lo hizo: "Quiero un espíritu de ganador en el equipo". Y Vicente del Bosque, el segundo hombre clave en el futuro madridista, lo ve con la misma claridad de ideas que desplegaba en el césped: "Los resultados son un reflejo del trabajo".

No hubo la ceremonia ritual de estos casos. No se produjo el relevo sencillamente porque Di Stéfano no se acercó a la Ciudad Deportiva a entregar el testigo. Luis de Carlos, el presidente; Luis Martínez Laforgue, su mano derecha, y Manuel Fernández Trigo, el gerente, confirmaron a los jugadores el cambio. La mayoría de éstos acogió con naturalidad y evidente agrado el relevo. Unos, como Del Bosque, Bonet y San José, sin ocultar que les parecía "muy bien"; otros se limitaron a asentir confidencialmente y algunos, que han sintonizado con el técnico -que también los hay-, prefieren mantener en reserva su postura.Di Stéfano, con sus decisiones contradictorias, su medrosidad táctica en los lances decisivos y, esencialmente, con ese carácter y falta de diálogo que muchos le censuran y que incluso oscurece en ocasiones los aciertos que también ha tenido al frente del equipo -llegar a cinco finales con la estructura técnica, los fichajes y la plantilla que encontró tiene su mérito-, ha servido en bandeja de plata el movimiento de chivalismo que, según diversas fuentes procedentes del entorno del conjunto, se produce con lamentable exceso en la casa en la época más reciente. Hay quien habla de una forma u otra según quien o quienes pasen por delante. Fundamentalmente, para evitarse la desagradable sorpresa de que un día cualquiera alguien le recuerde que "en tal fecha usted dijo esto o aquello".

Ésta debería ser, en principio, una de las misiones de Del Bosque, desde su teórica posición de segundo de Santisteban en el Castilla. Del Bosque tiene carisma y personalidad para que la conexión, el intento de solventar problemas de cualquier índole, el diálogo con Amancio y con los jugadores del primer equipo y los inferiores se produzcan.

"Los malos resultados son una anécdota, pero, a la larga, son fiel reflejo del trabajo". Del Bosque se refería, exclusivamente, a la función deportiva desarrollada por Di Stéfano, con quien no oculta su abierto enfrentamiento, y a la pérdida de carisma del club. Y Del Bosque -33 años, 11 en el primer equipo- puede ser, además, el relevo acertado al frente de la secretaría técnica, el encargado de fichajes exteriores y de la cantera. Suele seguir muy de cerca la marcha de todos los cuadros inferiores.

Amancio: espectáculo

Brasil y Francia. Las selecciones preferidas por el nuevo entrenador madridista. Amancio apuesta por el fútbol-arte, el espectáculo. En el Castilla se ha jugado esta carta y le ha salido bien, igual que pudo costarle el puesto hace dos temporadas, con el equipo metido en cuatro negativos en los primeros partidos. La junta estaba dispuesta al empujón hacia afuera. Se reaccionó, y a dos años de que acabe el mandato electoral de la directiva de Luis de Carlos, se le ha dado el empujón, pero hacia el otro lado, el del ascenso. La máxima responsabilidad. "Estoy tranquilo", dijo ayer Amancio. "Sólo voy a pedir ilusión, sacrificio, unión entre todos y mentalidad de ganador".Dos años al frente del Castilla es su corto balance técnico. Antes, cuando obtuvo el título de entrenador, "en la misma promoción que Torres, Rifé y Clemente", dirigió un año a los juveniles del Madrid. Y, curiosamente, también salió rebotado de una casa de la que ya casi es una tradición que salgan por la puerta falsa aquéllos que demuestran poseer cierta independencia de carácter. Esa vez, por diferencias con el entonces vicepresidente del club, Raimundo Saporta.

Amancio, que tiene seis hijos comprendidos entre los 17 años y los seis meses, se dedicó de lleno a los negocios durante dos años, aunque tuvo una oferta política de Alianza Popular de Galicia para que hiciera su aparición en ese otro mundo. Amancio, liberalen su forma de concebir el fútbol, no oculta su influencia de tipo conservador. "Cuando me llamaron los de Alianza Popular", bromeó ayer, "demostraron que son inteligentes", aunque añadió con prontitud: "Yo no entiendo de política. Lo mío es el fútbol".

Hasta el próximo lunes no comenzará, oficialmente, a reestructurar la plantilla. "Antes tengo la ilusión de que acabemos este domingo campeones de Segunda División con el Castilla". Luego, las altas, las bajas, los problemas. Metgod dijo ayer: "Quiero cumplir mis dos años de contrato", pero el club quiere cambiar de extranjero y desea a Valdano, entre otros. En relación con Lozano, habrá que esperar a ver cómo se desarrolla su recuperación. Amancio opina que "deben jugar los que mejor estén, sin importar sus nombres o lo que han costado". El futuro del Madrid, la reacción que precisa con urgencia a todos los niveles -no sólo títulos-, pasa por la valentía que demuestre Amancio para superar determinados obstáculos. Su declaración de intenciones resulta, al menos, prometedora: "Quiero un sistema de juego similar al del Castilla".

A Di Stéfano le comunicaron el lunes, oficialmente, lo que sabía hace meses. Ayer no apareció por la Ciudad Deportiva. Y afirmó que tampoco fue a ver al presidente. Quizá lo haga hoy. Jesús Paredes pasó de encontrarse "en fase de expectativa", según dijo el lunes Luis de Carlos, a encontrarse a las puertas de la Ciudad Deportiva con una lacónica frase que cerraba 10 años de trabajo en el club, un título de Liga con el primer equipo y la mejor labor desarrollada por el Castilla, junto con Juanjo, en toda su historia, llegando a finalista de la Copa del Rey. La frase en cuestión partió del trío dirigente de la entidad: De Carlos, Martínez Laforgue y Fernández. Trigo: "No contamos con usted".

Más tarde, los dos decapitados comenzaban a intentar olvidar el disgusto en una cafetería situada enfrente del Bernabéu. Luis Aragonés, el brillante técnico del Atlético, buen amigo de Di Stéfano, quiso estar a su lado. EL PAIS se acercó a Alfredo. Pero Alfredo, por el momento, no habla: "No hay nada que decir, ¿para qué?", "no he pasado por el club", "no voy a convocar una rueda de Prensa", "no quiero hablar"... Posiblemente lo haga dentro de pocas fechas. Y Paredes, también de momento, se limitó a afirmar: "¿Mi futuro? Seguir trabajando".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_