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John Carlos

De revolucionario a miembro del comité organizador de los Juegos Olímplicos

John Carlos, hijo de una cubana y nieto de españoles, se convirtió, junto a su compañero de equipo Tommie Smith, en el símbolo de una época cuando en el estadio azteca de México, durante los Juegos Olímpicos; de 196.8, descalzo sobre el podio, levantó el puño, enfundado en un guante negro, símbolo del blackpower, para protestar contra la segregación racial en su país, Estados Unidos.

Han pasado 16 años y los tiempos, ciertamente, han cambiado. Para algunos, radicalmente. Mientras Tommie Smith es entrenador de atletismo, Carlos es uno de los más activos relaciones públicas del comité -organizador de los Juegos Olímpicos. Tiene ahora 38 años y conserva un impresionante físico de atleta, aunque su uniforme de trabajo no son ya los calzones cortos, sino un impecable traje azul, con chaleco y corbata. Amable, hablador y chistoso, no tiene inconveniente en que se le pregunte sobre aquel día en que entró en la historia. "No me arrepiento lo más mínimo de lo que hice, fue un acto importante", afirma; lo único que me molesta es que alguna gente me siga poniento esa falsa etiqueta de terrorista", Aquel gesto le costó caro: su mujer acabó suicidándose a raíz de una depresión; su padre se lo recriminó, y durante un largo tiempo le fue muy difícil conseguir trabajo. Pero, poco a poco, fue saliendo adelante. Su trabajo actual se centra en ayudar a los jóvenes del gueto para que se dediquen al deporte y, para ello, su imagen es perfecta."Se fían de mí, me ven como a un héroe, y esto es muy importante porque estos chicos necesitan poder identificarse con algo. Lo noto cuando visito los barrios; los padres me piden que me ocupe de sus hijos que quieren ser atletas, que les busque entrenador y les ayude...". Sobre el atletismo de competición, opina que ha cambiado bastante desde sus tiempos, sobre todo porque Estados Unidos no es ya el acaparador de medallas de antaño. "En mi época dominábamos el atletismo", dice, "pero ahora está mucho más repartido. Los europeos y los africanos son muy buenos, aunque creo que este año nosotros tenemos un equipo rezonableniente fuerte, Además, hemos empezado a mejorar en los deportes de equipo, a los que antes no se les daba importancia".

De entre los atletas actuales destaca, por encima de todos, a Carl Lewis, a quien, de paso, se permite aconsejar: "Si las lesiones le respetan y, sobre todo, si ha sabido calcular correctamente su entrenamiento y su estado de forma, puede ser el gran triunfador de los Juegos. Pero tiene que aprender a dosificar su esfuerzo, tiene que ir a clasificarse y no a ganar las pruebas previas. Creo que es el mejor atleta del momento'.

Sobre las drogas, los esteroides y la tecnología atlética de la actualidad, es radical: "Cualquiera que toma drogas para mejorar sus marcas es porque no sirve, porque es malo. Es algo que nunca he en tendido, porque la clave del depor te es la superación personal, y el atleta que se droga no hace más que engañarse a sí mismo. Cuando yo corría era un problema minoritario, creo que no más de un 10% de los grandes corredores tomaran estimulantes de algún tipo. Entre los atletas negros era un chiste que utilizábamos para referimos a los blancos. Creo que en Estados Unidos es un fenómeno muy reciente mente importado de Europa". Sin embargo, no tiene nada contra el profesionalismo y duda que exista en la actualidad ninguna diferen cia entre profesionales, y aficiona dos. "A la larga, el movimiento olímpico tendrá que aceptarlo. Cuando yo corría ya sabía que ha bía atletas que ganaban dinero, mucho más que yo, que también cobraba. Creo que así debe ser; para. ser el mejor y poder preparar se hay que tener solucionados los problemas básicos; es natural que se reciban ayudas; negarlo es absurdo". Por esta razón es un gran admirador de Samaranch y del giro que éste ha dado al movimiento olímpico. "Por primera vez se ha escuchado a los atletas", dice; "Samaranch ha da do voz a los participantes y ha abierto el movimiento olímpico".

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