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"No hay nada tan reaccionario como un sistema financiero intervenido", según Luis Ángel Rojo

ENVIADO ESPECIAL"No hay nada tan reaccionario como un sistema financiero intervertido", afirmó Luis Angel Rojo Duque, director del servicio de estudios del Banco de España, para, a continuación, mantener que mientras no se corrijan las causas estructurales del déficit del sector público, no existe otra alternativa real que mantener cautiva una proporción creciente de los depósitos de bancos y cajas de ahorro. La amenaza de una posible elevación del coeficiente de caja, desde el actual 18% hasta alcanzar el máximo legal autorizado del 20%, se diluyó temporalmente ayer, al estimarse que la Administración tiene aún un cierto margen de flexibilidad con la parte no cubierta del coeficiente de inversión y gracias a las medidas correctoras de la tendencia de incremento del déficit público que está tratando de tomar el Gobierno.

Luis Ángel Rojo, catedrático de Teoría Económica y director del servicio de estudios del Banco de España, intervino en las undécimas jornadas de Intermoney para hablar de la actual situación de la economía española y sus perspectivas. En su opinión, existen claros síntomas de recuperación de la economía mundial que ayudan al relanzamiento de la actividad económica española. El mantenimiento de la recuperación norteamericana y los tímidos avances que se producen en la República Federal de Alemania, Reino Unido y Japón, propician un crecimiento del comercio mundial que se traduce en un fuerte incremento de las exportaciones españolas, como se viene reflejando desde la mitad del pasado año. Aunque estas cifras no se mantengan en el segundo semestre de 1984, lo cierto es que con lo ya conseguido casi se han alcanzado los objetivos en materia de intercambios internacionales, previstos para el conjunto del año.

Optimismo para 1984

El director del servicio de estudios del banco emisor se mostró optimista en cuanto a la consecución de las cifras objetivo de 1984. El crecimiento del producto interior bruto podrá situarse en torno al 2,5% y los precios acabarán, en media, cerca del 8,5%, a pesar de los desfases entre las recomendaciones oficiales y los aumentos salariales pactados por convenio. La mejora de los intercambios con el resto del mundo seguirá su fuerte marcha y puede cerrarse el año con un déficit de la balanza por cuenta corriente en torno a los 500 millones de dólares, mientras que en 1983 el saldo negativo superó los 2.500 millones de dólares. El profesor Rojo, no obstante, no mencionó en ningún momento de su intervención nada relacionado con las posibles previsiones en materia de empleo y crecimiento del paro.No obstante esta situación relativamente positiva, los problemas derivados del aumento del déficit público fueron colocados por Luis Ángel Rojo como básicos, si lo que se pretende es lograr un crecimiento sostenido de la recuperación económica. El déficit, cuyas tensiones al alza constituyen en la actualidad el principal problema de la Administración, tiene dos componentes difícilmente separables en cuanto a su cuantificación, pero claramente independientes. Por un lado, el llamado déficit coyuntural, es decir, aquel que se deriva de la situación de crisis concreta y que se traduce en menores ingresos fiscales y en un aumento de las transferencias sociales de la Administración, y que se supone se anularían en la misma medida en que la economía del país saliera de la crisis. En segundo. lugar, el déficit estructural, que es inalterable, a menos que no se realicen los ajustes y transformaciones necesarios en la estructura económica española. En este apartado se incluyen las transferencias a empresas públicas en pérdidas y las subvenciones a la Seguridad Social, hasta que se modifique su actual estructura.

Para Rojo, sólo una actuación decidida en estos sectores y que tienda a acabar con las necesidades de financiación que ahora exigen, puede llevar a que, al cabo de algunos ejercicios, se despeje la actual incertidumbre.

Mientras no lleguen los ajustes al sector real de la economía, la Administración tendrá que proporcionar los fondos necesarios para impedir la quiebra o desaparición de estas actividades, aunque ello signifique altas tasas de déficit público.

La imposibilidad real de que el Estado suprima de golpe todas estas subvenciones y transferencias, con el consiguiente crecimiento del déficit del sector público, obliga a una política de mayores coeficientes en la bancia y cajas de ahorro, ya que de otra forma sería infinanciable la actividad del Estado.

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