26 lunes

Areilza es un test. Todo nombre que echamos en la batidora Moulinex de la actualidad se convierte en un test (la Moulinex me la descubrió hace tiempo Álvaro Pombo, ese genio que anda suelto, ganando premios: Jorge Herralde le descubrió en seguida). De Areilza, desde una semblanza que le hice, me habla todo el mundo. Y todo el mundo le quiere. Pero le quieren -y le admiran- a distancia, o sea donde está, o sea lejos/cerca de la política y la diplomacia. En una pala bra, yo diría que le temen (el temor es la forma final de la admiración). También admiramos al Coloso de Marusi, pero sería in cómodo tenerlo en casa. Y no es que Areilza sea un coloso a raya diplomática, pero le ha pasado en la derecha lo que a Tierno en la izquierda: que ha cometido el error de ser nuestro contemporáneo.

Reapertura del Progreso con copa y Moliére. Moliére, entre nosotros, como todos sabemos, es Llovet, o sea un autor francés del XVIII que se ha inventado Enrique para estrenar/reestrenar sus propias funciones. Otra vez Las mujeres sabias, con mayor oportunidad que nunca, ahora que todas son bachilleras en el arte, en la política, en la cultura, en lo de El Salvador, e incluso bachilleras en el bachiller. Se lo digo a Enrique: "Las feministas te la van a cortar, pero eso es bueno para la obra y, sobre todo, para la taquilla". Molière, o sea Poquelin, que ya eligió como seudónimo el de "mujer", formulaba sus críticas a la hembra desde la hembra frustrada que él fue. Llovet se inventa a Moliére (recuérdese el Tartufo) como arma arrojadiza contra la sociedad de hoy. Y lo hace a tope. Primero, porque él sabe, y luego, porque Moliére, como Corpus Barga me decía del Tenorio, tiene frases para todo. Clásico es el que vale siempre. En la copa, Emma Penella, Analía, Gala, Carmen Platero, Liébana, Piedra, la Goyanes (hay otras), Buero y una pequeñita que me mira/me mira y, al final, me trae una rosa.

Miguel Delibes, en el Congreso de los Diputados. Miguel no vie ne más a Madrid porque nos dice que le asustan los semáforos Nos lo dice a Manuel Leguineche y a mí. Somos dos periodistas que nos hicimos a su costado de gran periodista, que es el que ignoran los lectores de sus novelas A Manu, luego, le dio por la épica, y a mí por la retórica. De lo que no les ha hablado Miguel los diputados con Congreso es de su arte menor/mayor de periodista. Ahí sí que ha luchado por la libertad, la democracia y la justicia. Sus novelas (por eso han quedado, aunque él crea otra cosa, y Marías se lo dijo muy claro en la Academia) son literatura porque él tiene un sentido estético del idioma, que e como tener un sentido estético del paisaje y ser pintor. Afortunadamente. Su periodismo es fue implacable y ético. Delibes es la única Facultad de Ciencias de la Información que he conocido y respeto. A él nos acogemos, ¿,eh, Manu?

Vida y milagros (Pocos) de mon señor Escrivá de Balaguer. Con o sin LODE, la España eviterna sigue dando santos al santoral, mártires al martirologio y papeleo a Roma. A Escrivá quieren canonizarlo. Tenía carita de lego aplicado y llegó a noble. Siervo de Dios y fundador del Opus Dei, concibió una oración por libre que puede rezarse con bula de Urbano VIII. Ruiz-Mateos le rezaba, y parece que Urbano VIII no le ha prestado mucha atención. (Lo cual que dicen estos días por los palacios que Rumasa le ha auditado la señora a un socio, o sea la Rumasa de antes). La beatificación (que es como una auditoría a lo divino) de monseñor Escrivá la está llevando el Opus muy por sus pasos. Hay milagros, prodigios, cancelaciones que ilustran la vida de Josemaría y enriquecen su expediente. Llamo a Roma, a mi querido Pérez Pellón, amigo de infancia/adolescencia, y parece que en el Vaticano, francamente, no se esperaba tanto material. La operación va a tope. Lo único, que el Opus ha sido injusto con mi también entrañable Luis Carandell, que escribió una muy puntual hagiografía de monseñor, contribuyendo a su palma, por más que en Roma quizá la han encontrado un poco arriana, que así es Luis, entre arriano y arriego intelectual. Del comercio local de Barbastro, el niño resultó listo y piadoso. Yo he visitado Torreciudad, y, más que una blasfemia contra Dios, que lo soporta todo, es una blasfemia contra la historia de la arquitectura religiosa española, estudiada en el mundo, desde Covadonga a Miguel Fisac, pasando por El Escorial. En España coinciden la ojiva nórdica y el cuadrado latino. En Torreciudad coinciden la horterada y la chapuza. Tarancón tuvo que pasar también por este paredón: la apertura del proceso celestial de Balaguer. Curaba religiosas desahuciadas y cantantes mexicanos.