_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El nacimiento de Bogey

En 1940, Raoul Walsh dirigió en Pasión ciega a George Raft, Ida Lupino, Ann Sheridan y Humphrey Bogart, éste en su condición de eterno secundario. Cuenta Walsh que Bogart estaba tan hastiado de su estancamiento profesional que no. hacía otra cosa que abonar su apodo de Bogey el quejica, que le habían colgado en los estudios Warner. Protestaba por todo y murmuraba de todo. Por su parte, en Pasión ciega confirmó su estrellato una actriz inglesa de características poco usuales en Hollywood. Se llamaba Ida Lupino, y su carrera en el cine de es una de las más atípicas que se conocen: acabó produciendo, escribiendo y dirigiendo sus propias películas, lo que le llevó a la ruina.Poco después de finalizar el rodaje de Pasión ciega, el todopoderoso Jack Warner llamó a Walsh a su despacho y le tendió un fajo de folios: "Irlandés, ésa es tu próxima película". Era un guión del entonces joven John Huston, titulado High Sierra o Su último refugio. Walsh leyó el guión y se dio cuenta de que dentro de él había otra de sus películas importantes.

Debía cuidar el reparto. Necesitaba una pareja de estrellas raras, capaces de dureza y ternura máximas. Ella, sin duda, era otra vez Ida Lupino. Pero, ¿y él? Para Jack Warner no había tampoco dudas: sólo George Raft podía interpretar al gánster taciturno y solitario Roy Earle. Pero, ¿querría el rijoso y encumbrado Raft, que cuidaba entre algodones su imagen de durísimo, rebajarse a salir en la pantalla feo, pelón, con cara de hambriento y, para colmo, aceptaría morir al final a tiros de la policía? Raft montó en cólera: "¿Matarme a mí la policía? O cambiáis ese cochino final y yo no muero, o podéis ir buscando a otro", dijo.

Fue entonces cuando a, Walsh se le ocurrió darle el personaje a Bogart., Jack Warner objetó: "Ese Bogart se cree un duro, y quizá lo sea. Pero es un resentido, y últimamente anda por ahí diciendo a todo el mundo que soy maricón. Dale el papel, si quieres arriesgarte". Walsh se lo dio, pero el umbral M estrellato no sólo no apaciguó la lengua envenenada del despechado y malhumorado Bogart, sino que la afiló más. Llegaba cada mañana al plató y, más tarde, a las faldas del Mount Whitney, donde se rodaron los exteriores de Su último refugio, con la oscura huella en su rostro de los estragos del alcohol. Bramaba entre plano y plano contra el sol, y si no había sol, contra la sombra; echaba la culpa a Jack Warner hasta de la existencia de las hormigas. Pero Walsh se dio cuenta de quemientras tanto estaba haciendo una interpretación extraña, magnética, y de que a partir de Su último refugio aquel insoportable sujeto jamás volvería a las colas de los repartos.

No se equivocó. Su último refugio lanzó a Bogart a la fama, que unos meses después confirmaría El halcón maltés. Su creación del gánster Roy Earle es antológica, y hoy, después de más de 40 años, mantiene nítidamente su duplicidad y su hondura. La tópica historia, tantas veces contada, del bandido que sale de la cárcel, organiza su último gran golpe para retirarse y éste fracasa tenía en el guión de Huston un tono es pecial e inédito: algo nuevo se in crustaba en el tópico, y Bogart, en su perfecto dúo con Ida Lupino, que le dio una réplica conmovedora, magistral, alcanzó la me dida del gesto que necesitaba el personaje para estar enteramente incorporado a la pantalla.

El tosco gánster sentimental y la muchacha coja enamorada de él componían una relación amorosa tan intensa, que la parte lírica del filme se fue poco a poco apoderando de la parte aventurera, y ésta quedó en sólo un marco violento para una de las películas de amor más delicadas de la época.

Su último refugio se emite hoy a las 21.45 por la primera cadena.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_