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Tribuna:TEMAS DE NUESTRA ÉPOCA
Tribuna
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Los gastos militares en el mundo

Crisis política y crisis económica internacionales. Y en el centro del problema, lo que comúnmente se llama carrera armamentista. La expresión es ilustrativa, pero oculta la complejidad de un fenómeno con múltiples facetas. De acuerdo con un reciente informe de las Naciones Unidas, "la carrera armamentista se ha enfocado como un proceso dinámico de acumulación y perfeccionamiento del armamento y de los ejércitos. (... ) No se traduce únicamente por una cifra global de gastos militares y por una lista actualizada de los países que, en mayor o menor grado, participan en ella. ( ... ) Aunque no existe región, ni prácticamente países, que no se vea afectada por dicho proceso, sería incorrecto hablar de carrera armamentista para describir todos los casos de aceleración del proceso de expansión y modernización de las fuerzas armadas" (Consecuencias económicas y sociales de la carrera armamentista y de los gastos militares. Nueva York, 1983). No cabe duda de que en el año 1982 se asistió a una aceleración del ritmo de los gastos militares en el mundo, puesto que, según estimaciones del SIPRI, éstos habrían aumentado en términos reales más de un 7% con respecto al año pasado (World Armaments and Disannement, 'SIPRI Year Book', Taylor & Francis, Londres 1983). En términos generales se observó una tendencia al alza del ritmo medio de crecimiento de dichos gastos en el período 1978-1982 en comparación con el período 1974-1978, ya que el porcentaje anual medio pasó de un poco más del 2% a casi el 4%. Pero esta evaluación global es todavía insuficiente y no permite comprender el funcionamiento del mecanismo de la dinámica armamentista.Los estudios que se han emprendido al respecto, sobre todo en Estados Unidos y en algunos países europeos, como el Reino Unido y Francia, permiten vislumbrar que no existe una sola carrera armamentista, sino más bien diferentes tipos de dinámicas de armamentos cuya combinación da lugar al fenómeno global observado. De forma esquemática se pueden distinguir dos grandes categorías: la primera está relacionada con las grandes potencias mundiales -es decir, esencialmente con Estados Unidos y la URSS-; la segunda, con las potencias regionales que operan en zonas, conflictivas, como Oriente Próximo, África negra, sureste asiático y Centroamérica. El mecanismo por el que se rige el crecimiento de los gastos militares de las dos grandes potencias no es el mismo que el que se observa, en general, en los países rivales de una misma región geográfica. La mayor parte de los estudios que se interesan por períodos pasados (1949-1976) demuestran, en efecto, que si bien existe una correlación econométrica generalmente significativa entre los crecimientos de los gastos militares que se observan en los países en vías de desarrollo, no sucede lo mismo cuando se analiza la evolución de los presupuestos militares norteamericano y soviético. Éstos parecen depender en mayor medida de consideraciones políticas, económicas o burocráticas de orden interno. Así, la disminución relativa de los gastos militares norteamericanos, en términos de porcentaje del PNB, que tuvo lugar entre 1970 y 1979, no supuso ninguna aminoración comparable de los esfuerzos de defensa en la URSS. A la inversa, existen pocas probabilidades de que el relanzamiento norteamericano en materia de crédito militar, que se inició en el último presupuesto del presidente Carter, modifique sensiblemente la tendencia de los gastos militares soviéticos.

Exportación de armas

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Un análisis más detallado revela algunas particularidades suplementarias. En primer lugar, en lo que se refiere a las grandes potencias, el comportamiento de los presupuestos militares de la OTAN y del Pacto de Varsovia contrasta curiosamente con el de Estados Unidos y la URSS en lo relativo a sus ajustes respectivos. Esta divergencia se debe, según parece, a las diferencias en la composición de los gastos en uno y otro caso. El armamento convencional, que constituye la parte esencial del material de las alianzas, se ha revelado mucho más flexible que los arsenales nucleares, los cuales representan una parte cada vez más importante de los presupuestos militares norteamericanos y soviéticos y exigen una planificación larga y rigurosa.

