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Virilidades

En el discurso pronunciado en la Capitanía General de Barcelona, el 22 de mayo de 1947, Su Excelencia el Generalísimo de los Ejércitos de, Tierra, Mar y Aire, connotaciones que coincidían con su condición de Jefe del Estado, don Francisco Franco Bahamonde, entre otras cosas dijo: "La Historia no registra todavía el atropello caprichoso de un pueblo y de su derecho cuando está unido y virilmente sabe defenderlo". La unidad y la virilidad. He aquí la clave de la conducta triunfal de cualquier comunidad, clave que obsesionaba a Franco hasta el punto de utilizarla con una cierta frecuencia:' "Vivimos los momentos más interesantes de nuestro siglo. No queremos la vida fácil y cómoda. Queremos la vida dura, la vida difícil, la vida de los pueblos viriles" (Discurso del 17 de julio de 1939). Y en una carta dirigida a Churchill, reseñada por Luis de Galinsoga en Centinela de Occidente,el Caudillo le decía a Winston: "Conviene destacar que España es un país estratégico, sano, viril y caballeroso...". Afortunadamente, el sagaz estadista de El Ferrol extiende generosamente su bendición viril para que alcance incluso a Churchill "...Después de la terrible prueba que Europa ha sufrido, aquellas naciones que se han mostrado entre las europeas en sí mismas fuertes y viriles son Inglaterra, España y Alemania". Como Franco supo ver ya muy bien a fines de la Segunda Guerra Mundial, Francia no era viril e Italia tampoco y aunque se llevó a la tumba la puntualización viril que le merecía Estados Unidos, cuando nada dijo a este propósito, malo.La paz en Europa se mantiene gracias al Mercado Común y a la Copa de Europa de Campeones de Liga.

Los malos humores internacionales se subliman mediante competiciones deportivas y recientemente pudimos ver cómo el portero de la selección alemana de fútbol vengaba clamorosamente la derrota nazi de 1945, hundiendo la nuez de Adán de un delantero de la selección francesa, que insensatamente avanzaba hacia la portería alemana, corriendo y regateando, como si estuviera en un prado lleno de margaritas, con tan poca virilidad que sus cartílagos fundamentales no pudieron resistir el choque contra el revés del poderoso cancerbero ario. Y si bien días después, la selección italiana, con un juego menos viril que el alemán, se proclamaba Campeona del Mundo, nadie se sorprendió en los tiempos que corren, con la ola de relativismo que nos invade y la desaparición progresiva de aquellos gigantes de la virilidad que en el pasado marcaron los cuatros puntos testiculares del universo.

Está la conciencia futbolística española dividida entre partidarios del juego viril y partidarios del juego como espectáculo. El fútbol español es uno de los que más han contribuido al desarrollo de los estudios sobre ortopedia y sólo la Segunda Guerra Mundial puede competir históricamente con la Liga Española de Fútbol a la hora de aportar casuística sobre astillados, desgarrados, trepanaciones, rebanados y otras destrucciones del cuerpo humano. Es de desear que el próximo presidente de la Federación Española de Fútbol cree una Asociación Nacional de Futbolistas Mutilados, esos caídos a los pies de virilidades más expeditivas y sería de justicia que la presidencia de la asociación recayera en Clemente, excepcional y viril jugador que fue segado por una bota al parecer más viril que la suya. Bien es cierto que toda la virilidad es relativa y no existe la virilidad absoluta capaz de excluir las viriliades concretas. Me explicaré. Cuando el fútbol español, tan viril, sale a competir al extranjero, se produce un choque de virilidades en el que casi siempre se imponen las ajenas, sin otra causa que un problema congénito de osamentas mejor calcificadas y una sobredosis de cultura física, sospechosamente feminoide, con la que los pueblos melifluos tratan de compensar sus poquedades testiculares.

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No hay que confundir pues la virilidad leal, de impulso sanguíneo, que sale de la tierra y a la tierra vuelve, que caracteriza la furia española con el ventajismo calcificador y gimnástico que otros pueblos del mundo utilizan para ganamos, así en el marcador como en el choque. No decrezco pues la conciencia de la raza ante el hecho de que la virilidad de nuestro fútbol sólo sirve para provocar el rugido colectivo de un país que se ha quedado sin posibilidades épicas, logro suficiente y necesario pese al coste de un fútbol pedestre y de coitus interruptus en el que mutilados y mutiladores se fusionan finalmente en un viril abrazo.

Mal lo tiene el bando partidario del fútbol espectáculo en España a no ser que el Gobierno socialista se dejara llevar por un ramalazo de dirigismo cultural y quisiera cambiar las pautas de conducta de dirigentes, intermediarios y futbolistas mediante ordenanzas tendentes a desvirilizar todo lo desvirilizable. Mal remedio el de la penalización prohibición de jugar partidos que cuando recae en los jugadores más viriles automáticamente les convierte en mártires de la sexualidad local. Tal vez un cierto afeminamiento formal del marco podría aminorar el impulso viril que en nuestro caso, repito, sale de la tierra, nos sube por las pantorrillas y se centra donde se centra. Por ejemplo, poner setos de mirtos y geranios en vez de vallas, dotar de ramitos de violetas a los liniers en lugar de banderas y sustituir el inicial apretón de manos entre los capitanes por dos sonoros y mutuos besos en las mejillas.

Sólo para los casos excepcionales de virilidad más extremosa que extrema debiera reservarse la medida punitiva y gradual de inyectar hormonas femeninas a aquellos jugadores que no distinguen el límite que siempre separa el Bien del Mal. Tratamiento gradual, insisto, que sólo debiera llegar a la castración en el caso de jugadores convictos y confesos de haberse comido una porción, la que sea, del cuerpo de otro jugador, bien de la División de Honor o bien de categorías inferiores.

Se tomen las medidas que se tomen no han de tender a que disminuya nuestra condición de pueblo con una virilidad nacional bruta per cápita sin posible competencia. Es cierto que dentro del Estado Español hay comunidades autónomas más viriles que otras, pero funciona una LOAPA no escrita que desde tiempos remotos practica una solidaridad viril interregional, hasta el punto de que puede hablarse de una virilidad media estatal que en el futuro incluso puede desempeñar un papel importante como recurso energético alternativo. Unidad i virilidad. No olvidemos la fórmula del Caudillo, que con la una y la otra consiguió hacemos tal como somos: racionales, unitarios y viriles.

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