Elisabeth Bouvia,
la joven norteamericana de 26 años, paralítica total, que pidió que la dejaran morir, para lo que inició una huelga de hambre hasta verse libre de lo que denominaba "mi inútil cuerpo", ha vuelto a comer, tras tres días de ayuno total, y ha brindado con vino por el fin de su búsqueda de la muerte. Un tríbunal de California decidió, las pasadas Navidades, que no podía exigir a los hospitales que la dejasen morir, aunque padece parálisis cerebral y sólo controla el movimiento de una de sus manos, que utiliza para conducir la silla en que se mueve. La joven solicitó que la mataran porque su enfermedad le impedía hacerlo por sí misma.
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