Alianza Popular y Comisiones Obreras
Ante la llamada de atención del presidente del Gobierno repecto a las numerosas huelgas convocadas por Comisiones Obreras durante el período de gobierno socialista, que superan en número a todas las convocadas durante la transición, y la réplica de un dirigente de este sindicato echando balones fuera, me lleva a las siguientes reflexiones, que me agradaría compartir con los 10 millones que Votaron por el cambio.
En primer lugar, entiendo que el PCE no es precisamente el compañero de viaje del PSOE. El señor Camacho, don Marcelino, vino a reconocer públicamente que no hace mucho tiempo que en CC OO había afiliados de muy distinta ideología, desde personas a la izquierda del PCE a personas militantes de AP. Ello explica en cierto modo el extraño maridaje existente entre CC OO y AP, y la aparente coincidencia con respecto a la reconversión industrial, que ambos están torpedeando. También es significativo que la derecha no haya levantado la voz ante la ocupación de fincas por la fuerza, cuando es precisamente a ella a quien afectan estos intentos.
El PCE sabe muy bien que no tiene opción al Gobierno, y se siente enormemente molesto de que el PSOE lo haya conseguido. Pero sabe también que AP tampoco cuenta con esa opción. Su estrategia parece ser clara: desacreditar al PSOE y fustigar para que se reorganice un centro-derecha, pero en el supuesto de que el centro-derecha, si accediera al Gobierno, lo hiciera en condiciones tales que no les quedara otra solución que la formación de un Gobierno de concertación nacional, por el que el señor Carrillo viene suspirando durante varios años y ser la única forma de que el PCE pudiera contar con alguna cartera ministerial.
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