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El Partido Republicano italiano se presenta como la formación de 'la democracia sin apellidos'

Juan Arias

Por primera vez, un congreso del Partido Republicano se está celebrando desde el pasado viernes -concluye mañana- con el ritual de los "grandes congresos". La actitud de es formación política, que dirigió Ugo la Malfa y que hoy encabeza Giovanni Spadolini, es seguida con gran atención.

Spadolini recibió un aplauso triunfal cuando dijo a sus seguidores que el Partido Republicano iba a dejar de ser en el futuro "un apéndice del partido socialista", para presentarse como el partido "de la democracia sin apellidos", capaz de recoger la protesta y las esperanzas de los casi tres millones de italianos que dejaron de votar en las últimas elecciones.El Partido Republicano es conocido como el gato verde, en contraste con la ballena blanca, que es la Democracia Cristiana, o el elefante rojo, que es el partido comunista. La denominación de verdes para los republicanos tiene su origen en el símbolo del partido, que es una hoja de yedra.

Esta formación política, que ha capitalizado por muchos años apenas un 3% de los votos del país, ha sido definido como un partido de "generales sin tropa", pero al mismo tiempo está considerado como el partido "del rigor, de la seriedad moral y de la conciencia crítica". Y de hecho es un partido que nunca se ha visto involucrado en ningún tipo de escándalo político-financiero.

El prestigio del desparecido La Malfa, y, en segundo lugar, la popularidad de Giovanni Spadolini, que fue el primer presidente del Gobierno "no democristiano y no creyente" tras 40 años de Gobiernos presididos por un católico, han hecho que en las elecciones políticas del pasado junio los republicanos hayan dado el mayor salto electoral de su historia. En Milán, por ejemplo, fortaleza del partido socialista, Spadolini logró rnás votos para su partido que Bettino Craxi para el suyo.

Y ahora este partido, con el 5% de los votos y en evidente expansión, está celebrando su 35º congreso nacional, precisamente en Milán y con grandes ambiciones. Están presentes cerca de 3.000 Congresistas, y por primera vez entre los invitados figuran los grandes líderes políticos, desde el democristiano Ciriaco de Mita al comunista Enrico Berlinguer y el socialista Craxi, a directores de los grandes diarios y a eminentes hombres de la empresa pública y privada.

El líder republicano presentó un decálogo bien concreto de propuestas que van desde una reforma a fondo del sistema de impuestos a la reforma de la magistratura, pasando por la reducción de los gastos de la Administración.

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Como comentó en un editorial el diario La Repubblica, el problema de Spadolini es, sin embargo, que el dinámico partido socialista de Bettino Craxi va a lanzar precisamente en su próximo congreso de Verona, del 11 al 16 de mayo, un desafío, un programa y una esperanza de renovación y de moralización de la vida pública de este país casi idénticos a lo expuesto por Spadolini. Por eso, en realidad, en el futuro de la vida política italiana el duelo entre republicanos y socialistas para recuperar consensos y recortar votos a los dos grandes -la Democracia Cristiana y del Partido Comunista Italiano- va a ser duro e interesante.

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