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Tribuna
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Lo íntimo

Mejor dicho, la fuerza de lo íntimo. Las carteleras con oscars, los escaparates de los best-seller, las estadísticas sociológicas, los nuevos ocios que llenan las aceras de narcisos con Adidas, las flamantes tecnologías de ensimismamiento hogareño, todo eso que suele ser nombrado de un tirón con la palabra actualidad empieza a emitir un mismo ruido: concierto en psi menor.Los especialistas ya han diseñado el retrato robot del urbanícola de los ochenta, y por una vez parece existir una unanimidad extraña entre la teoría y lo otro. Individualismo, pragmatismo, intimismo, narcisismo, apoteosis de lo privado, desmovilización social, viaje al centro del yo, declive del hombre público.

Se pueden conjurar los oscars por medio de las conocidas danzas rituales del nacionalismo feroz y se puede seguir hablando de la perversidad intrínseca de las factorías imperiales del ocio mientras tenemos irremediablemente colonizados todos los negocios del futuro. Pero hay que estar muy fanatizado por la inmediatez onanista para ver en estas películas, en estos mensajes estadísticos, en esos ensayos que nos rodean, nada más que otra conspiración de las multinacionales contra nuestra querida identidad cultural.

Pocas veces se ha observado una mayor correspondencia entre el cine de Hollywood, el ensayismo francés e italiano, las filosofías callejeras del Occidente posindustrializado y las cifras del consumo cotidiano. De repente, todos se han puesto a meditar sobre un mismo fenómeno. Porque lo que cuentan La fuerza del cariño, Reencuentro y Gracias y favores (para citar solamente las tres películas más vapuleadas en este país, pero sólo aquí) es lo mismo que cuentan las últimas reflexiones de Sennet, Max Gallo, Bergman, Lasch, Baudrillard, Perinola, Bell, Lipovetsky, Liotard y compañía: la fuerza de lo íntimo, el reencuentro de lo privado, las gracias y los favores del nuevo individualismo.

Se puede criticar o alabar este intenso concierto en psi menor que ya suena también por estos alrededores; pero lo verdaderamente idiota es fingir su inexistencia por culpa de esa misa vieja en re mayor en la que estamos atrapados.

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