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Entrevista:Mis queridos monstruos

José María de Llanos

Llanos, bata de cuadros, zapatillas, está con dos drogas que vienen tiodas las tardes a verlo -ellos u otros- y que tienen dominado el barrio. Asaltan las farmacias, y el otro día asaltaron un autobús como los cuatreros asaltaban diligencias en John Ford. Llanos, a estos héroes inversos y malditos del pico, el paro, la adolescencia, la delincuencia y la violencia les da nescafé y conversa con unas galletitas. Y el caso es que los calma.Diego, de 18 años, moreno y violento, colgado del pico, me mira y remira. "Yo a usted le conozco. Su cara me suena". "Claro, hombre, si es que soy periodista". "A ver, periodista, los periodistas se meten con nosotros, usted va por la calle y le respetan, yo voy por la calle y me huyen o me echan". "Paco, ¿cuánto puede vivir un chico de 18 años que se pica a diario?", me pregunta Llanos, para que el otro lo oiga. "Nada, yo no creo que se muera de esto. Todos se asustan del pico, al final, y van a un centro de rehabilitación. Luego comen cocido, mucho cocido". Los dos drogas miran mi whisky, miran mi cara, Diego se justifica: "Es el paro, la sociedad, la falta de trabajo, a ver". Y Llanos: "Nada, mañana vienes y tomamos café, mucho café, en lugar de ir a picarte, y charlamos". Cuando se van, me explica:

-Salgo con ellos por el barrio y no nos dejan entrar en ningún sitio, en ningún bar, sólo en uno; aquí venían antes a pedirme dinero, dinero ya les he dicho que no, ahora vienen por estar calientes, hace mucho frío en la calle, les doy nescafé y galletas, son hombres, para mí, ante todo son hombres, y por tanto sagrados, pero vamos a hablar deprisa, porque a lo mejor vuelven; a veces se me presentan a las doce de la noche, a la gente no le parece bien que los reciba, el barrio está contra ellos, ya le he dicho a Diego que va a vivir pocos años, pero les da lo mismo. También voy a Yeserías, a ver a las mujeres de los GRAPO, Mar¡ Pepa mató a un guardia, yo sé lo que son, pero también son seres humanos, hombres y mujeres, eso para mí es sagrado y misterioso.

Llanos está ahora bien. Siempre se le ve mejor aquí, en su barrio, que por el centro de Madrid, congestionado de autobuses, torpe de gran ciudad. Juega con la borla de la bata, mientras habla. "Joaquín Garrigues, el muerto, siendo ministro, se inventó todo esto, ahora hablan de dedicarle un recuerdo en algún sitio del barrio. Fuera las chabolas y a hacer casas de pisos. Lo que pasa es que hay paro y nadie paga. Tampoco nos piden nada, de momento. Así hemos pasado, estas 2.000 familias del Pozo, parte mínima de Vallecas, del sentido comunal y total al sentido vecinal. Yo ya sólo me entiendo con mis; vecinos, aunque en lo demás, ya me comprendes, no le cierro la puerta a nadie, pero ya casi no voy a ver a nadie. En Madrid, cada 15 días, a Dolores Ibárruri, a mi hermana, que está enferma, a poca gente. Todas las mañanas hago mi eucaristía, a solas, ahí en mi cuarto, pero nadie viene a partir el pan conmigo, nadie. Y siempre tengo por escribir un artículo pendiente, como tú.

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-¿Dónde escribes ahora?

-Por una parte Mundo Obrero y por otra Vida Nueva, o sea, el Partido y la Iglesia. Luego, lo que nos fijó la ucedé a los clérigos, como retiro, más lo que me pasa la Compañía de Jesús, que no te digo lo que es porque vas a publicarlo. En el Partido he encontrado, sobre todo, la calidad de la gente, la Calidad del hombre, y en cuanto a mis superiores, jamás me han dicho nada ni se han metido conmigo. La Compañía de Jesús es hoy la izquierda de la Iglesia, y la Universidad de Comillas quizá sea la más avanzada de España.

-Avanzada en qué. Los jesuitas erais elitistas.

