Archivos: el privilegio y la consulta
Mis estimaciones críticas sobre la situación de fondos documentales de la izquierda española han suscitado las réplicas, un tanto descompuestas, del señor Martín, de la Fundación Pablo Iglesias, y del señor Palacios, de la CNT. Por lo que al segundo toca, sólo diré que aludir al "penoso caso de los archivos de la CNT depositados en Amsterdam" es sólo constatar un hecho: fueron los primeros inventariados y serán los últimos en ponerse a consultas de las organizacíones obreras históricas.En cuanto al señor Martín, pienso que es mala vía presentar como privilegio lo que no es más que ejercicio del derecho de consulta. Tampoco sirven de mucho los procesos de intención como recurso argumental. Y en cuanto a mezclar en el tema a mi esposa, también historiadora, ¿qué decir? El señor Martín puede ponerse él mismo la calificación.
Y, vamos a los dos puntos concretos. En la revista de mi dirección, Estudios, se han publicado unas memorias procedentes de la Fundación Pablo Iglesias: las ha publicado el señor Martín. Y en los otros dos casos se trata de ediciones realizadas por el donante Amaro del Rosal, con especial insistencia suya. ¿...?
Por fin, los síntomas de desviación que yo apuntaba. Curiosamente, el señor Martín me da la razón. Aunque a él le parezca extraño, no es agradable para un historiador recibir carta de un colega -en este caso Pierre Broué, 8 de junio de 1983- notificándome que él no pudo consultar en la FPI lo que yo sí había visto, y que además, según leo, va ahora a ser objeto de publicación.
Segundo: fue el secretario de la FPI, con ocasión de una llamada telefónica que me hizo el día 8 de enero de 1984, pidiéndome una masa de artículos fotocopiados del abuelo para una antología de urgencia por él preparada, quien me señaló que iba a incluir unos inéditos de Iglesias, inéditos que, desde luego, nunca me ha sido dado consultar en la FPI. (Y no sirven vagas referencias en catálogo por "los caprichos" que aqui serían del tipo "las cartas las está viendo E."). De ahí que, teniendo en cuenta la carta de Broué, más el conocimiento de que siguen fuera de consulta textos inéditos de Araquistáin y Besteiro, hiciera yo la valoración apuntada. Los síntomas no son, pues, imaginarios. Moraleja: conviene distinguir consulta de publicación, notificar los fondos existentes y el procedimiento de acceso cuando exista. La FPI está en su derecho de publicar como quiera sus inéditos, pero ello no debe obstaculizar las consultas. Sin privilegios ni exclusiones. Y creo que todo buen archivero -y el señor Martín lo es- debe agradecer este apoyo a la objetividad de su función. /
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