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El Real Madrid jugará en Ostende la final de la Recopa

Luis Gómez

El Real Madrid ya es finalista de la Recopa de Europa. Sólo le falta ganarla. Para ello no le vendría mal contar con dos americanos como los de ayer. Robinson disfrutó de su mejor juego desde que pisa el pabellón madridista y dio espectacularidad a las acciones ofensivas de su equipo. Pero su actuación no resultó tan sobresaliente porque nadie pudo negarle una cerrada ovación al segundo tiempo impecable que realizó Jackson. Y sobre estos dos americanos, que ayer cosecharon 59 de los 94 tantos del Real Madrid, la presencia de un Corbalán que no dio opción al agotamiento y que siempre mandó sobre la cancha. Porque, fundamentalmente, el Cibona de Zagreb jugó contra Corbalán.El Cibona de Zagreb no vino a Madrid a cumplir con su obligación de perdedor lógico de la eliminatoria. Contó hasta con la colaboración del ejército yugoslavo, lo que parece sonar a broma, pero es que, de pronto, surgió en el rectángulo un tal Knego que está considerado como el mejor jugador del Cibona, pero del que nadie se había ocupado porque se le suponía cumpliendo el servicio militar. Knego no estuvo en Zagreb, donde hubiera constituido un gran problema, pero llegó a Madrid. Sin embargo, el Cibona dejó en evidencia cierta falta de disciplina; no porque los jugadores fueran por libre, sino porque hubo momentos en los que se intuía que el técnico no era el que mandaba. Primero fue Pulicevic el que le echó una bronca desde la cancha. Luego, Petrovic le dedicó unas frases en su idioma que no parecían ser agradables. Finalmente, Becic, en una interrupción de la segunda parte, aprovechó para dirigirse a Petrovic, que estaba en el banquillo, para comentar alguna circunstancia. Curioso equipo aquél en que las órdenes van a la inversa; es decir, de La cancha al banquillo, por que Novosel no se molestó demasiado en solicitar tiempos muertos. Aún así, resultó un conjunto muy molesto.

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"¡ Que salude!"

El Real Madrid resolvió con autoridad, aunque no con facilidad. Estuvo en todo momento precavido e hizo bien en no fiarse un pelo de los yugoslavos. A pesar de contar con ventajas cómodas en muchos instantes del partido, los jugadores madridistas jamás intentaron jugar para la galería ni mostraron ningún síntoma de relajamiento. Corbalán cortó todos estos intentos y el encuentro resultó competido aun cuando pareciese lo contrario. Las jugadas de salón, que las hubo, fueron producto de un juego serio y conjuntado. No hubo lugar al riesgo y, así, el Real Madrid es finalista.

No hubo nervios

El Cibona intentó poner nervioso al conjunto local, primero con tímidas marrullerías y luego con una carga frontal, en forma de pressing, sobre Corbalán. Durante 10 minutos de la segunda parte, el Cibona no dejó sacar la pelota con tranquilidad al Real Madrid, pero apenas pudo robar un balón, ya que Corbalán acertó a moverse impecablemente sobre la cancha.

Corbalán botaba la pelota con seguridad. Pero ese acto que muchos bases parecen cumplir por puro formalismo, para desplazarse, Corbalán lo aprovechaba para pensar hacia dónde se iba a desplazar o a quién le iba a pasar la bola en las mejores condiciones. Ni Petrovic, ni Pulicevic, ni Becic pudieron con él, pese a que tuvieron sus momentos de descanso, a diferencia de Corbalán, quien no vio el banquillo ni de lejos. Fuera de esta táctica, también el Cibona intentó defensas zonales en la primera parte, pero sin éxito.

En su primer acto, el encuentro tuvo momentos espectaculares, en los que destacó fundamentalmente Robinson, que hizo de todo y lo hizo con brillantez, por lo que se ganó el aplauso fácil. Al ser el único jugador de color, sus acciones resultaban más vistosas entre la blanca palidez de sus rivales yugoslavos. Apenas el Real Madrid empleó el contraataque, pero pronto se situó en una ventaja de 8 a 10 tantos, suficiente para no perder los nervios. Sólo las faltas personales ensombrecieron el horizonte, porque Iturriaga se cargó con cuatro en la primera parte y Martín y Jackson se situaron pronto en las tres. Un segundo período muy controlado permitió que los minutos fueran pasando sin que el Cibona consiguiese su objetivo de acercarse lo bastante para que el Real Madrid extraviara los papeles.

Fue mejor el Real Madrid, dominó en todos los órdenes del encuentro, suyos fueron los rebotes, las asistencias y los mejores porcentajes. Y, sobre todo, el Real Madrid dio algunas buenas lecciones de movimiento de balón. El mérito del Cibona fue no dejar de luchar hasta el final. El rival madridista en la final del día 13 de marzo, en Ostende (Bélgica), será el Simac de Milán, que ayer venció en su cancha al Scavolini Pesaro por 90-80, luego de que ya le hubiese abatido en el partido de ida por 78-76.

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