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Una mujer, detenida junto con su acusada de contratar el asesinato de su esposo

Antonio Caño

Adela Vega, de 53 años, y su hija, Raquel Álvarez Vega, de 19, han sido detenidas por la policía como supuestas inductoras del asesinato de su esposo y padre respectivamente, Eduardo Álvarez Blanco, de 63 años, jubilado, contable de profesión en Standard Eléctrica, que falleció el pasado día 30 de noviembre, víctima de 11 puñaladas. Tres jóvenes, entre ellos el novio de la hija, han sido detenidos también como supuestos implicados en el crimen, en distinto grado de participación, según informó la Jefatura Superior de Policía. Adela y Raquel ofrecieron 500.000 pesetas, por acabar con la vida del contable, y poder cobrar un seguro de vida de cinco millones de pesetas.

Un joven de 23 años, cuyo nombre responde a las iniciales J. A.R. J., alias el Loco, fue ídentificado como supuesto autor material del asesinato. El Loco tiene numerosos antecedentes por tenencia ilícita de armas y robo. También han sido arrestados dos hermanos: L. M. P. R., de 21 años, y J. C., de 19. El mayor de los hermanos mantenía relaciones con Raquel, la hija de la víctima. Este, que era amigo de el Loco, actuó como intermediario y se encargó de buscar a la persona adecuada para llevar a cabo elcrimen.Eduardo Álvarez murió en el hospital Primero de Octubre el día 30 de noviembre víctima de 11 puñaldas, que le asestó supuestarnente el Loco frente a una farmacia de guardia situada cerca del bloque 213-B de la Ciudad de los Ángeles, en la zona sur de Madrid, domicilio de la familia. Ese día había una intensa niebla en la ciudad. Un joven, que se dirigía a su domicilio, encontró a Eduardo Álvarez tirado en el suelo y malherido. Un coche patrulla lo trasladó al hospital citado donde falleció.

Según el testimonio que su esposa facilitó entonces a la policía, su esposo había salido de casa a las 22.30 con la intención de comprar hierbas medicinales en la farmacia. Entre sus objetos personales no se encontró dinero y el fallecido llevaba cierta cantidad cuando salió de casa. Los funcionarios de la comisaría de Usera iniciaron las investigaciones entre los delincuentes del barrio ante la sospecha de que el móvil pudiera ser el robo. Se sometió, sin embargo, a la familia a vigilancia puesto que era conocido que tanto la madre como la hija se relacionaban habitualmente con los delincuentes del barrio.Las relaciones entre la víctima y su esposa no eran buenas, según afirmaron ayer varios vecinos, que añadieron que el marido había llegado en alguna ocasión a golpear a su mujer. La policía descubrió también la existencia de un seguro de vida de cinco millones de pesetas, contratado por Eduardo, del que ambas creían ser beneficiarias. Al parecer Eduardo había anulado a su esposa como partícipe del seguro, en beneficio de su hija, pocos días antes de producirse su muerte. Tanto Adela como Raquel, según manifestó la policía, levantaron sospechas por el desmesurado interés demostrado por cobrar la póliza de seguros. Ambas fueron trasladadas a la comisaría de Usera donde confesaron su participación en los hechos. Posteriormente fueron detenidos los jóvenes citados a los que se les requisó el reloj digital de la víctima y su cartera. Los tres jóvenes tenían que percibir 500.000 pesetas una vez cobrada la póliza.

Todos los implicados en el crimen facilitaron que, días antes de la agresión, el autor material de la misma conociera de vista a su víctima. El día 30 de noviembre, Adela pidió a su esposo, que se acercara a la farmacia situada a 500 metros de su vivienda. En ese lugar esperaba el Loco a la víctima desde dos horas antes.

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