Los drogas no han vuelto. La noche aúlla fuera como un can negro. Le he puesto al whisky del cura agua del fregadero. Mientras habla, a Llanos le llora un poco la catarata del ojo derecho, ya que él no llora nunca.

-Avanzada en todo. Y no digamos en teología. Éramos elitistas y lo somos, pero ya ves cómo.

-La preñez de la Virgen.

-¿Y por qué eso no iba a ser posible? Yo no soy mariólogo ni me inquietan mucho esos temas pero entiendo mejor un embarazo normal que otras sutilezas que no están en el Evangelio, y lo mío es el Evangelio.

-La eutanasia.

-La eutanasia y el suicidio ¿Y por qué no? Yo tengo ganas de terminar, pero nunca voy a caer en eso. Sin embargo, en ningún sitio está dicho que el hombre no pueda devolverle a Cristo la vida que Cristo le dio. ¿Por qué apurar hasta el último instante, enchufado de cables, como hacen ahora?

(Habla siempre de Cristo, mucho más que de Dios Padre o de María: es un obseso de Cristo, de lo más humano de lo sobrehumano). "La fe. y la política son cosas diferentes. En la fe me siento atrapado, y el Partido es una opción. Siempre, desde niño, me he sentido atrapado en la fe. En el Partido encuentro la realización o la necesidad humana de la justicia. Los jesuitas fuimos los prirneros en decir que fe y justicia son cosas que van unidas. Esto escandalizó mucho.

-La música.

-Schubert. Antes andaba con los discos de un lado para otro, ya te acuerdas. Ahora pongo la frecuencia modulada y es más cómodo. Me hubiera gustado ir a tu presentación de Laín en el XXI. Qué gran tipo, Laín.

-La Falange.

-Entonces creíamos que éramos la Revolución. Antes lo creí de la Acción Católica. Ya ves. Cuántas cosas hasta llegar a esto.

-Las mujeres.

-Las mujeres me han gustado mucho, y me gustan. No como tú lo entenderías, quizá, no hablo de sexo, pero la mujer es un misterio, un gran misterio, y hoy, cuando estoy empezando a ser hombre, a los 78 años, porque hasta ahora sólo había sido jesuita, echo, de menos una mujer, una familia, unos nietos. Ya sólo vienen a verme los niños y los drogas.

-Casi estás confesando que Cristo no basta, que estás solo.

-Ya te he dicho que todas las mañanas hago mi eucaristía, ahí en ese cuarto, para mí solo, y de eso no puedo prescindir. Partir el pan. Conocieron a Jesús por la manera de partir el pan. Hay que saber partir el pan, Paco.

- El cuarto que dice es su habitación de siempre, su entrañable rectángulo de libros, Alberti, música, fotos (una con Pasionaria), recuerdos, el solideo irónico y los pocos metros cuadrados, más la mínima máquina de escribir donde hace un artículo cada mañana. El último se titula "A los hombres de la mar y de la pesca". Parece que lleva siempre la misma habitación, de un sitio a otro, por Vallecas. Esto, a un estructuralista le parecería sentido de la estructura. A mí, sencillamente, me parece que es el fenómeno de la repetición como una seguridad de segundo grado. Tiene una hucha de barro firmada por Carmen Díez de Rivera y por mí.

-¿Cómo se ve el PSOE desde Vallecas?

-Mal. Esto así no se arregla.

-¿Y la Compañía de Jesús?

-No aumentan las vocaciones, pero se progresa en los conceptos, se avanza todos los días.

Cuando el papa Wojtyla nos quitó a Arrupe, hubo como una crisis de vuelta atrás, pero eso está salvado.

Hubo un tiempo en que Carmen, Llanos y yo almorzábamos casi todas las semanas, por los viejos tabernones, y ellos iban mucho de política, y uno iba de meterles un poco de literatura, porque es que estaban obsesionados con el tema. Era ya como demasiado rollo. Les enloquecía la ética como a personajes de Dostoievski. Sólo que luego nos íbamos a la plaza Mayor a comprar una boina para el cura; a Apodaca, a comprar un abanico para Carmen, o a la Cuesta de Moyano a comprar libros. Luego Carmen se fue a sus arboledas más perdidas, Llanos se iba entremetiendo en lo más enlaberintado de Vallecas/Pozo y yo, bueno, yo, ni sé.