En cuanto a los países en vías de desarrollo, no siguen todos la misma dinámica internacional. Mientras que en determinadas zonas, como Oriente Próximo (Israel y países árabes), los países adversarios presentan un crecimiento acumulativo más o menos simétrico, en otras regiones se observa entre ellos un desfase que revela la existencia de un país líder y de un país que le va a la zaga. El país líder es a menudo el más pequeño, el cual intenta de esa forma compensar su desventaja geopolítica o económica.

El verdadero problema consiste en descubrir la manera como las diferentes dinámicas, cuya variedad ha quedado demostrada, se relacionan unas con otras, dando lugar a la situación actual. La principal correa de transmisión la constituyen, sin duda, las transferencias internacionales de armamento. La aceleración del volumen total de las exportaciones de armas convencionales es mucho más perjudicial que el aumento de los gastos militares. Y lo es aún más cuando coincide, como en 1981 y 1982, con una contracción espectacular del comercio. Así, entre 1978 y 1982 el importe de las exportaciones de armas sufrió un incremento de aproximadamente un 70% con respecto al período precedente.

El mercado internacional de armamento es un universo muy complejo, cuyo análisis requiere numerosas distinciones. Por ahora nos limitaremos a enunciar algunas de sus características más generales. Entre un 70% y un 75% del total de las ventas de material pesado proceden de las dos grandes potencias, que se disputan cada año el primer puesto como exportadores mundiales. Además, aproximadamente las dos terceras partes de las importaciones las realizan los países en vías de desarrollo. Finalmente, entre estos últimos países hay algunos, como Libia, que aparecen a la vez como grandes importadores (cerca del 10% de las importaciones de armamento procedente del Tercer Mundo) y como grandes exportadores. Estos datos permiten establecer un esquema general con arreglo al cual la dinámica enteramente autónoma de las dos grandes potencias mundiales alimentaría, a través de una red privilegiada de clientelas políticas propias, a las dinámicas internacionales, que se verían directamente afectadas por las tensiones regionales o locales.

Las consecuencias de este mecanismo de conjunto son múltiples, pero no cabe duda de que los circuitos de armamentos conforman actualmente tanto la geopolítica como la economía mundial (Géopolitique et économie mondiale, 'Cahier Français', París, abril 1981). No se puede establecer una relación directa entre el ritmo de los gastos militares y el estallido de guerras y conflictos. Hay que tener en cuenta la intervención de estrategias, que no se pueden reducir a una mera enumeración de materiales ni a un recuento de gastos militares. La expansión del armamento nuclear estratégico ha tenido, por ejemplo, como consecuencia la ampliación de las zonas-santuarios; es decir, de las zonas protegidas por la política de la disuasión. Pero estas consecuencias positivas de los arsenales centrales de armas nucleares estratégicas pueden, a la larga, producir efectos desestabilizadores por las cuatro siguientes razones.

Comandos y guerrillas

En primer lugar, los progresos técnicos promovidos por la carrera cualitativa de armamentos pueden poner en tela de juicio en un futuro más o menos cercano, como lo hicieron los procedimientos ABM-BMD, determinadas doctrinas sobre la utilización del arma nuclear, debilitando así, a la larga, la tesis de la disuasión. En segundo lugar, la difusión de ese progreso técnico conduce ineludiblemente a una proliferación de armas nucleares en las zonas de alto riesgo (Israel, África del Sur, India, Pakistán), cuyo impacto final sobre la seguridad es difìcil de prever, En ter

cer lugar cabe pensar que la ampliación de las zonas-santuario y la desviación de la atención sobre ellas han podido provocar indirectamente una multiplicación de los conflictos periféricos, a menudo dentro de un mismo Estado, con manifestaciones exacerbadas y atípicas, como el terrorismo internacional. Las operaciones de comandos y guerrillas siguen siendo, en efecto, el último recurso frente a las armas más perfeccionadas y constituyen por ello las únicas manifestaciones violentas de oposición en un espacio conflictivo bloqueado por un arsenal militar muy sofisticado. Finalmente, los progresos tecnológicos tienden a difuminar la distinción entre lo nuclear y lo convencional sobre la que se sustentan esencialmente las estrategias actuales. Además, las transferencias internacionales de armamento sofisticado no están sometidas a ningún tipo de restricción, mientras no se trate de armas nucleares. De forma que el número de países que poseen aquellas armas crece rápidamente, incluidos algunos que están enfrentados abiertamente con sus vecinos.

