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Londres y los protestantes del Uster rechazan el informe del foro sobre la reunificación de Irlanda

Soledad Gallego-Díaz

El Gobierno británico y los partidos protestantes del Ulster han acogido con frialdad el informe del nuevo foro sobre modalidades para la reunificación de Irlanda. Sin embargo, el informe, que ha sido elaborado por los tres partidos más importantes de la República de Irlanda y por un partido de Irlanda del Norte, sigue constituyendo a juicio de muchos observadores la única base teórica sólida para unas futuras, aunque quizá lejanas, negociaciones sobre Irlanda.

El nuevo foro ha debatido el informe durante 11 meses. La primera dificultad a vencer fue lograr una postura común entre los dos grandes partidos de la República de Irlanda, el Fine Gael, en el poder, y el Fianna Fail, liderado por Charles Haughey. Éste mantiene tradicionalmente una postura más nacionalista sobre la reunificación de la isla, y, aunque el informe recoge dos posibles modalidades de soberanía compartida, se apresuró a declarar que su partido seguía defendiendo una isla unida bajo un único Gobierno. Sus declaraciones han provocado la irritación del primer ministro, Garret Fitzgerald, para quien cualquier fisura en el seno del foro supone un as en las manos de Londres.El documento del nuevo foro explica las consecuencias políticas y económicas que tuvo la partición de la isla en 1920 y ataca muy duramente al Gobierno británico por no haber sido capaz de diseñar un proyecto de convivencia entre protestantes y católicos que permita acabar con los 15 años de violencia que asolan el Ulster.

Sin embargo, Dublín ha dado un gran paso al reconocer que no puede haber ninguna solución que no pase por el consentimiento de la mayoría protestante de Irlanda del Norte y, muy posiblemente, por la permanencia allí de la soberanía británica. El informe señala la preferencia de los partidos de la República de Irlanda por un Estado único, pero recoge en plano de igualdad otras dos posibles vías: un Estado federal y, más importante aun, una autoridad conjunta

de Londres y Dublín, lo que constituye una apertura esencial.

Dublín se muestra consciente de que cualquier solución exige el respeto y garantías completas para la mayoría protestante del Ulster, que ve una eventual reunificación como la pérdida de su identidad. En Irlanda del Norte hay actualmente un millón de protestantes y medio millón de católicos, pero en una isla reunida serían más de cuatro millones de católicos frente, al mismo número de protestantes.

Dublín se da cuenta de que el futuro no está en manos de grupos como el IRA o su rama política, el Sinn Fein. El informe condena la violencia terrorista. Pero, según el documento, la situación en el Ulster es extremadamente peligrosa, no sólo por culpa de estos grupos, sino también debido a la posición británica de aislar en lo posible el Ulster y de considerar que nada puede hacerse para acabar con la violencia y la destrucción, salvo medidas policiales. La única solución pasa, precisamente, por una apertura mayor y por iniciativas políticas audaces.

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El Gobierno británico ha acogido estas críticas manifiestamente incómodo. "El análisis de nuestra posición es unilateral e inaceptable", afirmó James Prior. El ministro británico dio la bienvenida al documento, que es, dijo, un intento sincero de lograr progresos, pero se apresuró a declarar que ninguna de las tres soluciones apuntadas tiene la menor viabilidad. Prior no acepta las acusaciones de pasividad lanzadas contra el Gobierno, de Londres, pero lo cierto es que las pequeñas iniciativas adoptadas por el Reino Unido para dar una proyección más política al conflicto, como la creación de una asamblea parlamentaria local, han fracasado sin que se hayan encontrado caminos sustitutorios.

Prior no quiso descalificar completamente el documento, que será debatido en la Cámara de los Comunes y que será objeto también de un detenido estudio por parte del Gobierno británico. Parece, sin embargo, que la primera ministra, Margaret Thatcher, no ha encontrado en las conclusiones del foro motivo suficiente como para abrir unas conversaciones con la República de Irlanda sobre el futuro del Ulster.

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