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Xavier Llobell, 'Papá Pipa'

Un médico español, de religión musuhnana, que lleva 20 años trabajando en África, recita el Corán en catalán

Antonio Caño

-¿Cómo dices que es tu nombre?-Papá Pipa.

-No, el de verdad.

-Ibrahim.

-Un nombre raro para un acento catalán tan contundente.

-Bueno, ese es mi nombre musulmán. El otro es Xavier Llobell.

-¿Pero eres musulmán?.

-¿Te das cuenta? Todos se ríen cuando lo digo; pero, por favor, no te rías: soy un musulmán convencido".

Tiene aspecto de misionero, pero es médico. Un médico que desde hace 19 años ha abierto multitud de barrigas africanas debajo de un paraguas en Marruecos, Argelia, Túnez, Alto Volta, Costa de Marfil, Liberia, Sierra Leona, Senegal, Gambia, Nigeria, Camerún, Gabón y Guinea Ecuatorial, donde ejerce ahora.

Empezó su peregrinaje en 1965. Inmediatamente comprendió que los únicos países africanos que funcionan son aquéllos en los que se practica el islamismo. "Y comencé a leer el Corán. Ahora lo leo todas las noches, y lo que más siento es que nunca haya tenido oportunidad de aprender árabe". A cambio dedica parte de su tiempo a buscar una traducción al catalán del libro sagrado musulmán, porque asegura que su lengua materna, "la lengua en la que pienso", fue el primer idioma extranjero al que se tradujo el Corán. Por ahora sólo ha encontrado las traducciones de algunos versículos que recita orgulloso a los visitantes. "En nom de Deu el Misericordiós, ple de misericórdia...".

"La cosa más graciosa de mi vida me ocurrió en Alto Volta. Como tengo esta pinta de cura, todo el mundo me confundía con un misionero español al que llamaban abbé Ricardo. A cada aldea que llegaba me pedían la bendición. Yo intentaba explicarles que no sólo no era cura, sino que mi dios era Alá, pero cuando vi que era imposible, empecé a impartir bendiciones y hoy está bendecido por mis manos musulmanas medio Alto Volta".

Ha encontrado enfermedades extrañas. Se ríe de tantas medidas de asepsia como se utilizan en Europa y mientras ausculta a sus enfermos les susurra al oído unas palabras de consuelo en el lenguaje que ellos entienden, "Me reí mucho, hace unos días, cuando vino a verme un hombre joven, preocupado porque, según me decía, el aparato de fornicar no le fornica bien. Yo le atendí convenienternente".

En Guinea Ecuatorial se ha hecho un admirador de la tribu fang, la mayoritaria en el país y la que detenta el poder. Encuentra en los miembros de esta tribu un mayor espíritu de creatividad y una mayor disposición al trabajo que en los integrantes de la tribu bubi, a los que generalmente se ha considerado más pacíficos y amigables. Cree que es "un tópico y un simplismo poner, como se ha hecho, a los fang como los malos y a los bubis como los buenos".

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