-¿Qué vida hace un jesuita que ha empezado a ser hombre a los 78 años?

Las revistas y los periódicos sobre la mesa. La cocina a ojos vistas. Todavía, a un lado, el nescafé y las galletas de los drogas. El televisor apagado. Unas malas réplicas de un Picasso como de sacristía. Una escalera que sube al piso de arriba. Llanos tiene el pelo infantil y blanco, la cara blanca y rosa, transparente, la voz igual y serena, que sólo a veces, hablando de Cristo, del Partido o, sencillamente, de los hombres, se le musicaliza de emociones contenidas y tonos bajos.

-Ahora me levanto tarde, me levanto a las nueve -y lo dice casi con vergüenza-, y, lo primero, mi ducha de agua helada de toda la vicia, que es lo que acaba de despertarme.

(Una inercia, del convento, supongo.) Luego, en su pequeño cuarto, entre el. salón y la cocina, sus devociones de todos los días, "mis eucaristías", como él dice. Hay una hora de la mañana, cuando Madrid se enreda en la

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rosa subterránea y negra de sus Metros, cuando Vallecas se despierta como una navaja que se abre, hay una hora, digo, en que un cura viejo, un jesuita solo, un comunista mínimo hace los ritos menudos del pan sobre un arcón, entre la radio y la esquina de la cama, por fidelidad a si mismo, a su pasado, por conjurar de alguna forma la marcha alegre y cruenta de la Historia, ese viento sislero que toma bulto de destino en cuanto se sale a la calle. Luego, el viejo cura escritor, revolucionario de tantas revoluciones, se sienta, grande de cuerpo, abultado de batas, leve de cabeza blanca y ágil, a escribir en su máquina, que suena a lata, el artículo de cada día. "De eso vivo, Paco, de una revista de los comunistas y una revista de los curas. El Ya no me publica hace mucho, dejaron de publicarme. El Ya es ahora de la Conferencia Episcopal, me parece, y yo creo que está algo mejor: La Iglesia ha decidido sustituir la afirmación por la información. La nueva tendencia es como de informar más. Los Evangelios son información, Paco. Cristo vino a informar".

-Afirmación/¡nformación. La LODE.

-No hay unas matemáticas de Ripalda. No se puede hablar de una enseñanza religiosa. No hay unas matemáticas religiosas. No se debe ser intermediario entre el que enseña y el que aprende, limitándose a poner el local y algo más. No me gusta ese negocio.

-No es sólo un negocio la enseñanza religiosa. Se trata de sacar adelante niños católicos.

-Eso es abusar de la propia fe. Yo he abusado mucho de. mi fe, he tratado de imponerla, y por eso pienso ahora que no debe hacerse.

-¿Te arrepientes de aquello? -"Arrepentimiento" es ya una palabra antigua. Digamos que me avergüenzo. Han llegado a decir esa estupidez de que yo iba a ver a Dolores para convertirla.

-Sigamos con las colaboraciones y las cuentas, que es lo nuestro, cura.

-Mira, cinco mil de un sitio, siete mil de otro, más lo que nos puso la ucedé a los clérigos viejos, como retiro, más eso que me pasa la Compañía. Aquí me cobran veinte mil al mes. Total, que me quedan ocho mil todos los meses para mis vicios. Ya sabes cuáles son mis vicios. Casi todo lo doy, pero no a estos drogas, que no quiero colaborar en eso.

-Después de comer, duermes la siesta.

-Sí, y todos los días me rezo el rosario completo, aunque ya te digo que no soy mariólogo. Me doy un paseo por el Pozo, ahí enfrente tenemos una familia de 11 hijos, en el paro. Anoche me decían: "No tenemos para cenar".

