Elecciones en Turquía
EL PARTIDO gubernamental turco, el de la Madre Patria, organizado en torno al primer ministro, Turgut Ozal, exulta con los resultados obtenidos en las elecciones municipales del domingo: un 47%, cuatro puntos más que en las elecciones legislativas de noviembre, pese a que en las de ahora concurrían tres partidos no autorizados entonces. Considera que es un espaldarazo a lo que llama su legitimidad, conseguida mediante cuatro años de dictadura militar (golpe de Estado, 12 de septiembre de 1982), que ha sido pródiga en las penas de muerte (muchas cumplidas) y en las de prisión (90.000 presos políticos), dentro del cual ha procedido a un "proceso de democratización" del que forman parte estas elecciones municipales. Le es necesario para ofrecer un traje civil presentable en las organizaciones atlánticas y europeas, a las que pertenece injustamente, puesto que es el único país de la OTAN que tiene un régimen fuera de esta civilización y de los propósitos de construcción de un mundo libre.El proceso de maquillaje seudodemocrático parte de la Constitución redactada en julio de 1982, y aprobada en noviembre de ese año por un referéndum natural y deliberadamente ganado por el 91,5% de los votos, que consagraba la jefatura del Estado del general Evren como presidente de un Consejo Nacional de Seguridad compuesto por seis generales; se fijaban en ella unas elecciones legislativas en las que sólo podían participar los partidos designados para ello por la Junta, mediante una lista de candidatos que antes fue depurada por el poder militar. Dos de los partidos creados entonces, el Populista y el de la Democracia Nacionalista (DN), han caído en las municipales del domingo de una manera vertical, y es posible su extinción. Uno de ellos, el DN, estuvo patrocinado por los militares y se veía en él la posibilidad de mantener una "oposición legal", prevista, duplicando al de la "Justa Vía", reflejo, a su vez, del gubernamental Madre Patria (que se ha mantenido, como estaba previsto, en el 10% de los votos). Aquellas elecciones estaban preparadas de forma que, ganase quien ganase, el régimen no tuviera ninguna variación visible.
En éstas se ha abierto la mano, y en esa apertura hay un dato significativo: entre los tres partidos prohibidos en noviembre y admitidos ahora se han apuntado el 40% de los votos; y uno de ellos, el Partido Socialdemócrata, de Erdal Inonu (hijo del dirigente histórico del primer ensayo de democracia turca, Ismet Inonu), y beneficiario de los votos del antiguo y continuamente prohibido Partido Republicano Popular, de Bulen Ecevit (visitante asiduo de las cárceles de Evren), ha quedado calificado como el segundo de la nación, aunque el porcentaje de sus votos (23%) haya sido más bajo de lo previsto.
Independientemente de cómo hayan podido ser manejadas las urnas, las plesiones sobre el electorado y la ausencia de una campaña verdaderamente libre, más la proscripción de políticos y partidos de la etapa anterior, no pueden suponer en ningún caso la convalidación moral de estas elecciones. Eso no impedirá que puedan ser aceptadas por una Europa temerosa de la desunión, atrapada en susmuchas crisis y dispuesta siempre a hacer de Turquía, de Grecia o de la Península Ibérica una especie de excepción tercermundista, que vendría justificada por los propios intereses de la Europa de los poderosos. Y desde el punto de vista de los Estados Unidos resultará un éxito este espaldarazo pretendidarnente democrático a un poder impuesto. El más modesto de los manuales de derecho político echaría abajo sin embargo, y sin problemas, cualquier intento de homologación turca con los países del area occidental. Y, a pesar de todo, es preciso reconocer y dar una luz verde a la esperanza y al posibilismo, máxime después de que el posibilismo en España fue el gran secreto de nuestra propia transición de la dictadura a la libertad: los resultados de la socialdemocracia y la amplia votación a los partidos nuevos son datos que demuestran que hay una Turquía que trata de sobreponerse y emerger más allá de la dictadura humillante y feroz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.