Carolina de Mónaco
no tiene tan fácil lo de casarse por la Iglesia antes de que nazca su hijo, este verano. Aunque la princesa estuvo en Roma el pasado viernes, al parecer para ver a los abogados de la Rota, el Vaticano ha dicho que la nulidad de su anterior matrimonio "no es cosa de pasado mañana", para que nadie vaya a pensar que la Iglesia tiene favoritismos. Las mismas fuentes vaticanas no esconden su malhumor por la precipitación de Carolina en casarse por lo civil, cuando se estaba estudiando su caso, y hay, incluso, dentro de la curia, quienes están convencidos de que la princesa no tuvo tantas prisas sólo porque estuviera embarazada, sino porque vio que lo de dejar de ser la señora Junot a ojos del cielo iba para largo. En Mónaco, Estado confesional católico, no estaría bien visto, al parecer, que el niño de la mayor de sus princesas -heredero, al fin y al cabo- naciera de padres a los que la Iglesia considera adúlteros.
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