Una exhibición del F-18 cerró la estancia oficial del Rey en Canadá
El Rey Juan Carlos, en su último día de estancia oficial en Canadá, visitó ayer la base aérea de Cornox, situada en la isla de Vancouver, en donde presenció una exhibición del avión F-18, modelo adquirido por España. Los ejércitos de Canadá y España, por medio de esta operación de compra a Estados Unidos, podrían iniciar en breve una colaboración que desde el plano militar podría pasar al estrictamente comercial. La reina Sofía y otras autoridads de la delegación emprenden hoy regreso a España, mientras que el Rey se trasladará a la ciudad canadiense de Calgary, al pie de las Montañas Rocosas, donde permanecerá unos días esquiando.Canadá tuvo un gran interés en que España adquiriera el avión del programa FACA con el fin de contar en Europa, y puesto que también pertenece a la OTAN, con un país con el que establecer contratos de mantenimiento. Desde el punto de vista comercial, y tras el fracaso de la venta de aviones Aviocar a Estados Unidos, se piensa en Canadá como un posible cliente.
El Rey acudió a la base de Coinox a primeras horas de la mañanade ayer. Los canadienses únicamente mostraron el vuelo de uno de sus aparatos y dieron a don Juan Carlos toda serie de explicaciones sobre el banco de pruebas que tienen instalado. El Ministerio de Defensa está muy interesado en seguir laniarcha de las pruebas del F-18 y los sistemas canadienses, fundamentalmente en lo que respecta a los simuladores.Tras la visita a la base militar, el Rey voló a Victoria, la capital de la isla de Vancouver, en donde le fue ofrecido un almuerzo por el teniente gobernador de la isla, el representante del gobernador general de Canadá y, posteriormente, presidió el acto de inauguración de un monumento el marino español Juan Francisco de la Bodega y Quadra, que Regado a estas tierras entabló amistad con el jefe indio Macuina.
Otro de los posibles contratos que España podría ofrecer a Canadá en materia de defensa sería el de la venta de patrulleras y otros tipos de embarcaciones de características similares con las que no puede competir la Marina canadiense. Canadá, que, como México, también dice que es un país "tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos", pretende diversificar su comercio para contrarrestar la inevitable influencia estadounidense.
Canadá, por medio de Trudeau, lidera un importante movimiento por la paz mundial, tiene establecidos importantes planes de ayuda al Tercer Mundo, apoya al grupo de Contadora y ha visto con malos ojos el informe Kissinger sobre Centroamérica. Canadá es un país muy interesado en la América de habla hispana y pretende encontrar en España un interlocutor válido para sus planes en la zona.
Los Reyes visitaron, tras su llegada a Vancouver, el Museo Antropológico. Posteriormente visitaron la sala de prensa de los enviados especiales españoles que cubren informativamente su viaje y conversaron animadamente durante media hora. El Rey, de un modo desenfadado, relató los fríos que ha tenido que sufrir durante el viaje, sobre todo en la ofrenda floral a los soldados canadienses muertos en guerra, y contó cómo la Reina resbaló en la casa de Trudeau y cayó al suelo. Dirigiéndose a un fotógrafo de la agencia Efe Manuel Hernández, le dijo que se había perdido una foto de premio. Hubo quien apostilló que el problema hubiera radicado en el corte que le habrían dado a la fotografla en la agencia.
La conversación con los Reyes fue tan distendida que incluso hubo quien se atrevió a sacar a colación un chiste que se adjudica a un ministro, sin nombrarlo, según el cual la temperatura de cero grados es la ideal porque no supone ni frío ni calor. El Rey, al parecer también lo conocía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.