La ciudad, las hermandades y la paz
La Federación Mundial de Ciudades Hermanadas-Ciudades Unidas (FMVJ) nació, tras la segunda guerra mundial, de un anhelo común a todos los hombres de esa generación: garantizar el mantenimiento de la paz en el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales.Era natural que esta fórmula nueva y original de las hermandades entre ciudades se desarrollara al principio en Europa.
Esta cadena de solidaridad, forjada gracias a la práctica de las hermandades, se ha extendido progresivamente a otras comunidades y a otras regiones. El mundo mediterráneo, el mundo árabe, África, América y Asia están hoy representados en el seno de las Ciudades Unidas y de sus órganos dirigentes.
La FMVJ-Ciudades Unidás ha elegido un criterio concreto y pragmático. Se encarga de facilitar y multiplicar los encuentros, y las hermandades de ciudades constituyen para ello un marco ideal.
En este contexto general se inscriben los intercambios de jóvenes, los juegos deportivos, los talleres de cooperación 31 el turismo social, por citar tan sólo algunas actividades.
La FMVJ practica la ayuda mutua a todos los niveles de la Administración local. En un cuarto de siglo ha multiplicado asimismo las instituciones especializadas destinadas aproporcionar asistencia técnica a los municipios. Ya se trate de problemas de economía, urbanismo, transportes, equipo o formación de agentes municipales, la FMVJ está dispuesta a dar información, consejos y, en suma, una ayuda directa.
En junio de 1983, con ocasion de la reunión de capitales nacionales y regionales de Europa en Madrid, la FMVJ reafirmó ese compromiso, al elegir como tema de reflexión La ciudad y la paz. Paralelamente a los hombres de Estado y a los diplomáticos, las Ciudades Unidas hacen cuanto está en su mano, a través de contactos entre simples ciudadanos y también al nivel de los representantes municipales, por establecer lazos y realizar intercambios.
Ambas actuaciones, la de los Estados y la de la FMVJ y otras asociaciones que obran en el mismo sentido, son complementarias. Por medios distintos se proponen el mismo fin: la coexistencia pacífica de los pueblos y la organización de un mundo más fraternal. Dichas actuaciones son tanto más necesarias hoy en día, cuanto asistimos a un resurgimiento de las tensiones mundiales. Las negociaciones sobre el desarme han llegado a un punto muerto. La rivalidad entre las dos grandes potencias favorece el desarrollo de conflictos en numerosas regiones del Tercer Mundo.
No debemos dejarnos llevar de esa tendencia. Las hermandades de ciudades pertenecientes a sistemas sociales distintos deben potenciarse. No sólo favorecen un mejor conocimiento de los hombres entre si, sino que además, y sobre todo, crean lazos de solidaridad, de intercambios y de cooperación muy reales y son capaces de contribuir a la distensión entre el Este y el Oeste. La hermandad de Lille con Járkov, en Ucrania, que data de 1977, reflejaba ya entonces esta convicción.
Existe otra zona de tensiones en la cual las Ciudades Unidas pueden desempeñar un papel importante: el Oriente Próximo. La posición del Gobierno francés con respecto a los conflictos que desgarran esta región es bien conocida. Por una parte, se basa en el derecho de los Estados, ya se trate de Líbano o de Israel, a vivir en paz en el interior de fronteras seguras y reconocidas, y, por otra, en el derecho del pueblo palestino a una patria en la que pueda crear una estructura estatal conforme a sus deseos.
Ayuda al Tercer Mundo
A la obra de paz se ha añadido, en el transcurso de los años, una nueva dimensión: el desarrollo y la ayuda al Tercer Mundo. Una obra para la cual la FMVJ está capacitada, siempre a través de las hermandades, especialmente de las hermandades triangulares, que asocian dos ciudades del mundo desarrollado con un municipio del Tercer Mundo.
Sin duda ha sido en este ámbito de la cooperación Norte-Sur donde la FMVJ ha dado muestras de la iniciativa más original y oportuna. Pienso en las fórmulas de las hermandades-cooperación instauradas hace ya más de 20 años.
Incluso antes de inventarse la expresión, la FMVJ inscribía de este modo su acción en el marco del necesario diálogo Norte-Sur. Por su parte, Lille emprendió este camino resueltamente merced a su hermandad con Saint-Louis, en Senegal.
Entre las ventajas de la fórmula preconizada, subrayo su efecto multiplicador de las contribuciones financieras de los poderes públicos. Toda suma consagrada por el Estado o las organizaciones intergubernamentales a un programa de desarrollo puede ver multiplicado su efecto desde el momento en el que se inscriba en un proyecto emprendido por ciudades hermanadas.
Si -bien, por desgracia, es incapaz de resolver por sí misma el inmenso problema del desarrollo del Tercer Mundo, la fórmula de las hermandades-cooperación se adecua a la política que pretende seguir, en este ámbito, el Gobierno francés. Cada vez que la FMVJ nos presente proyectos debidamente preparados y realizables de forma concreta, no le faltará nuestra ayuda. Este compromiso se aplica, por supuesto, de igual forma a toda organización que persiga los mismos objetivos.
Próximo congreso mundial
Una organización internacional mundial, la FMVJ, tiene su sede en Francia. Ello justifica la atención particular que le prestamos. No puedo por menos que evocar el estatuto legal de las organizaciones internacionales no gubernamentales instaladas en nuestro territorio.
Las casi 400 organizaciones internacionales no gubernamentales que se hallan en ese caso tropiezan con numerosos problemas para el ejercicio cotidiano de sus actividades. Esos problemas están relacionados con la circulación de las personas, el cambio de moneda y el estatuto fiscal. La FMVJ ha llamado la atención de los poderes públicos sobre este tema.
En efecto, dichos problemas suelen encontrar su solución en el plano administrativo. No obstante, ha llegado el momento de preguntarnos si sería oportuno dotar a esas organizaciones de un estatuto legal. En este punto, podríamos inspirarnos en los trabajos que lleva a cabo actualmente el Consejo de Europa.
Un primer paso en esa dirección se dio con la ley del 9 de octubre de 1981, que concedía a las asociaciones llamadas extranjeras (la casi totalidad de las organizaciones intemacionales no gubernamentales se hallan en tal caso) entera libertad para constituirse en, o transferir su sede a nuestro país. Ello sin autorización previa ni controles particulares.
Por lo que se refiere a la FMVJ, quizá convenga ir más lejos. Podríamos estudiar los medios jurídicos que permitan darle una estructura más adecuada a su vocación, a su dimensión y a su proyeccién internacional.
Esa proyección adquirirá particular intensidad con ocasión del XI Congreso Mundial de las Ciudades Unidas, que tendrá lugar del 23 al 28 de septiembre de 1984 en Montreal. Varios miles de personas, cada una de ellas en representación de una ciudad, municipio o región, se reunirán con ocasión de dicho congreso.
Tras 30 años de existencia, la Federación Mundial de Ciudades Hermanadas-Ciudades Unidas podrá, en esta ocasión, hacer balance del camino recorrido. En el transcurso de los años, sus ambiciones han crecido en la medida de sus logros. Destinada en principio a la realización de hermandades a nivel municipal, se fijó luego como objetivo, "mediante la unión de las ciudades, crear las condiciones de una democracia directa a escala mundial".
Este programa es amplio, pero lo que está en juego vale la pena, pues, en definitiva, se trata de la construcción de la paz.
es alcalde de Lille, primer ministro del Gobierno francés y presidente delegado de la Federación Mundial de Ciudades Hermanadas-Ciudades Unidas (FMVJ, Fédération Mondiale des Villes Jumelées).
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