Las incidencias estratégicas de la acumulación de armamento son quizá las más espectaculares, pero no deben hacemos olvidar el impacto, no menos importante, que tienen sobre la economía mundial. Se pueden establecer al respecto dos diferencias fundamentales, según se trate, por un lado, de la economía de países industriales o de países en vías de desarrollo y, por otro, de países que dispongan o no de una industria nacional de armamento. Para ilustrar la importancia creciente de los gastos de armamento en el Tercer Mundo baste recordar que la participación de los países en vías de desarrollo en el total de los gastos militares ha aumentado sensiblemente en los últimos tiempos. Representa actualmente cerca de un 16%, frente a sólo un 12% en 1975, y su tasa de crecimiento medio anual, valorada en dólares, se elevaba a más de un 7% durante el período 1978-1981, mientras que la tasa de los países industrializados era durante el mismo período inferior al 2%.

La economía mundial

Los gastos militares de los países industrializados son, sin duda, los que más afectan en términos absolutos a la economía mundial. Pero sus efectos sobre las economías nacionales son muy diferentes, según alimenten o no una industria nacional de armamento de cierta importancia. Si no existe dicha industria o está poco desarrollada, los gastos militares producen una inflación del consumo global, al igual que cualquier otro gasto público de funcionamiento, y aumentan el total de las importaciones debido a los pedidos de materiales. En el caso de que una industria de armamento, a menudo próspera, forme parte del tejido industrial de la nación, el diagnóstico se complica aunque sólo sea porque estos grupos industriales fabrican a la vez material militar y civil. Por ello, las dos únicas indicaciones que se desprenden de los estudios económicos se refieren a la ampliación de los horizontes de la investigación y del desarrollo, gracias a la contribución de la financiación pública y al derrumbamiento de los precios y de los costes, debido a la ausencia de un mercado en el sentido económico del término. (En esta línea se ha creado una asociación internacional sobre los problemas de la economía de la defensa, la International Defense Economics Association -IDEA-.)

En los países en vías de desarrollo el análisis económico de los gastos militares se presenta de forma distinta.

En general cabe plantear el problema en términos de coste de oportunidad con respecto a los gastos que contribuyen al desarrollo económico y social (Informe de las Naciones Unidas Disarmement and development. Nueva York, 1982). Ahora bien, si el planteamiento parece razonable, su traducción en términos de unidades de medida pertinentes no resulta fácil. Un análisis más detallado revela, además, que en este caso se presenta nuevamente la distinción, antes observada, entre la mayoría de los países en vías de desarrollo que no disponen de una industria de armamento y aquellos pocos que se han dotado recientemente de dicha industria. Sin embargo, la situación de estos países es, en cierta medida, inversa a la de los países industrializados. En efecto, la mayoría de los países que importan armas se benefician de la ayuda financiera, a menudo considerable, de su aliado estratégico. No sucede lo mismo, por el contrario, con los países que intentan mantener su independencia nacional mediante la instauración de una industria de armamento. Son muchos los ejemplos que ilustran el elevado coste económico del desarrollo de programas de producción nuclear en dichos países. La disminución de las inversiones productivas en Israel coincidió precisamente con el avance de su industria de armamento. Asimismo, tres de los cuatro países más endeudados del mundo -Brasil, Argentina y Corea del Sur- habían realizado recientemente importantes inversiones en dicho sector.

En definitiva, si bien es cierto que se impone con urgencia una reflexión sobre los medios para frenar los gastos militares en el mundo, ésta debe abarcar el conjunto de los elementos que forman parte del fenómeno y tener en cuenta, sobre todo, la variedad de las situaciones.

Christian Schmidt es presidente de la Asociación Internacional de Economistas de la Defensa (IDEA).

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