_
_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pesimismo económico invernal

A finales del año pasado, la recuperación de la economía norteamericana tuvo una cierta vacilación. ¿Exige esto una reevaluación básica de las perspectivas económicas mundiales y presagia una expansión frágil y de corta duración? Después de sopesar todas las pruebas, no creo que sea necesario.Sin embargo, dos destacados monetatistas, Milton Friedman, de la Hoover Library, y Karl Brunner, de Berna (Suiza), tienen una opinión más pesimista. Debido a que el Banco de la Reserva Federal hizo aumentar la oferta monetaria con demasiada rapidez en la primera mitad de 1983 y con demasiada lentitud en la segunda mitad, estos monetaristas piensan que hay grandes posibilidades de que se produzca una recesión en la economía norteamericana antes de mediados del presente año.

Si resulta que Friedman y Brunner tienen razón, la situación será bastante mala para todo el mundo. La recuperación de laseconomías europea y japonesa está apenas comenzando. Los países en vías de desarrollo siguen esperando una reacción en el precio de los minerales, fibras y alimentos que exportan.

El intento de reelección del presidente Reagan se vería seriamente perjudicado si en los últimos nueve meses de 1984 se diera una caída en la producción, el empleo y los beneficios. Su proyectada victoria absoluta se convertiría en una carrera con posibilidades de victoria ara todos los participantes. Éste es el punto de vista de los pesimistas.

Examinemos e interpretemos los hechos:

1. En el último trimestre de 1983, la producción en términos reales de Estados Unidos aumentó tan sólo el 4%. Ello supuso una caída importante desde el 7,5% en el mismo trimestre del año anterior. Y, lo que es peor, los especialistas mejor informados esperaban que se produjera únicamente las dos terceras partes de la caída que realmente se dio.

2. En realidad, la tasa de crecimiento más conveniente que debería recetarse para 1984 sería que en cada trimestre el producto nacional bruto (PNB) en términos reales aumentara a un ritmo del 4,5% anual. De esa forma seguiría disminuyendo el índice de desempleo. Y de esa forma podría mantenerse el desarrollo económico hasta y durante 1985.

¿A qué se debe entonces todo ese jaleo?

3. Lo que le preocupa a Wall Street es el miedo a que la desaceleración en el ritmo de expansión de la economía norteamericana continúe por su propio impulso en el futuro. En ese caso, el actual 4,5% se convertiría en una tasa de crecimiento le un 2,5%, lo que a su vez se.convertiría en un 0,5% y en una tasa de crecimiento negativa. Las cuatro recesiones anteriores fueron producidas todas por una secuencia semejantd.

Para formarse una opinión equilibrada, creo que hay que tener en cuenta los siguientes hechos relevantes:

1. La recuperación es aún joven.

2. Las encuestas de consumidores demuestran que se está en un buen momento de confianza.

3. Los estudios de las empresas demuestran un aumento en las inversiones en bienes de equipo e instalaciones.

4. Los inventarios, que desempeñan un papel central en los tradicionales ciclos comerciales, parecen aún bajos, y no altos.

5. La oferta monetaria no es más que un determinante del total del gasto económico. Estudios científicos sobre cuáles son las causas de determinados efectos en las fluctuaciones cíclicas demuestran que es mejor interpretar las tendencias desarrollistas sin poner todo el énfasis en un solo determinante, como lo es la oferta monetaria. El eclecticismo produce buenos dividendos. Y quienes intentan derrotar a Wall Street frotando únicamente la piedra filosofal del monetarismo, la historia demuestra tristemente que suelen tener agujeros en los zapatos y barcas en lugar de yates.

Pero ni siquiera los monetaritas hablan en una gola lengua. Los cambios en moneda y depósitos bancarios verificables que alarman a Friedman y Brunner no fueron correspondidos por otros cambios extremos semejantes en los otros componentes de otras definiciones con una base más amplia de la reserva monetaria. (En la jerga de los economistas: M-2 y M-3 producen unas proyecciones del PNB menos amenazadoras que M-1.)

Conclusión

Un observador bien informado de Madrid, Tokio, Nueva Delhi Pekín, Nueva York o lowa puede, en este momento, seguir una, opinión no alarmista de las perspectivas económicas.

a) Una de las razones. principales para el enfriamiento de la recuperación de Estados Unidos ha sido nuestro enorme apetito por las importaciones. La supervaloración del dólar no era uno de los objetivos pretendidos por el enorme déficit fiscal de Reagan. Un dólar caro ha sido el efecto de las hinchadas tasas de interés reales ideadas por los economistas de Reagan. Sin quererlo, Estados Unidos ha actuado, pues, como un buen vecino económico.

Lo que finalmente produjo la recuperación fuera de Estados Unidos fue el peso del déficit comercial norteamericano. Tal parón, achacable en gran medida a nuestras importaciones, no puede racionalmente considerarse por cualquier extranjero como una tragedia económica.

b) La actitud del avestruz es tan peligrosa en economía como en cuestiones militares. El mensaje del profesor Geoffrey Moore, que emplea sus largamente adquiridos conocimientos en la interpretación de los indicadores avanzados y retrasados en la universidad de Columbia, debe quizá ser escuchado con más atención que el de los jeremías de los monetaristas.

El profesor Moore ve en su bola de cristal problemas en 1985. Esto es lo que él piensa que nos quieren decir los últimos movimientos en los indicadores principales.

c) Las lecciones a extraer en materia de política económica parecen claras.

Es un error posponer hasta después de las elecciones los aumentos de impuestos que hacen falta para contener y disminuir el déficit fiscal estructural, que mantiene demasiado altas las tasas de interés real, haciendo que el dólar esté sobrevalorado en la cuenta corriente y alejando las inversiones, que hacen falta tanto aquí como en los otros países.

El avestruz paga un precio muy alto por una paz de espíritu corta. Qué pena que el presidente Reagan no piense en el lugar que le corresponderá en los libros de historía y escuche al conservador Martin Feldstein, en lugar de a los especialistas en acumular mayorías electorales. Afortunadamente, el error de Reagan no es la materia de la que están hechas las depresiones mundiales.

Paul A. Samuelson es catedrático de Economía en el Massachusetts Institute of Technology. Premio Nobel de Economía en 1970.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_