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Raymond H. Neill,

que traía a la Semana Filatélica Internacional de Madrid -a la que han acudido coleccionistas de todo el mundo en medio de extraordinarias medidas de protección- los dos sellos considerados como los más valiosos del mundo, tuvo que dormir encima de ellos por un despiste de los equipos de seguridad del aeropuerto de Barajas. Cuando llegó, procedente de Nueva Orleans, pasó por la aduana, y sin que nadie se ocupara de él, cogió un taxi y se dirigió a descansar al hotel. Allí le localizó dos horas más tarde, con los sellos bajo la almohada, su supuesto equipo de seguridad.

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