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Angeles Sánchez ha superado seis días de cautiverio sin un resfriado ni síntomas de trauma emocional

Ángeles Sánchez, de 10 años de edad, ha salido sin un resfriado, una rozadura o una ampolla de la increíble peripecia de permanecer seis días secuestrada por un pastor, que la obligó a caminar 50 kilómetros a través de la sierra de Gádor y la Alpujarra almeriense. Su comportamiento de ayer, a las pocas horas de su liberación, tampoco revelaba que el suceso le hubiera producido un trauma emocional.

El secuestrador, Andrés Durán, salió, hacia las 16.30 horas de ayer del cuartelillo de la Guardia civil de Laujar de Andarax hacia la comandancia de ese cuerpo en Almería. Según sus familiares, Andrés creía, durante los días en que estuvo en el monte con la niña, que había matado a Elías Pascual, un vecino suyo de El Egido, al que disparó dos tiros poco antes de secuestrar a la pequeña, y que sin embargo resultó herido levemente. El vecindario de Laujar, pueblo de la Alpujarra almeriense de donde es natural el secuestrador, exhaló un suspiro hondo tras la feliz resolución del suceso, que se produjo el lunes por la tarde a unos tres kilómetros del pueblo, y ahora se pregunta acerca de los motivos que impulsaron a Durán a echarse al monte.El cortijo de las cuatro puertas, residencia familiar de la niña secuestrada, está situado en medio de ese océano de cultivos bajo plástico que es el almeriense Campo de Dalías o de El Egido. Al mediodía de ayer en ese cortijo estaba ya Ángeles Sánchez, después de haber permanecido seis días secuestrada por Andrés Durán. Ángeles, 10 años, estudiante de quinto de EGB, la menor de los siete hijos del matrimonio formado por Francisco Sánchez y Dolores Ortega, es una niña pecosa, de rostro colorado, pelo castaño, de personalidad seria y adulta, que quiere ser maestra de mayor.

Ángeles explica su peripecia. El jueves de la pasada semana, a las cinco de la tarde, recién regresada del colegio, estaba sola en ese lugar. Vestía un traje fino y calzaba sandalias con calcetines, cuando entró Andrés Durán con una escopeta de dos cañones en la mano. Durán le dijo que se subiera a su coche, un Simca 1.200, sin más explicaciones. Con el vehículo se internaron en, la cercana sierra de Gádor por una carretera de tierra, hasta que la circulación se hizo imposible y continuaron a pie.

Hasta el pasado martes, Durán y la pequeña estuvieron caminando por los montes. El secuestrado le entregó un pantalón de plástico para protegerla del frío, y con jarapa que llevaba en el coche le hizo un poncho que también servía de manta. "Dormíamos en cuevas y casas viejas, y no teníamos linterna", relató ayer Ángeles Sánchez.

Para alimentarse, Durán asó patatas y nabos que había encontrado en un cortijo, y también cogió naranjas de algunos árboles. Unos excursionistas le dieron el pasado domingo bocadillos. "Él se quitaba de comer para darme a mí", dice Ángeles. La pequeña afirma que pasó frío y hambre, pero no parece haber resultado afectada física o moralmente por la aventura, y se niega a hablar mal del secuestrador, al que conocía de antes y del que dice que la trató bien en todo momento. También afirma que Andrés Durán no le explicó nunca el motivo del secuestro, "y a mí me daba miedo preguntarle por qué lo hacía".

Angeles recuerda que en varias ocasiones Andrés la cogió en brazos para pasar riachuelos o subir repechos. "Vimos varias veces a los guardias civiles y a los de Icona, y estuvieron muy cerca, pero yo no me atreví a pedir auxilio". Conocedor de la sierra como pastor y cazador que es, Durán efectuaba marchas y contramarchas para despistar a sus perseguidores, caminaba por ramblas y barrancos, cruzaba frecuentemente ríos para hacer perder el rastro a los perros que les seguían, y se ocultaba en las abundantes cuevas y minas abandonadas de la serranía almeriense. Durán se había entregado en la tarde del lunes, sin ofrecer resistencia y llorando.

El motivo del secuestro

La historia comenzó en 1982 cuando Andrés Durán trabajaba como conductor para Francisco Sánchez. A este último le falló la venta de unas sandías y, como consecuencia, dejó de pagarle una cantidad a Andrés. En octubre de ese mismo año, Durán le pegó con una barra de hierro en la cabeza a Francisco Sánchez, por lo que éste estuvo 140 días sin trabajar. Un tribunal condenó a Durán a pagar los jornales perdidos por su antiguo patrón y las costas.El miércoles de la pasada semana, a Durán se le comunicó que sus bienes serían embargados si no pagaba, y fue entonces cuando comenzó su arrebato. Al día siguiente, disparó dos tiros contra su vecino Elías Pascual, del que dice que le hacía la vida imposible con el canto de una perdiz que colocaba junto a su ventana para impedirle dormir. Luego, fue a casa de los Sánchez y secuestró a la pequeña.

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