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Telefónica e Iberduero pagaron sus alegrías anteriores

Los excesos se pagan, y los gallitos bursátiles de las reuniones del martes, Telefónica e Iberduero, pagaron en el propio precio de sus acciones las importantes alzas que habían acumulado en las dos reuniones anteriores. Los vendedores no se lo pensaron dos veces y comenzaron a materializar las plusvalías conseguidas, dejando para mejor ocasión las consideraciones sobre los condicionantes reales en los que se habían apoyado estas mejoras e incluso en la propia capacidad de proyección, en un futuro breve, de estos títulos.Afortunadamente para los incondicionales de las bolsas alcistas, que no necesariamente se corresponden con quienes más dinero ganan en el mercado de valores, el grupo bancario consiguió hacer frente a su particular corriente vendedora, mientras que las empresas químicas y las constructoras aportaban algunos matices positivos, con los que se conseguía detener lo que se prometía como un desastre en los índices generales.

La caída de Iberduero tampoco fue acompañada por un movimiento similar del resto de sus compañeros de sector. El resto de los grandes consiguió apuntarse discretas revalorizaciones, que contribuían a paliar el efecto de la baja de Iberduero. Por otra parte, la evolución de los precios de este valor resultó curiosa. Del 46,5% al que se pagaron las primeras partidas se fue forzando una evolución positiva que permitió cerrar las operaciones del día en el mercado madrileño al 47,25%, dentro de una situación aparentemente calmada.

Por su parte, Telefónica perdía medio punto; pero no puede hablarse de grandes sorpresas, por cuanto la debilidad de su cierre en la reunión anterior así lo hacía prever. Aparentemente, el flujo de órdenes de compra de inversores extranjeros se encuentra prácticamente al borde de la extinción, y los ordenantes autóctonos no parecer confiar en exceso, al menos por el momento, en las posibilidades bursátiles de este valor. Sobre todo una vez que en el proceso de mejoras anterior ya se cotizó el incremento en las tarifas, superior al que inicialmente se había manifestado desde fuentes oficiosas de la Administración, que resultarían aceptables.

El Águila volvió a sorprender a propios y extraños con una mejora de seis, puntos, prácticamente al límite de las posibilidades legales. En esta ocasión se pudo apreciar una contracción en la oferta que era aprovechada para pisar a fondo el acelerador de las mejoras. Lo problemático a la hora de analizar el comportamiento de este valor es que la frontera entre los compradores y los vendedores resulta difícilmente delimitable. Incluso existe la impresión de que en ocasiones se superponen hasta hacer una mezcla de complicada. digestión. No obstante, ahí está el avance, y de nuevo se han disparado los rumores en torno al futuro de estos títulos, aunque casi todos los comentarios han mostrado una acusada falta de originalidad.

Los 40.564 títulos de diferencia vendedora que ofrecían los valores del grupo bancario ponían de manifiesto una cierta mejora en la capacidad de asimilación por parte del sector de los títulos puestos a la venta. Sólo Central y Popular eran capaces de ofrecer algún minúsculo saldo comprador, aunque sobre los bancos se ha vuelto a depositar una parte sustancial de las esperanzas de los incondicionales del optimismo.

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