Entre que vuelven y no vuelven los drogas a pedimos dinero o nescafé hemos ' echado unas parrafadas. A veces asoma, entre la dulcedumbre de Llanos, aquel mal genio que tuvo, una sombra de autoridad, y me dice cosas que no me había dicho nunca, al menos en cuanto a la sintaxis: "Vosotros creéis, vosotros pensáis...". Es el hombre que ha conquistado, tarde y bien, su hombría plena, y la ejerce distanciándose un poco. "Y no hablo ahora de virilidad, no me entiendas mal".

-Me temo que ves la tele, Llanos.

-Sí, la teletonta. Ya sé que no te gusta mucho, pero la veo. Sobre todo las entrevistas. Íñigo y Mercedes Milá me entretienen mucho. Y La clave. Plantean problemas. Las películas, no. Las películas me aburren.

Yo le diría ahora, pero no se lo digo, que su indiferencia por lo narrativo, por la vida en bruto, en anécdota y sangre, delata la raíz intelectual, incluso clerical, un poco deshumana, del eterno especulador mental que, inevitablemente, es el jesuita que un día .perdió la sotana. Para él siguen siendo más líricos los conceptos que las historias. O quizá es que le emociona más el hombre en directo -el droga, el comunista, el obrero, la malparida, la mujer bella- que el ser fingido de las fabulaciones. Llanos, como tantos que he conocido, es más escritor verbal que de olivetti. No perdona una palabra desviada. La edad va infantilizando un poco la forma de su cabeza, y este infantilismo se subraya con el juego inocente de la borla de la bata.

La muerte: "Tengo ganas de acabar esto, empiezo a estar cansado". Pero se limpia con energía la lágrima de las cataratas, que le asoma ya por debajo de la gafa. Lo que tiene son ganas de seguir viviendo. Han traído Mundo Obrero y en seguida se busca, busca su artículo, como nos buscamos todos.

-Dime, cura, confiésate: ¿lees? -Leo. Leo a los modernos cristólogos, algunos españoles, tan interesantes. -Leo mucho los Evangelios. Cristo, como te he dicho, trajo información.

-¿No lees a Marx?

-Poco. Marxismo leo poco. Leo literatura.

Está claro, y muy oscuro, el peligro de que yo salga ahora a la calle, a la noche empozada del Pozo, con cierto aire madrileño del centro, cuando el frío de las esquinas salta como el muelle de una navaja. Llanos llama un taxi por teléfono, se pone la boina y se viene conmigo. a la calle, en bata y zapatillas marrones, muy abrigadas, a esperar el coche. El viento se ha hecho gótico, caso sádico, al noreste de la ciudad, en este reducto sagrado del obreraje, que va pareciendo ya, poco a poco, una especie de Moratalaz reacio a aburguesarse.

-Métete en un portal, Paco. Yo no tengo ningún frío.

Y no lo tiene. Debe de haber una edad, más allá del frío y del calor, en que uno lo soporta ya todo y, por fin, es feliz. Lo mismo le pasa, por ejemplo, a Tierno Galván. La impaciencia es lo que se enfría o se acalora, y éstos son ya hombres sin impaciencia, infinitamente pacientes. La lección de viejos como Llanos, a los que frecuento, es que son mucho más entusiastas que uno. Entusiastas de cualquier cosa o de una sola cosa: la vida. O, en todo caso, la otra vida, que para uno viene a ser lo mismo. Estos viejos no necesitan el pico de los drogas para seguir encontrando el mundo apasionante.

-A Carmen apenas la veo, Paco. Se deshizo aquello que tú llamabas la trilateral. Yo me acuerdo mucho de aquello.

Estamos en el quicio de una puerta. Hay un adolescente con frío, que nos mira. Sale una chica de una rasa, con vaqueros y naricilla, y se van juntos. A pasear. El eterno ¡dilio de barrio. Cuánto me ha tentado a mí Vallecas como manera-de-estar-en-el-mundo. Llega el taxi. El cura y yo nos abrazamos. Desde el coche, ya en marcha, le veo caminar hacia su casa, en bata, zapatillas y boina, erguido, a través de Vallecas. Vino aquí, ha muchos años, para hacer apostolado, y comprendió que lo mejor era no apostolizar nada, sino ayudar a la gente. Y se quedó. Vallecas es su cielo, conquistado hace mucho, pero él no lo sabe.

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