Serra restó importancia a la derrota frente al CAI y sólo piensa en Ginebra
Antoni Serra, entrenador del equipo de baloncesto del Barcelona, restó ayer importancia a la derrota frente al CAI de Zaragoza, afirmando que puede ser beneficiosa de cara a la final de la Copa de Europa, que el cuadro azulgrana disputará el jueves en Ginebra frente al Banco di Roma. Serra, que se siente muy sólo en estos momentos, piensa que la directiva azulgrana confía en el equipo de baloncesto para salvar la temporada. Pero él lo tiene claro: "Nos rodea demasiado fútbol. Yo no tengo que salvar a Menotti ni a nadie".
Sabe que ganar al CAI de Zaragoza en los dos próximos partidos no va a ser fácil, pero él sigue dándole vueltas al Banco di Roma. "Mira", empieza explicando con gran decisión, "todo está muy claro. Nosotros empezaremos con los cinco de siempre (Solozábal, Epi, Sibilio, Starks y Davis). Ellos saldrán seguramente con Wright, Gilardi, Solfrini, Kea y Polesello. Los dos defenderemos de salida al hombre. También está claro. Ellos han preparado muchas cosas, pueden cambiar a una zona 3-2, con un hombre alto en el centro. Nosotros no cambiaremos a zona, a no ser que cometamos muchas personales o las cosas vayan mal. Yo nunca cambio cuando la situación me funciona. Sabíamos desde hace días que esta semana sólo tendríamos el lunes para trabajar mañana y tarde, por eso nos olvidamos de Zaragoza y nos hemos dedicamos durante los últimos días a preparar la final de Ginebra".Cada jugador italiano tiene un rinconcito en el cerebro de Serra. "Wright es imparable. Ya no sólo por su velocidad, sino porque él es quien sube la pelota. No sale de un bloqueo, no ha de esperar a recibir, él decide qué hay que hacer. Es quien anima el equipo. Siempre les está dando palmaditas en las manos, en el culo. Es el líder".
"Kea es una bestia", exclama el técnico azulgrana, "muy fuerte en el rebote, incordia mucho en la zona y da mucha leña. Gilardi es durísimo en defensa, incluso marrullero. Tira muy bien, su duelo con Epi será de lo más vistoso de la final. Con Wright, Gilardi y Sharra, el entrenador Valerio Bianchini puede hacer muchas combinaciones. Sbarra es el jugador número seis, a veces juega de base y descansa Wright. La intensidad de su juego les obliga a muchos cambios y tienen muchas cosas preparadas. Pueden poner a Solfrini de pivot y salir Polesello o Tombolatto". Respira y comenta casi en voz baja, con gracia, con picardía, como si quisiera traérselo al Barcelona: "Polesello me encanta, tiene movimientos lentos, pero muy eficaces, es un gran reboteador, se lleva todos los balones perdidos". "Bertolotti es un jugador que sabe estar en el banquillo y jugar sólo cinco minutos, pero a pleno rendimiento. Hace puntos decisivos. En Limoges, por ejemplo, consiguió los 10 últimos puntos del equipo, que supusieron la victoría del Banco". "Solfrini, que costó más de 60 millones de pesetas, es un gran tirador. A veces puedejugar de tercer pivot, es un alero-pivot, que si hace falta puede jugar dentro de la zona, en lugar de Polesello o Kea. Trabaja a la perfección lucha uno contra uno bajo el aro".
Serra considera que "los dos equipos hemos llegado por méritos propios a la final. No ha influido la suerte. Hemos sido superiores al resto. Yo no me preocupo de Bianchini, porque no creo que yo gane los partidos, sino que colaboro con los jugadores, por eso no tengo síndrome Bianchini".
Todas las miradas están puestas sobre él. A veces no puede morderse la lengua y necesita explicar cuáles son sus actuales sensaciones. "No quiero justificarme antes de la final, pero estoy seguro de que si no hubiéramos perdido en Zaragoza, no ganábamos en Ginebra. El ambiente de euforia injustificada que se vive en el club, es peligroso. No es que se haya de mentalizar a los jugadores, sino que el problema es que los comentarios de algunos los desmentalizan".
Me hubiera gustado que los que aseguran que Serra llora mucho hubiesen visto su rostro ayer, casi hundido en su silla, acariciándose la cabeza con ambas manos y pensando que tiene que ganar, que ha de ganar. Y lo dijo, ¡vaya si lo dijo!: "A veces me siento solo, como si estuviera en un desierto. Nosotros teníamos que ir a Ginebra con alegría y me da la impresión de que vamos en una procesión, debido al ambiente dramático que rodea todos nuestros movimientos". Esa derrota en Manchester, esa eliminación de la Recopa, ese desastre futbolístico están haciendo insoportables los días precedentes a la gran final. "Nos rodea demasiado fútbol, yo no tengo que salvar a Menotti ni a nadie".
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