Jan Lavric
Médico inglés, fue en peregrinación al Vaticano acompañando a un grupo de personas impedidas. Cansado de andar, se sentó en una silla de ruedas vacía, momento en el que apareció una monja y, sin darle tiempo a explicarse, empujó la silla y le aproximó al Papa para que le bendijera. Para asombro de los presentes, antes de que acabara la bendición Lavric se levantó y echó a andar. Dice que va a escribir al Papa disculpándose y confiesa que pasó un mal rato hasta que aclaró que, de momento, lo suyo no era un milagro.
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